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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

lunes, 31 de octubre de 2011

Devocional Día 104

Devocional Día 104
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

6. MOTIVOS EQUIVOCADOS

La Biblia dice que si sus motivos son equivocados, sus oraciones no serán contestadas. "Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (Santiago 4:3). ¿Cuáles son sus motivos para orar? ¿Le pide usted a Dios algo por medio de lo cual promover su propio ego o para cumplir con propósitos egoístas? ¿O le pide usted a Dios que cumpla Su Palabra para que Su reino venga a la tierra?

Dios conoce nuestras necesidades y no está mal pedirle que Él las supla basado en Su Palabra. Jesús dijo: "Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis" (Mateo 6:8). Pero nuestro enfoque principal deberá ser el honrar a Dios y promover Sus propósitos. Cuando nuestras prioridades son correctas, podemos confiar en que Él suplirá nuestras necesidades diarias. Jesús nos prometió,

No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas (vv. 31-33).

Por consiguiente, cuando usted ore, examine cuáles son sus razones para orar. Pídale a Dios que le perdone por algún motivo equivocado que usted pueda tener y le permita desarrollar los motivos correctos por medio de la obra del Espíritu Santo en su vida. "Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad" (Filipenses 2:13).


Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

sábado, 29 de octubre de 2011

Devocional Día 103

Devocional Día 103
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

5. DUDA

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1:5-8).

Aunque hemos tratado el tema de la duda en otras secciones del libro, ésta es un impedimento mayor en la oración que debemos estudiarlo brevemente aquí. La duda es hacer un gran alboroto ante Dios por algo que usted quiere que Él haga, luego que la oración acaba, usted mismo no cree una palabra de lo que dijo. Es como estar en una reunión de oración y decir, "Dios, creo en Ti", para luego salir de la reunión rezongando, "no estoy seguro de la oración que hicimos". Con eso usted demuestra que no cree porque no espera una respuesta o porque no hace los arreglos necesarios para recibir la respuesta.

Confíe en la generosidad y bondad de Dios, poniendo su fe en el carácter de Dios y Su Palabra.

Por ejemplo, si usted ora para que alguien en su familia sea salvo, anticipadamente usted puede comprar una Biblia para esa persona. Eso es creer. Si usted ora para que alguien sea sanado, usted puede hacer arreglos para llevar a esa persona a comer. Dígale a esa persona, "te invito a cenar fuera". "¿Por qué?" "He orado para que seas sanado; espero que seas sanado. Estoy haciendo los arreglos para ello. Cuando llegue el momento de que Dios manifieste tu sanidad, te llevaré a cenar".

Las Escrituras nos dicen que debemos creer, "pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar" (vv. 5-6, NVI). En vez de dudar, confiemos en la generosidad y bondad de Dios, poniendo nuestra fe en Su carácter y Palabra.


Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

viernes, 28 de octubre de 2011

Devocional Día 102

Devocional Día 102
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

4. SENTIMIENTO DE INFERIORIDAD

Las oraciones de algunas personas son impedidas porque ellos no creen ser lo suficientemente dignos de recibir una respuesta. Cuando usted tiene una baja opinión de sí mismo, eso es debido a que usted no conoce la verdadera opinión que Dios tiene sobre usted, la cual es revelada en Su Palabra. Este es un impedimento crucial que debemos vencer para que no sabotee nuestra vida de oración. Usted no podrá orar eficazmente si se avergüenza de sí mismo y no se considera digno de recibir lo que le pide a Dios.

La baja opinión de usted mismo no proviene de Dios. Usted es valioso para Él.

El primer capítulo de Efesios en un pasaje maravilloso que describe cómo Dios realmente se siente acerca de nosotros. Este fue de bendición especial para mí cuando fui adolescente.

En amor [Dios] habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados (vv. 4-11, el énfasis fue añadido).

Fuimos escogidos en Cristo mucho antes de que la tierra fuera formada. Dios le ama tanto que Él ha derramado Su amor en usted. La baja opinión de usted mismo o el auto-odio no proviene de Dios, sino del enemigo. El usa esas cosas como un insulto a Dios. Él no quiere que usted se de cuenta que si Dios le amó tanto como para dar lo mejor que tenía, entonces el valor que usted tiene ante Él es incalculable.

En todo el capítulo de Hebreos 10 nos dice cuan preciados somos para Dios. Ese capítulo habla sobre el hecho de que Jesús, nuestro Sustituto, pasó a ser el sacrificio o propiciación por nuestro pecado. Él redimió nuestras vidas. El resultado de esto es que "hermanos, [podemos tener la] libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo" (v. 19). Este pensamiento también se encuentra en Hebreos 4:16: "Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro". A la luz de nuestro valor en Dios, podemos tratarnos a nosotros mismos con respeto y podemos acercarnos a Él como hijos escogidos a los cuales se les ha dado "según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7).

Por ende, de la forma que una persona se sienta de sí misma jugará un papel importante en cómo se acerca a Dios en oración. Muchos no reciben respuesta a sus oraciones porque no creen merecer esa respuesta. Sin embargo, cuando usted tiene una correcta auto-estima como hijo redimido de Dios, usted no ora como mendigo. En cambio, usted presenta su caso con toda confianza. La oración no busca que Dios haga algo por usted haciéndole a Él sentir pena. Es más bien acercarse a Él sabiendo que usted no sólo merece lo que pide debido a la justicia de Cristo, sino que también tiene derecho a ello basado en Su Palabra.

Usted no puede ser quien usted es si usted no sabe quién es usted. Usted es hijo de Dios.

Usted debe presentar la evidencia de Su Palabra como en un tribunal. Además, usted debe creer que cuando usted entra al tribunal de Jehová, Jesús se encuentra a su izquierda, que es el lado de los testigos (Véase Hebreos 7:25). El Espíritu Santo está a su derecha porque Él funge como consejero [o consolador] (Véase, por ejemplo, Juan 14:16-17). Lo maravilloso de entrar en el tribunal de Dios para alegar su caso es que el Juez es su Padre celestial, el testigo es su Hermano Mayor y el Espíritu Santo es su Consejero privado. ¿Cómo podría usted perder el caso?

Jesús se presenta ante el Padre y testifica de su fe en Él. Cuando usted no sabe cómo alegar su caso correctamente, el Espíritu Santo le ayuda en su debilidad. Cuando usted no está seguro de cómo citar las promesas, Él le ayuda con gemidos indecibles (Véase Romanos 8:26-27). Él le habla a Dios directamente del corazón de un consejero legal. Por consiguiente, cuando sus esfuerzos son inadecuados, usted tiene ayuda para orar.

Algunas personas creen que ellos no deben actuar con denuedo cuando oran. Ellos creen que más bien deben ser apacibles y aduladores en la oración, creyendo equivocadamente que Dios les tendrá por humildes y les otorgará sus peticiones. Debemos entender la verdadera naturaleza de la humildad. Humildad no significa que se debe tratar de ser lo que no se es. Primero que todo, una persona humilde sabe quién es. Él es una persona honesta. Sin embargo, usted no puede ser quien usted es si usted no sabe quién es usted. Por eso resulta difícil acercarse a Dios en oración si usted no sabe quién es usted. Debemos darnos cuenta que no somos ángeles caídos que no pueden ser redimidos. Ni siquiera somos ángeles rectos, los cuales son siervos en la casa de Dios. Nosotros somos hijos de Dios y debemos acercarnos a Él como tales.

Cómo se sentiría usted si su hijo llegara a la casa arrastrándose por el suelo porque teme verle a la cara y decirle, "¿podría darme de comer hoy?". Eso sería afrenta a su amor, ¿no es así? Algo anda mal si su hijo teme verle a la cara y pedirle alimento. Si usted es hijo de Dios, entonces usted debe ir con denuedo al trono y decir, "hola, Abba". Su padre le contestará, "¿Qué puedo hacer por ti, hijo? Recuérdame qué fue lo que te prometí". Entonces usted podrá presentar su caso.

Si usted estuviera en un tribunal y su abogado estuviera presentando el caso por usted, ¿diría su abogado?, "señor juez, por favor, por favor déjelo libre. Le pido que lo deje libre". Alegar su caso no significa que usted deba simplemente decir, "¡Oh, Dios, por favor perdóname!" Alegar su caso significa que usted debe decirle a Dios, por ejemplo: "De acuerdo a Tu Palabra, Tú has dicho que, 'la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él' (Romanos 3:22). Estoy presentando Tus palabras como evidencia. Por lo tanto, creo que Tú me justificarás". Usted no podrá orar de esta manera si se siente temeroso o inferior.

Voy a usar un antiguo caso de estudio para demostrarle cómo ora la mayoría de personas. Jesús contó la historia de un hombre que se fue del hogar de su padre. El salió he hizo un enredo de su vida hasta que no le quedó nada—financiera, física, emocional o espiritualmente. Finalmente dijo, "iré a la casa de mi padre y le pediré que me haga uno de sus empleados". Este hombre tenía problemas de inferioridad. Él no tenía idea de cuánto su padre lo amaba y valoraba. Cuando llegó a casa, su padre estaba tan emocionado que les ordenó a sus siervos que mataran un becerro gordo para la fiesta, que le pusieron vestidos nuevos y que le colocaran el anillo de autoridad en su dedo. El restauró el lugar del hijo en la familia. Antes de que el hijo dijera lo que había planeado decir, que era, "padre no soy digno de ser llamado tu hijo", el padre gozosamente le dijo, "¡mi hijo estaba perdido pero fue hallado!" (Véase Lucas 15:11-24).

¿Quién cocinó el becerro gordo para el muchacho y tomó cuidado de las otras necesidades? Los siervos, actuando por orden del padre. La mayoría de nosotros no entiende lo que la oración significa con respecto a nuestra relación con Dios. La parábola del hijo pródigo nos ilustra esta relación. Cuando vamos antes Dios en oración, se supone que lo hagamos reconociendo quién dice Él que somos. Todos los que estamos en Cristo somos hijos de Dios. ¿Quiénes son los siervos? Son sus ángeles. "Ciertamente de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego" (Hebreos 1:7). Dios, de hecho, nos está diciendo a cada uno de nosotros, "tú no eres un siervo; tú eres un hijo. Tus oraciones activan a los ángeles, quienes ministran bajo Mi autoridad". Con demasiada frecuencia oramos diciendo, "Señor, soy Tu siervo indigno". A lo que Dios responde, "¿de qué hablas?, ¡tú eres Mi hijo amado!".

Cuando Jesús fue tentado por el diablo, Él respondió fuertemente usando la Palabra de Dios: "Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mateo 4:4). "Escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás" (v. 10). La Biblia dice que después de la tentación de Jesús, "vinieron ángeles y le servían" (v. 11). Cuando usted ora como hijo, usted activa a los ángeles y ellos salen a contestar su petición, conforme a la Palabra. "¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?" (Hebreos 1:14, NVI).

Cuando ore, tenga presente quién es usted en Cristo y lo que Dios le ha prometido. Si no recibe respuesta inmediata, tenga cuidado de no permitir que los sentimientos de indignidad le hagan pensar, "no estoy seguro de que algo haya ocurrido". Ya ocurrió. Puede que se tome una semana o veintiún días, como en el caso de Daniel. Puede que tome más tiempo. No obstante, su oración ha sido contestada y será manifestada. Créame amigo, Dios escuchó lo que usted dijo. Eso quedó archivado. Los ángeles ya están listos. La oración que usted eleva, conforme a la Palabra, cambia las cosas.

Recuerde—usted no es un siervo, sino un hijo de Dios. "Para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado" (Efesios 1:6, NVI). Dios le amó desde antes de la fundación del mundo. Cuando usted se alejó de Él por causa del pecado, Él envió a Su Hijo a morir por usted. Él le ha hecho digno en Cristo Jesús. Él le ha hecho coheredero con Su Hijo. Él envía Sus ángeles para ministrarle a usted. Por consiguiente, viva y ore como tal.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

jueves, 27 de octubre de 2011

Cualidades de un líder - Tip 8

Tips
Cualidades indispensables de un líder

CONCENTRACIÓN

MIENTRAS MÁS AGUDA SEA, MÁS AGUDO SERÁS TÚ

Si persigues a dos conejos, ambos escaparán.
—Autor desconocido

Lo que la gente dice, lo que la gente hace, y lo que la gente dice que hace, son cosas completamente diferentes.
—Margaret Mead, antropóloga

UNA CLASE DIFERENTE DE MENTE DE UNA SOLA VÍA

En 1998, los Bravos de Atlanta y los Padres de San Diego jugaron por el título de la Liga Nacional de Béisbol y yo tuve el privilegio de asistir a varios de los juegos. Antes, cuando vivía en San Diego, era un fanático de los Padres, pero cuando en 1977 me mudé a Atlanta, cambié mi lealtad a los Bravos. Fui su seguidor durante toda la temporada; hasta que se enfrentaron a San Diego en los partidos de definición. ¿Por qué cambié? No podía resignarme a cambiar mi admiración contra Tony Gwynn.

Tony Gwynn es el bateador más grande de los últimos 50 años y el mejor después de Ted Williams. Ha ganado ocho títulos de bateador (solo Ty Cobb ganó uno más). En su carrera logró un espectacular .339. Siempre es un placer ver a Gwynn jugar. Seguramente estará en el Salón de la Fama en Cooperstown, Nueva York.

Si ves a Tony Gwynn en la calle y no sabes quién fue, no podrías adivinar que se trata de un jugador de béisbol profesional. Con una estatura de 1.78 M. y 220 libras, Tony Gwynn no parece un atleta estrella como Mark McGwire. Pero no te equivoques: Gwynn es un atleta de talento, salió de la universidad para jugar béisbol y baloncesto y aunque tiene tremendo talento, la clave de su éxito es su concentración.

A Tony Gwynn le encanta batear, y está dedicado a eso. Varias veces en cada temporada, lee un libro que descubrió por primera vez cuando estaba en la universidad, Ted Williams`s The Science of Hitting [La ciencia de batear de Ted Williams]. Tony pasa largas horas viendo películas de video; en su casa tiene una videoteca de películas de bateadores que continuamente está aumentando gracias a sus cinco grabadoras de video cassetes que graban juegos vía satélite. Incluso repasa películas cuando va por la carretera. Cuando viaja a los juegos, toma dos video grabadoras para poder grabar y editar cada una de sus jugadas al bate, y cuando no está practicando o mirando una cinta de video, está hablando constantemente de bateo, con los compañeros de equipo, en el juego de las Estrellas, con grandes jugadores como Ted Williams.

Para él el bateo lo es todo. Es su placer. A veces ha llegado a una fiesta con un guante de batear saliéndosele del bolsillo, lo que significa que hasta ese momento ha estado practicando. Y aun cuando no esté practicando, mirando cintas de videos o hablando con otros bateadores, se le puede encontrar jugando ping pong o haciendo algo que mejore su coordinación ojo-mano. Incluso su decisión de permanecer en San Diego durante toda su carrera ha mejorado su juego. «Uno de mis puntos fuertes es saber hasta donde me las puedo arreglar» dice Gwynn. «Hay pocas distracciones en San Diego, no hay mucho alboroto con los medios de información, todo lo cual contribuye a mi consistencia».

La consistencia es buena. En cada temporada, Gwynn ha bateado como profesional por encima de .300, excepto una vez, la primera. El periodista George Will dice que la gente que es grande en lo que hace, como Gwynn, han «cultivado un tipo de concentración desconocida para la mayoría de la gente».

AL GRANO

¿Qué tiempo toma la concentración requerida para ser un líder verdaderamente efectivo? La clave son las prioridades y la concentación. Un líder que conoce sus prioridades pero carece de concentración sabe qué hacer pero nunca lo termina. Si tiene concentración pero no prioridades, tiene excelencia sin progreso.

Pero cuando tiene ambas cosas, tiene el potencial para lograr lo espectacular.

Con frecuencia me encuentro con personas en posiciones de liderazgo que parecen especializarse en cosas menores. Eso no tiene sentido. Sería igual a que Tony Gwynn gastara todo su tiempo estudiando el robo de bases. Gwynn puede robar bases, de hecho ha robado más de 300 en toda su carrera, pero esta no es su área fuerte y dedicar todo su tiempo a eso en vez de a batear sería un desperdicio de su tiempo y de su talento.

Por lo que la pregunta importante es: ¿Cómo debes aprovechar tu tiempo y energía? Las siguientes indicaciones te pueden ayudar:

Concéntrate un 70% en tu lado fuerte

Los líderes efectivos que alcanzan su potencial invierten más tiempo concentrados en lo que hacen bien que en lo que hacen mal.

El experto en liderazgo Peter Drucker señala, «el gran misterio no es que la gente haga las cosas mal sino que ocasionalmente haga unas pocas cosas bien. La única cosa que es universal es la incompetencia. ¡La fuerza es siempre especifica! Nunca a nadie se le ocurrió decir, por ejemplo, que el gran violinista Jascha Heifetz era un fracaso como trompetista». Para tener éxito, concéntrate en tus éxitos y desarróllalos. En eso es que debes invertir tu tiempo, energía y recursos.

Concéntrate un 25% en cosas nuevas

Crecimiento es igual a cambio. Si quieres ser mejor, tienes que mantenerte cambiando y mejorando. Esto significa entrar a nuevas áreas. Gwynn ejemplificó eso hace varios años después que tuvo una conversación con Ted Williams. El viejo profesional sugirió que aprender a batear dentro de los lanzadores haría de Gwynn un mejor jugador. Gwynn, que prefería las bolas por fuera, trabajó en esto, y su promedio subió significativamente. Si dedicas tiempo a cosas nuevas relacionadas con áreas fuertes, entonces crecerás como líder. No olvides que en el liderazgo, si dejaste de crecer, estarás terminado.

Concéntrate un 5% en tus áreas débiles

Nadie puede evitar completamente trabajar en sus áreas débiles. La clave es minimizarlas tanto como sea posible, y los líderes lo logran delegando. Por ejemplo, yo delego en otros trabajos de detalles. Un equipo de personas en el grupo INJOY maneja toda la logística de mis conferencias. De esa forma cuando estoy allí, me apego a las cosas que hago mejor, tal como el mismo discurso.

REFLEXIONEMOS

¿Cómo te evalúas en el área de la concentración? ¿Has estado especializándote en cosas menores? ¿Has invertido demasiado tiempo apuntalando tus debilidades, que has fallado en desarrollar tus áreas fuertes? ¿Monopoliza tus fuerzas la gente de menor potencial? Si es así, probablemente has perdido concentración.

Trabaja en ti mismo. Tú eres tu mayor ventaja o perjuicio.
Trabaja en tus prioridades. Tendrás que luchar por ellas.
Trabaja en tus áreas fuertes. Puedes alcanzar tu potencial.
Trabaja con tus compañeros. Solo no podrás ser efectivo.

CONVENCIMIENTO

Para mejorar tu concentración haz lo siguiente:

• Muévete hacia tus áreas fuertes. Haz una lista de tres o cuatro cosas que hagas bien en tu trabajo. ¿Qué porcentaje de tu tiempo inviertes haciéndolas? ¿Qué porcentaje de tus recursos dedicas a estas áreas fuertes? Traza un plan para hacer cambios que te permitan dedicar 70% de tu tiempo a tus áreas fuertes. Si no puedes, quizás sea tiempo de reevaluar tu trabajo o carrera.

• Crea un margen. Ahora que has visto las prioridades, piensa en la concentración. ¿Cuánto te tomará pasar al siguiente nivel en tu área principal de fuerza? ¿Qué nuevas herramientas necesitas? Piensa de nuevo en cómo hacer las cosas y está dispuesto a hacer sacrificios. El tiempo y el dinero invertido en llegar al próximo nivel son las mejores inversiones que puedas hacer.

PARA EXTRAER DIARIAMENTE

Cuando entran a la jaula de un león, los entrenadores de animales llevan con ellos una banqueta. ¿Por qué una banqueta? Porque eso tranquiliza a un león mejor que otra cosa (excepto quizás que una escopeta con dardos para adormecerlo). Cuando el entrenador sostiene la banqueta con las patas extendidas hacia la cara del león, el animal trata de concentrarse en las cuatro patas a la vez y eso lo paraliza. La concentración dividida siempre trabaja en forma negativa.

Fuente: Maxwell, J.C. (2000) Las 21 cualidades indispensables de un líder. Betania. EE.UU.

Devocional Día 101

Devocional Día 101
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

3. CULPABILIDAD

La culpa va relacionada al temor de no ser perdonado. Algunas personas viven con un constante sentido de ser condenados por Dios; por consiguiente, ellos siempre se sienten culpables. Sin embargo, Romanos 8:1-2 nos dice: "Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme á la carne, mas conforme al espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte".

Si Dios dice que ha perdonado sus pecados, entonces Él los ha perdonado.

"Ahora pues, ninguna condenación hay" (Romanos 8:1). Es crucial que entendamos la verdad si hemos de acercarnos a Dios en oración. Recuerdo que en una reunión de oración hablé acerca de la libertad de la condenación, libertad que tenemos en Cristo. Después de la reunión, alguien se me acercó y dijo, "esas palabras fueron tan importantes para mí; antes pensaba que porque había hecho tantas cosas terribles en mi vida, Dios no iba a usarme nunca más. Me sentía como si Dios no quería que fuera parte de Su obra". Aun después de que algunas personas han sido perdonadas, puede que ellas asistan a la iglesia, adoren, canten y parezcan estar felices, pero dentro de sí todavía se sienten culpables por las cosas que hicieron en el pasado. Su crecimiento espiritual fue impedido debido a que ellos pensaban que Dios usaría esos pecados contra ellos; de manera que ellos no se acercaban a Él en fe y amor perfectos. Esta persona dijo, "yo pedí perdón, pero necesitaba escuchar a Dios decirme, 'está bien. Has sido perdonado'".

Dios ha perdonado y olvidado su pecado, si es que usted lo ha confesado, se ha arrepentido y ha creído que ha sido cubierto con la sangre de Cristo. Hebreos 8:12 dice: "Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades".

Suponga que usted se encuentra en una reunión de oración o en un servicio de adoración; de repente, usted comienza a recordar cosas que usted hizo mal en el pasado—cosas por las cuales usted ya ha sido perdonado y limpiado, pero que continúan haciéndole sentir culpable. ¿Por qué se siente de esa manera? Algunas veces la culpabilidad viene por la falta de fe. Si usted todavía carga ese pecado en su corazón y mente, entonces usted duda que Dios le haya perdonado. Es por eso que la culpa llega nuevamente a su vida. El diablo usa esa culpa para minar su fe; cuando usted ora, su fe es débil, y, sus oraciones no son contestadas.

La Biblia dice, "[Dios] volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados" (Miqueas 7:19), y "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados" (Isaías 43:25). Dios elige no recordar nuestros pecados una vez que han sido perdonados. Él no permite que éstos entorpezcan nuestra relación con Él. He aquí lo importante de este hecho: Puesto que Él ha elegido olvidarlos, Él tampoco quiere que usted se los recuerde. No traiga a la luz bultos viejos cuando Dios no sabe de lo que usted está hablando. Dios es tan poderoso que si Él le ha dicho que ha olvidado sus pecados, entonces Él los ha olvidado. Si Él ya decidió olvidarlos, entonces no se los recuerde. ¡Qué bendición!

Uno de mis colegas profesores solía decir, "después de que pedimos perdón, Dios coloca un cartel que dice, 'No pescar'". Él echa nuestros pecados al mar del olvido y nosotros no debemos salir a pescar ahí. Quizás nosotros decimos, "pero Señor, ¿te acuerdas lo que hice hace unos años? Eso todavía está en mi mente". Dios dice, "no sé de lo que hablas. Yo ya te perdoné. Eso ya se me olvidó". Gracias a Dios que todo lo del pasado es perdonado y olvidado. Hemos sido limpiados de todo ello.

Si usted siente carga de culpabilidad sobre su pasado, usted puede entrar en la presencia de Dios sin sentirse condenado. No hay condenación para los que estamos en Cristo Jesús porque Dios ya nos perdonó por medio de Cristo. Hebreos 10:14 dice, "porque con una sola ofrenda [Cristo] hizo perfectos para siempre a los santificados'' (el énfasis fue añadido).

Si en la actualidad hay pecado en su vida, cúbralo con la sangre de Jesús. Permita que Él eche su pecado en el mar del olvido para que usted pueda obtener el poder en la oración con Dios. Busque la reconciliación de sus relaciones rotas y restituya el mal que ha cometido, de acuerdo como Dios le guíe. Si usted peca en el futuro, pídale a Dios que le perdone y continúe el proceso de santificación en su vida. Acepte Su perdón y acerqúese a Él una vez más con una fe confiada:

"Este es elpacto que haré con ellos. Después de aquellos días", dice el Señor: "Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré", añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones". Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos conaguapura (Hebreos 10:16-22).

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Devocional Día 100

Devocional Día 100
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

2. TEMOR

Segundo, el temor es un impedimento significativo que debemos vencer ya que a menudo nos detiene de creer que podemos acercarnos a Dios en oración. Primera de Juan 4:18 dice, "en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo [ 'porque el temor involucra castigo', lbla]. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor". La idea de "castigo" en este versículo se refiere a nuestro temor de acercarnos a Dios porque pensamos que Él pueda recordar nuestro pecado o falta. Nos impide de tener libertad y confianza al orar. Tememos pedirle a Dios cualquier cosa porque creemos que Él tiene algo en contra nuestra. Este tipo de temor bloqueará su fe, y, por ende, sus oraciones serán ineficaces.

La Biblia dice que "el temor involucra castigo". Este temor le inmoviliza, drena la energía de su cuerpo. Esto le lleva a preocuparse sin sentido. El temor es tener fe en lo que pueda salir mal en vez de tener fe en lo que pueda salir bien. Es creer en lo que el diablo y otras personas le dicen en vez de creer en lo que Dios le dice a usted.

El temor es tener fe en lo que pueda salir mal en vez de tener fe en lo que pueda salir bien.

Cuando usted se presenta ante Dios, no importa cuál fue su pasado, no importa lo que usted hizo ayer e incluso lo que usted hizo esta mañana, cosas que fueron desagradables para Él. Si delante de Dios usted confiesa su pecado, se apropia de la sangre limpiadora de Jesús para purificarse de toda iniquidad (Véase 1ra Juan 1:9), entonces Él le perdonará y usted podrá acercarse a Él como si nunca hubiera pecado. Ningún temor debe tomar lugar en nuestras oraciones.

Veamos nuevamente 1ra Juan 4:18: "El que teme, no ha sido perfeccionado en el amor". Ahora veamos el versículo diecinueve: "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero". El versículo diecinueve tiene la solución para nuestro temor, para ese no haber "sido perfeccionado en el amor". Cuando nos damos cuenta que Dios nos amó primero y deseó establecer una relación con nosotros aun cuando no le conocíamos y vivíamos en pecado, es entonces cuando entendemos que podemos acercarnos a Él libremente y pedir perdón. Romanos 5:8 es eco de esta idea: "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (el énfasis fue añadido).

Algunos creyentes piensan, "eso está bien para los que vienen a Cristo por primera vez, pero yo he sido cristiano por años. El hecho de que todavía peco me hace sentir un fracasado. ¿Cómo puede Dios perdonarme una y otra vez?" En realidad, ahora que usted es un creyente, usted está en mejor posición. Veamos Romanos 5:9: "Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira".

Tenemos la palabra de Jesús de que continuaremos siendo perdonados. Cuando Jesús le dijo a Pedro que él debía seguir perdonando a la otra persona, no importa cuántas veces esa persona haya pecado contra él (Véase Mateo 18:21-22), Él reflejaba la actitud de Dios con respecto al perdón. Isaías 43:25 dice, "Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados". ¡Anímese! Dios quiere que usted viva con la seguridad del perdón y siga adelante con Sus propósitos con toda confianza. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2da Timoteo 1:7, NVI).


Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

martes, 25 de octubre de 2011

Un tal Jesús

Un tal Jesús


Un Cristo actual

Muchos  "Cristos"

Ninguna  figura  de  la  historia  ha  sido  tan  manipulada  como  la  de  Jesucristo.  Escritores,  predicadores  y  maestros  de  religión  nos  presentan  mil  figuras  de  Cristo,  muchas  veces  fabricadas  a  su  amaño.  Algunos  nos  muestran  a  un  Cristo  "trascendente"  que  viene  de  las  nubes,  tan  encumbrado  y  lejano  que  impone  sólo  miedo  y  temerosa  reverencia.  Es  el  Cristo  de  sacristía,  propio  para  "beatos"  y  rezanderos.  Otros  vulgarizan  demasiado  a  Cristo,  y  lo  revisten  de  sus  propias  ideologías  y  gustos  sociopolíticos.  Tenemos  así  al  Cristo  guerrillero  o  revolu­cionario,  al  Cristo  hippie,  tan  vulgarizado  y  disminuido  en  su  grandeza  que  todos  le  pierden  el  respeto.  O  al  otro  Cristo  burgués,  el  Cristo  yuppie,  o  de  la  Nueva  Era,  que  condesciende  con  todas  las  injusticias  y  liviandades  de  los  cristianos  medio­cres,  acomodados  en  un  cristianismo  rutinario  y  formalista  que  huye  del  compromiso  y  el  sacrificio,  y  permanece  impávido  ante  las  necesidades,  dolores  y  privaciones  del  prójimo.  No  sirve  para  mucho  tampoco  el  Cristo  filosófico  tan  abstracto  y  racionalmen­te  depurado  que  nos  presentan  algunos  teólogos.  Un  Cristo  más  idea  que  realidad;  más  discurso  o  sermón,  que  persona  de  carne  y  hueso;  más  teoría  que  vida.

¿Cuál  es  el  Cristo  verdadero?

La  verdad  es  que  sí  necesitamos  a  un  Cristo  identificado  con  la  humanidad,  a  un  Cristo  accesible  y  solidario  con  nuestros  problemas,  un  Cristo  cercano  y  "actual",  aunque  sin  desteñirse  de  su  calidad  esencial  de  Hijo  de  Dios  y  Mesías,  Salvador  del  mundo.

Como  aquellos  griegos  que  fueron  a  las  fiestas  a  Jerusalén  y  hablaron  con  Andrés  y  Felipe,  mucha  gente  hoy  "quiere  ver  a  Jesús"  (Juan  12:21).  Pero  no  el  Jesús  estereotipado  de  los  altares  y  prédicas  tradicionalistas.  Alguien  tiene  que  mostrarles  a  un  Jesús  diferente:  un  Jesús  cercano,  concreto,  actual,  solidario  con  la  realidad  en  la  que  nos  movemos  y  vivimos  hoy;  un  Jesús  como  el  que  cautivó  a  sus  contemporáneos  en  la  Palestina  del  siglo  primero.  El  Jesús  sabio,  sencillo  y  cercano  que  hablaba  la  lengua  de  su  pueblo,  sentía  sus  sinsabores  y  frustraciones,  aliviaba  sus  penas  y  dolores  y  los  desafiaba  con  su  evangelio  de  amor,  solidaridad  y  perdón.  Ese  Jesús  taumaturgo  y  poderoso,  pero  a  la  vez  sencillo,  humano  y  amoroso  que  enseña  los  altos  ideales  de  la  santidad  y  la  virtud,  al  mismo  tiempo  que  comprende  nuestras  flaquezas,  fallas,  debilidades  y  miserias.

Para  descubrir  al  Cristo  verdadero  en  medio  de  tantas  falsi­ficaciones  de  Cristo,  debemos  regresar  a  las  fuentes:  a  los  Evan­gelios,  a  la  Biblia.  Allí  está  el  verdadero  Cristo.  Lo  sorprendere­mos  en  acción,  tal  como  él  es:  trascendente,  como  Hijo  de  Dios,  y  uno  con  el  Padre  y  el  Espíritu  Santo.  Este  Cristo,  en  verdad  supera  la  capacidad  de  comprensión  de  nuestra  mente  porque  pertenece  a  los  arcanos  misteriosos  de  la  divinidad.  Pero  aún  así,  sin  comprender  del  todo  el  misterio  del  Jesús,  Hijo  de  Dios,  nos  será  de  mucho  provecho  saber  que  contamos,  en  el  seno  de  la  Trinidad,  con  un  Cristo  que  ha  existido  siempre  y  que  es  infinito  en  poder  y  majestad,  tal  como  lo  describe  Juan  en  el  prólogo  de  su  Evangelio  (Juan  1:1-14).  Pero  a  la  vez  un  Cristo  que  ha  puesto  esos  mismos  poderes  y  prerrogativas  de  su  divinidad  al  servicio  de  los  hombres,  como  garantía  de  gracias  y  bendiciones  para  todos  los  que  se  hacen  sus  seguidores  y  amigos.

El  Cristo  del  amor

El  eslabón  que  une  los  dos  misterios  de  Jesús  se  llama  "amor".  La  Biblia  dice  que  "Dios  es  amor"  (1  Juan  1:8).  El  amor  es  la  fuerza  que  impulsa  a  dar,  a  entregar,  a  unirse  al  otro,  a  salir  a  su  encuentro.  Por  eso  la  mejor  definición  de  amor  es  "entrega".  Y  en  Dios  se  convierte  en  "gracia".  Porque  Dios  es  amor  y  al  amar  busca  participar  de  sus  bienes  gratuitamente,  incluyendo  su  vida  y  su  felicidad.  Fue  este  amor  divino  el  que  impulsó  al  Padre  y  al  Hijo  a  concebir  el  maravilloso  plan  de  la  redención  del  hombre.  Fue  este  mismo  amor  el  que  impulsó  al  Hijo  a  ofrecerse  como  realizador  en  la  tierra  de  este  plan;  a  encarnarse,  a  hacerse  él  mismo  hombre,  vivir  como  hombre,  sufrir  y  luchar  como  hombre  y  morir  como  hombre,  para  conseguir  la  redención  del  hombre.  El  evangelista  Juan  resume  todo  este  planteamien­to  de  una  manera  admirable  cuando  escribe  que  "tanto  amó  Dios  al  mundo,  que  dio  a  su  Hijo  unigénito  para  que  todo  el  que  cree  en  él  no  se  pierda,  sino  que  tenga  vida  eterna"  (Juan  3:16).

Jesús,  el  Dios  hecho  carne

El  mundo  reclama  hoy  un  Cristo  cercano,  de  carne  y  hueso.  Y  en  Jesucristo  lo  encuentra.  Jesucristo  es  el  único  Dios  que  se  ha  hecho  carne  y  ha  venido  a  vivir  con  los  hombres,  como  uno  de  ellos  (Juan  1:14).  En  él  se  conjugan  dos  realidades:  la  de  Dios  y  la  del  hombre,  la  del  tiempo  y  la  de  la  eternidad.  Nadie  podrá  comprenderlo  como  hombre,  si  primero  no  lo  acepta  como  Dios.  Esta  doble  naturaleza  le  permite  ser  "puente"  entre  la  tierra  y  el  cielo.  A  través  de  él  ha  quedado  abierta  la  comunicación  de  todo  el  poder  y  la  gracia  de  Dios.  Él  nos  asegura  y  comunica  todas  las  bendiciones  y  favores  del  Altísimo.  Como  dice  la  carta  a  los  Hebreos:

...en  Jesús,  el  Hijo  de  Dios,  tenemos  un  gran  sumo  sacerdote  que  ha  atravesado  los  cielos.  Por  lo  tanto  debemos  aferramos  a  la  fe  que  profesamos.  Porque  no  tenemos  un  sumo  sacerdote  incapaz  de  compadecerse  de  nuestras  debili­dades,  sino  uno  que  ha  sido  tentado  en  todo  de  la  misma  manera  que  nosotros,  aunque  sin  pecado. Hebreos  4:14-15

Tenemos  aquí  al  Jesús  que  buscamos:  al  Jesús  cercano,  actualizado,  hombre  con  los  hombres,  pobre  con  los  pobres,  de  nuestra  propia  raza  y  de  nuestro  propio  tiempo.  De  hecho,  de  todos  los  tiempos.  La  intemporalidad  que  le  presta  su  divinidad  le  permite  hacerse  actual:  Hombre-Dios  de  todos  los  tiempos  y  de  todos  los  hombres.  En  él  se  dan  cita  "el  tiempo"  de  Dios  (kairós),  con  el  tiempo  de  los  hombres  (kronos).  Después  de  resucitado,  vencedor  de  la  muerte,  ésta  ya  no  tiene  poder  sobre  su  existencia,  que  aunque  sigue  siendo  humana,  a  la  vez  que  divina,  no  se  circunscribe  a  una  sola  época,  sino  que  se  extiende  a  todas  las  épocas.  Es  lo  que  quiere  decir  aquello  de  que  "Jesu­cristo  es  el  mismo  ayer  y  hoy  y  por  los  siglos"  (Hebreos  13:8).

El  Jesús  al  alcance  de  todos

No  podemos  matricular  o  circunscribir  a  Jesús  absoluta  y  exclusivamente  en  una  época  determinada;  ni  mucho  menos,  en  una  raza  o  categoría  humana  determinada;  ni  muchísimo  menos  en  una  doctrina  o  grupo  religioso  en  particular.  Jesús,  como  enviado  del  Padre,  Dios  encarnado,  Redentor  y  Salvador  de  la  humanidad,  está  disponible  para  todos.  Aunque  como  hombre  nació  en  un  tiempo,  raza,  país  y  cultura  determinados,  como  Hombre-Dios  pertenece  a  todas  las  épocas,  razas  y  culturas;  y  se  actualiza  en  todos  los  tiempos.  A  través  de  él,  el  Dios  Padre  infinito  y  poderoso  se  entiende  con  todos  los  mortales,  de  todos  los  tiempos  y  de  todas  las  categorías  humanas:  hombre  o  mujer,  sabio  o  ignorante,  pobre  o  rico,  joven  o  viejo,  niño  o  adulto.  Su  doble  categoría  de  Hijo  de  Dios  y  hermano  de  los  hombres  le  permite  servir  de  puente  e  intermediario.  En  él,  Dios  mismo  se  ha  hecho  uno  de  nosotros;  se  ha  identificado  con  todas  nuestras  angustias  y  problemas.  Podemos  comprobarlo  observando  la  forma  de  actuar  de  Jesús.  Todas  sus  palabras  revelan  una  franca  simpatía  por  todo  lo  humano.  Fue  un  maestro  compasivo  y  comprensivo.  Cuando  a  todos  se  les  agotaba  la  paciencia,  él  permanecía  apacible,  hablando  de  perdón,  restaurando  pecado­res,  sanando  enfermos  del  cuerpo  y  del  espíritu.  La  lista  es  interminable:  Nicodemo,  Zaqueo,  la  Magdalena,  Pedro,  Tomás,  los  novios  de  la  boda  en  Cana,  los  discípulos  de  Emaús,  la  mujer  adúltera,  la  samaritana,  el  ladrón  en  la  cruz,  los  leprosos,  la  mujer  cananea  y  muchos  más.  Todos  sus  milagros  fueron  moti­vados  por  la  compasión  y  la  simpatía  que  entregó  inclusive  a  sus  enemigos,  los  mismos  que  le  persiguieron,  atacaron  y  crucifica­ron.  Una  sola  frase  revela  la  capacidad  infinita  de  perdón  de  su  corazón  magnánimo:  "...  Padre,  perdónalos,  porque  no  saben  lo  que  hacen"  (Lucas  23:34).

Jesús,  un  hombre  para  nuestra  época

Quizás  nada  hace  tan  actual  y  necesario  hoy  a  Jesucristo  como  su  manera  de  amar.  Él  enseñó  un  amor  desconocido  en  su  tiempo  y  que  hoy  poco  se  practica.  Podría  llamarse  amor  de  aceptación.  Es  esa  clase  de  amor  que  nos  hace  amar  no  por  lo  que  es  o  tiene  el  ser  amado,  sino  a  pesar  de  lo  que  es  o  no  es,  tiene  o  no  tiene.  Es  una  especie  de  amor  de  desprendimiento,  despojado  de  egoísmos  e  intereses  utilitarios.  Todos  amamos  con  muchas  condiciones.  El  amor  de  Cristo,  como  expresión  del  amor  de  Dios,  es  incondicional.  Ni  siquiera  espera  ser  amado  para  amar.  Es  la  clase  de  amor  que  hemos  descrito  al  principio  de  este  capítulo  como  amor  de  entrega.  El  amor  que  identifica  a  Dios.  Este  es  el  amor  que  practica  Jesús  y  que  propone  a  sus  seguido­res  como  único  camino  para  resolver  los  odios,  divisiones,  ren­cores  y  rivalidades  que  están  carcomiendo  a  la  humanidad.  Hay  que  regresar  a  esta  clase  de  amor  enseñado  y  practicado  por  Jesús,  y  magníficamente  interpretado  y  descrito  por  Pablo  en  el  capítulo  13  de  su  primera  carta  a  los  Corintios:

Un  amor  que  es  paciente  y  bondadoso;  que  no  es  envidioso  ni  jactancioso  ni  orgulloso.  Que  no  es  egoísta  ni  se  comporta  con  rudeza.  No  se  enoja  fácilmente  ni  guarda  rencor.  Que  no  se  deleita  en  la  maldad  sino  que  se  regocija  con  la  verdad.  Un  amor  que  todo  lo  disculpa,  todo  lo  cree,  todo  lo  espera,  todo  lo  soporta... 1  Corintios  13:4-7

Tenemos  aquí  una  receta  para  vivir  en  paz  y  armonía.  Una  solución  de  altísimo  calibre  a  los  males  de  una  humanidad  zarandeada  por  odios  de  todo  orden,  divisiones,  discriminacio­nes,  guerras,  contiendas,  persecuciones  e  injusticias.  Es  esta  clase  de  enseñanza  la  que  hace  que  Cristo  sea  más  necesario  y  actual  hoy  más  que  nunca.
Hay  por  último  un  rasgo  muy  especial  de  Jesús  que  lo  convierte  en  un  personaje  muy  propio  para  esta  época  de  ejecutivos  y  hombres  y  mujeres  de  empresa:  y  es  su  dinamismo  y  acción  eficaz.  La  empresa  de  salvación  que  lo  trajo  a  la  tierra  no  sólo  fue  preparada  minuciosamente,  en  todos  sus  detalles,  con  mucha  anticipación  y  en  consulta  con  su  Padre,  sino  que  Jesús  la  realizó  plena  y  eficazmente  hasta  sus  últimas  consecuencias.  Por  eso  pudo  decir  desde  la  cruz,  al  momento  de  su  partida:  "Todo  se  ha  cumplido"  (Juan  19:30).  Unas  horas  antes,  en  diálogo  con  su  Padre  le  había  expresado:  "Padre,  yo  te  he  glorificado  en  la  tierra,  y  he  llevado  a  cabo  la  obra  que  me  encomendaste..."  (Juan  17:4).

Jesús  fue  un  gran  administrador  de  su  empresa  de  salvación  y  ejecutor  fiel  de  la  misma,  en  consulta  permanente  con  su  Jefe.  Por  eso  es  confiable.  Todo  lo  que  prometió  lo  cumplió.  Prometió  resucitar,  y  se  levantó  del  sepulcro  al  tercer  día.  Prometió  a  sus  discípulos  al  Espíritu  Santo,  y  en  Pentecostés  llegó,  y  en  qué  forma.  Su  eficacia  se  evidencia  en  mil  formas;  no  sólo  cuando  hace  efectiva  su  acción  de  perdón  y  salvación  para  todos  los  que  le  buscan  y  aceptan  con  fe,  sino  cuando  cura  enfermedades,  da  consejos,  resuelve  problemas,  responde  a  preguntas  difíciles,  elige  su  equipo  de  discípulos,  organiza  lo  que  será  su  iglesia,  da  órdenes  y  proyecta  su  ministerio:  atiende  a  la  gente,  aconseja,  sana,  predica,  reprende  y  decide.

Jesús  el  mismo  ayer  y  hoy

La  tónica  de  la  acción  eficaz  de  Jesús  no  ha  cambiado.  Hoy  como  ayer  sigue  realizando  su  noble  empresa  de  redención  y  salvación  con  la  misma  eficacia  de  siempre.  Sigue  personalmente  interesado  en  que  su  ministerio  de  salvación  se  cumpla  hasta  los  últimos  confines  de  la  tierra.  Por  eso  ha  prometido  a  sus  seguidores  y  a  los  que  nos  hemos  embarcado  con  él  en  su  empresa  redentora,  a  acompañarnos  todos  los  días,  "hasta  el  fin  del  mundo"  (Mateo  28:20).  Y  para  hacer  efectiva  su  promesa,  nos  promete  que  "cual­quier  cosa  que  pidamos  en  su  nombre,  la  hará"  (Juan  14:13).

Los  hombres  y  las  mujeres  no  han  cambiado  mucho  desde  los  tiempos  cuando  Jesús  vivió  en  la  tierra.  Sus  necesidades,  ambi­ciones  y  problemas  siguen  siendo  básicamente  las  mismas.  Su  espíritu,  pensamiento  y  corazón  experimentan  las  mismas  ten­taciones,  emociones,  ilusiones,  aspiraciones  y  frustraciones.  Para  todas  estas  situaciones,  problemas  y  necesidades,  Jesús  tiene  solución  y  respuesta.  Sólo  que  hay  que  buscarlo,  pregun­tarle,  pedirle.  Y  aceptar  su  oferta  de  salvación;  seguir  sus  ins­trucciones;  pedir  su  ayuda.  Tenemos  su  palabra  de  que  "...  el  que  a  mí  viene  no  lo  rechazo"  (Juan  6:37).

Fuente: Jaramillo, L. (1998) Un tal Jesús. Ed. VIDA EE.UU.

Devocional Día 99

Devocional Día 99
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

1. PECADO

Primero, debemos reconocer el impacto del pecado en nuestra vida. Según dice la Biblia, hay "abundancia" de pecado (Santiago 1:21), y nuestra naturaleza caída es causa de muchos problemas y malos entendidos con respecto a nuestra fe, obediencia y oraciones. "Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos" (vv. 21-22).

Cuando hay pecado—especialmente pecado voluntario— en su vida y usted no obedece la Palabra, Dios no le escucha. Usted no recibirá Su favor. Isaías 59:2 nos dice, "pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír" y Salmos 66:18 dice, "sí en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado". Primera de Juan 3:22 dice, "y recibimos todo lo que le pedimos porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada" (NVI, el énfasis fue añadido).

Sin embargo, cuando pecamos, 1ra Juan 2:1 nos asegura que, "si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo". Las Escrituras también nos prometen:

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra (2da Crónicas 6:14, el énfasis fue añadido).

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

lunes, 24 de octubre de 2011

Devocional Día 98

Devocional Día 98
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Impedimentos para recibir respuesta a la oración

Deshacer los impedimentos de nuestras vidas nos permitirá vivir en armonía con Dios y los demás, y, tendremos confianza en la oración.

Además de los obstáculos descritos en el capítulo anterior, hay impedimentos espirituales y emocionales en nuestras oraciones, los cuales debemos tratar si deseamos tener una verdadera confraternidad con Dios y recibir respuestas a nuestras oraciones. Algunos de estos impedimentos han sido discutidos en otras secciones y contextos de este libro. Sin embargo, los he incluido aquí de manera más sistemática para que podamos reconocer y entender los mayores obstáculos que entorpecen nuestras oraciones, y, por consiguiente, tratar con ellos más efectivamente.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

sábado, 22 de octubre de 2011

Devocional Día 97

Devocional Día 97
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Barreras para recibir respuesta a la oración

PRINCIPIOS

Los seis obstáculos para la oración contestada son—

1) Aprender de la oración, pero no practicarla: Obtenemos un falso sentido de satisfacción cuando aprendemos de la Biblia y de la oración pero que no vivimos lo que hemos aprendido. No es asunto de cuánto sabemos; nuestro conocimiento no nos ayudará espiritualmente a menos que lo pongamos en práctica. El mejor método es orar.
2) Consentimiento mental en vez de acción: El consentimiento mental asiente con Dios pero no cree en Dios. Una variación del consentimiento mental es el "sentido de conocimiento".
3) Esta actitud dice: "Creeré cuando lo vea"; mientras que la fe es creer antes que veamos la manifestación de nuestras oraciones. Santiago 1:22 nos dice que si pensamos que sólo escuchar la Palabra es suficiente, estamos equivocados. Debemos creer la Palabra y ponerla en práctica.
4) Oír la Palabra, pero no asimilarla: Cuando no asimilamos la Palabra, Satanás se la roba para que no haga impacto en nuestra relación con Dios. Asimilamos la Palabra meditando en ella, dejándola que entre en nuestro espíritu. Cuando esto sucede, el diablo no puede parar la Palabra porque Dios ahora tiene algo que Él puede usar para cumplir Su voluntad en nuestras vidas.
5) Ilusionar en vez de tener fe: Hay dos maneras en que la idea de esperar puede interferir con lo que Dios quiere cumplir por medio de la oración: (1) cuando aplicamos la definición bíblica de esperar (cumplimiento futuro) a las situaciones de fe del día presente; y (2) cuando nuestra esperanza no es la bíblica sino que es realmente sólo ilusiones.
6) Orar pidiendo fe: Cuando ora pidiendo fe, oramos para creer. Ese tipo de oración realmente se basa en la incredulidad, y, por lo tanto, no será contestada. La fe viene y aumenta cuando oímos y creemos la Palabra, y, la ponemos en práctica.
7) Preocupaciones del mundo/Holgazanería: Si somos muy perezosos como para orar, nos arriesgamos a que Dios nos llame "siervo malo y negligente" (Mateo 25:26) con respecto a este propósito crucial para nuestras vidas. Cuando permitimos que las muchas preocupaciones de esta vida nos excluyan nuestra práctica de orar, entonces lo que sabemos de la oración, no dará ningún fruto en nuestras vidas.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

viernes, 21 de octubre de 2011

Devocional Día 96

Devocional Día 96
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



OREMOS JUNTOS

Padre celestial:

Tu Palabra dice: "Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe" (1ra Pedro 5:8-9). Te pedimos que nos ayudes a permanecer alerta a los obstáculos en nuestras vidas que el enemigo quiere usar para destruir nuestro potencial en la oración. Ayúdanos a resistirlo mientras permanecemos firmes en la fe. Permite que Tu Santo Espíritu nos muestre dónde estamos siendo engañados en nuestras actitudes hacia la oración y la Palabra para que podamos practicar la oración verdadera y eficaz. Te pedimos estas cosas en el nombre de Jesús, quien resistió al enemigo por medio del poder de Tu Palabra. Amén.

PONIENDO EN PRÁCTICA LA ORACIÓN

Pregúntese usted mismo:

• ¿Cuál de estos obstáculos describe mejor mi práctica de oración y de la lectura de la Palabra?
• ¿Por qué actitudes o perspectivas debo arrepentirme para poder levantarme de este obstáculo por medio de la Palabra de gracia?

Pasos de acción:

• Escoja un obstáculo que represente su práctica habitual de oración. Concienzudamente tome pasos para corregirlo, aplicándole la verdad de la Palabra de Dios.
• Cada día, mientras lea la Biblia, pídale a Dios que abra los ojos de su corazón para ver lo que Él le está diciendo por medio de Su Palabra. Practique la meditación pasando el tiempo pensando acerca de las implicaciones y aplicaciones de lo que usted ha leído.
• Esta semana, después de la iglesia pase al menos cinco minutos sentado quietamente, reflexionando en el mensaje y en lo que Dios está diciéndole por medio de ese mensaje.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

jueves, 20 de octubre de 2011

Cualidades de un líder - Tip 7

Tips
Cualidades indispensables de un líder

DISCERNIMIENTO

PON FIN A LOS MISTERIOS NO RESUELTOS

Los líderes inteligentes creen solo la mitad de lo que oyen. 
Los líderes con discernimiento saben cuál mitad creer.
—John C. Maxwell

Primera regla de los huecos: Cuando te encuentres en uno, deja de cavar.
—Molly Ivins, columnista

SIEMPRE EN EL CENTRO DEL PROBLEMA

Marya Sklodowska, de Polonia, siempre quiso llegar al corazón de las cosas. Cuando era niña, amaba la escuela y amaba aprender. Cuando sus padres perdieron sus trabajos como maestros, tuvieron que tomar huéspedes para sobrevivir y ella pasó horas interminables ayudando en las tareas domésticas. Pero eso no le impidió ser la primera de su clase al terminar la secundaria. Los exámenes eran en ruso.

Ya que la educación superior estaba fuera de su alcance, se convirtió en consejera e institutriz. De alguna forma se las arregló para ahorrar suficiente dinero y mandar a su hija mayor a estudiar medicina en París. Más tarde ella misma se mudó a Francia para estudiar en la Sorbona. Dos años más tarde terminó como la primera de su clase en Física y en otro año de estudio ganó su grado de maestría en Matemáticas.

Se dedicó, entonces, tiempo completo a investigar para una sociedad industrial francesa. Sin embargo, su pasión verdadera estaba en desentrañar el secreto de los rayos de uranio.

Mientras buscaba un laboratorio mejor, Marya conoció a un hombre que se convertiría en su esposo y en su compañero de investigación, Pierre. Probablemente hayas oído de Marya Sklodowska, pero quizás más por el nombre que ella prefirió usar después de casarse con Pierre Curie en 1895: Madame Marie Curie.

Marie Curie sentó las bases para el trabajo en el campo de la radioactividad (término que ella misma acuñó), y abrió la puerta al estudio de la física nuclear y la radiología médica moderna. Cuando Pierre murió en un accidente en 1906, Marie Curie continuó el trabajo e hizo muchos descubrimientos adicionales.

«La vida no es fácil para ninguno de nosotros», dijo en cierta ocasión, «pero, ¿qué importa eso? Tenemos que tener perseverancia y sobre todo confianza en nosotros mismos. Tenemos que creer que estamos dotados para algo y que eso tiene que lograrse». Su investigación le trajo muchos reconocimientos: Trece medallas de oro, diecinueve diplomas y dos Premios Nobel (en física y en química).

La tenacidad de Curie era evidente no solo en su deseo de saber sino en la aplicación práctica de sus investigaciones. Durante la Primera Guerra Mundial se dio cuenta de lo que estaba sucediendo en los campos de batalla y reconoció que la tecnología que había descubierto podía ayudar a salvar vidas. Ella y su hija Irene (quien más tarde ganaría también un premio Nobel) desarrollaron la radiografía-X y después dirigió un movimiento para dotar a las ambulancias con equipos de rayos X. Madame Curie entrenó a ciento cincuenta técnicos para usar sus equipos. También ayudó a fundar el Instituto de Radium de la Universidad de París. No solo dirigió la construcción de sus laboratorios, sino que levantó fondos en Europa y los Estados Unidos para equiparlos.

Curie dijo: «Nada en la vida debe temerse. Solo debe entenderse». Su inteligencia y discernimiento le permitieron entender y descubrir muchas cosas que han tenido un impacto positivo en nuestro mundo. Desafortunadamente, su agudo discernimiento no se extendió a su salud. En el clímax de su investigación con materiales radiactivos no se protegió lo suficiente de los efectos de la radiación. Su trabajo la fue matando en forma lenta. Murió de leucemia en 1934, después que su salud hubo declinado repentinamente. Tenía sesenta y seis años de edad.

AL GRANO

El discernimiento puede describirse como la habilidad de encontrar la raíz del problema, y descansa tanto en la intuición como en el pensamiento racional. Los líderes efectivos necesitan discernimiento, aun cuando los buenos líderes no lo demuestran siempre. Por ejemplo, lee estos comentarios hechos por algunos líderes. Son como sus famosas últimas palabras:

«Te digo que Wellington como general es malo, los soldados ingleses también son malos; para la hora del almuerzo ya habremos resuelto el problema».
—Napoleón Bonaparte, en un desayuno con sus generales antes de la batalla de Waterloo(1815).

«Creo que hay un mercado mundial para aproximadamente cinco computadoras».
—Thomas J. Watson, presidente de IBM (1943)

«No necesito guardaespaldas».
—Jimmy Hoffa, un mes antes de su desaparición (1975)

El discernimiento es una cualidad indispensable para cualquier líder que desea lograr el máximo de efectividad. Esto ayuda ha hacer muchas cosas importantes:


1. Descubre la raíz del problema

Los líderes de grandes organizaciones tienen que vérselas cada día con tremendos caos y complejidades. Nunca pueden reunir suficiente información como para tener un cuadro completo de casi nada. Como resultado tienen que confiar en el discernimiento. El investigador Henry Mintzberg de la Universidad Mc Gill afirmó: «La efectividad organizacional no descansa en el estrecho concepto llamado racionalidad, sino en la mezcla de una lógica clara y una intuición poderosa». El discernimiento permite al líder ver un cuadro parcial, llenar los espacios en blanco intuitivamente, y hallar el verdadero corazón del problema.

2. Realza la solución de tu problema

Si puedes ver la raíz del problema, puedes resolverlo. Mientras más cerca está un líder a su área de inclinación, más fuerte será su capacidad y habilidad para ver las causas que originaron el problema. Si quieres aprovechar tu potencial de discernimiento, trabaja en tus áreas fuertes.


3. Evalúa tus opciones para un impacto máximo

El asesor de administración Robert Heller tiene este consejo: «Nunca ignores un presentimiento, pero nunca pienses que eso es suficiente». El discernimiento no se basa solo en la intuición, tampoco descansa solo en el intelecto. El discernimiento te permite usar tanto tu valor como tu cabeza para encontrar la mejor posición para tu gente y tu organización.

4. Multiplica tus oportunidades

Las personas que carecen de discernimiento raras veces están en el lugar correcto en el momento exacto. Aunque para algunos observadores los grandes líderes con frecuencia parecen ser personas dichosas, creo que como resultado del discernimiento que usa su experiencia y sigue sus instintos, ellos crean su propia «suerte».

REFLEXIONEMOS

¿Eres un líder con discernimiento? ¿Puedes identificar con facilidad el corazón del problema cuando te enfrentas a asuntos complejos? ¿Eres capaz de ver las raíces de problemas difíciles sin tener que obtener cada ápice de información? ¿Confías en tu intuición y descansas en ella tanto como lo haces en tu intelecto y experiencia? Si no es así, necesitas cultivarlo. Valora el pensamiento no tradicional. Acepta el cambio, la ambigüedad y la incertidumbre. Amplía tus horizontes experimentalmente. Tu intuición solo aumentará con el uso.

CONVENCIMIENTO

Para mejorar tu discernimiento, haz lo siguiente:

• Analiza éxitos pasados. Piensa en algunos problemas que hayas resuelto exitosamente en el pasado. ¿Cuál fue la raiz del problema en cada caso? ¿Qué te permitió tener éxito? Si puedes captar el corazón del problema en pocas palabras, probablemente podrás hacerlo con asuntos futuros.

• Aprende cómo piensan otros. ¿A qué grandes líderes admiras? Escoge algunos cuya profesión o talento sea similar al tuyo, y lee sus biografías. Al aprender cómo piensan otros líderes con discernimiento, puedes tú mismo llegar a tener más discernimiento.

• Pon atención a tu propio valor. Trata de recordar algunas veces cuando tu intuición te «habló» y fue cierto (pudiste haberla escuchado o no en ese momento). ¿Qué tienen esas experiencias en común? Busca un patrón que pueda darte perspicacia en tu habilidad intuitiva.

PARA EXTRAER DIARIAMENTE

Por largo tiempo los suizos tuvieron el monopolio de la fabricación de relojes. Hacían los mejores relojes que se podían comprar, y para la década de 1940 a 1950 produjeron el 80% de todos los relojes del mundo. A finales de la década de los sesenta, cuando un inventor presentó a los líderes de una compañía suiza una idea para un nuevo tipo de reloj, ellos la rechazaron. En realidad, cada compañía suiza a la que él le hizo la propuesta tuvo la misma reacción negativa.

Sabiendo que su diseño tenía mérito, se lo llevó a una compañía en Japón. El nombre de la organización fue Seiko, el diseño del reloj era digital, y hoy, el 80% de todos los relojes usan un diseño digital.

Una decisión movida por el discernimiento puede cambiar el curso completo de tu destino.

Fuente: Maxwell, J.C. (2000) Las 21 cualidades indispensables de un líder. Betania. EE.UU.

Devocional Día 95

Devocional Día 95
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Barreras para recibir respuesta a la oración

6. PREOCUPACIONES DEL MUNDO/HOLGAZANERÍA

Hay un último obstáculo que quiero mencionar: La oración del todo descuidada, ya sea por medio de una absoluta holgazanería o por las distracciones y ocupaciones de la vida. La holgazanería y la negligencia son las peores razones para no orar. Ninguno de nosotros quiere que Dios le llame "siervo malo y negligente" (Mateo 25:26) con respecto a este propósito crucial para nuestras vidas.

En la parábola del sembrador, Jesús dijo: "El que fue sembrado en espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa" (Mateo 13:22). Cuando una persona no quiere molestarse con la oración porque él siente que tiene cosas más importantes que hacer o cuando permite que las muchas preocupaciones de esta vida le excluyan su práctica de orar, entonces todo lo que él sabe de la oración, no dará ningún fruto en su vida.

Mateo 3:10 dice: "Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego". Debemos ser cuidadosos en no ser complacientes en nuestro conocimiento de la Palabra y negligentes al nutrirla. Por lo tanto, cuando oímos, asimilamos y aplicamos la Palabra, llevaremos el fruto de mucho crecimiento espiritual y oraciones contestadas. Veremos a Dios en su propósito original para bendecir toda la tierra por medio de nuestras propias vidas.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Devocional Día 94

Devocional Día 94
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



Barreras para recibir respuesta a la oración

5. ORAR PIDIENDO FE

Lucas 17:5dice: "Dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe" ¿Alguna vez ha hecho usted una oración como esa? Usted está en buena compañía. Los discípulos vivieron con Jesús por más de tres años. Ellos lo vieron echar fuera demonios, sanar enfermos y levantar muertos, y todavía le pidieron, "auméntanos la fe". Su respuesta fue maravillosa. "Entonces el Señor dijo: 'Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro: 'Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecería'" (v. 6).

Cuando estuve en Israel, se me mostró un árbol de mostaza. Era imponente. Después se me mostró una semilla de mostaza. Es imposible imaginar que un árbol tan inmenso pueda venir de una semilla tan pequeñita. Jesús le estaba diciendo a Sus discípulos: "Ustedes no necesitan más fe; sólo con un poco moverán montañas. Con lo poco que ustedes tienen, pueden hacer mucho, pero no la están usando".

No es el tamaño de su fe lo que cuenta—es el tamaño de su Dios.

Cuando usted ora pidiendo fe, está orando para creer. No creo que usted ore para creer. Una persona cree o no cree. Ese tipo de oración realmente se basa en la incredulidad, y, por lo tanto, no será contestada. Nunca he oído que a alguien le fuera aumentada su fe al orar para que fuera aumentada. La fe crece a medida que la Palabra sea tomada dentro de nuestras vidas y actuemos conforme a ella. Romanos 10:17 dice: "Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios". La fe viene y aumenta cuando oímos y creemos la Palabra, y, la ponemos en práctica.

No es el tamaño de su fe lo que cuenta—es el tamaño de su Dios. Si usted cree, usted activa el cielo. Quizás usted esté pensando: "No estoy seguro de tener fe". "La fe viene por el oír...la palabra de Dios". Si usted quiere aumentar su fe, aumente su ración de la Palabra de Dios. Lo que usted sepa de la Palabra llega a ser el límite de su fe porque usted puede creer sólo de lo que conoce. Por eso es muy importante pertenecer al cuerpo local de creyentes donde la enseñanza sea sana y cubra todos los aspectos de la vida cristiana. Necesitamos entender cómo Dios opera en cada área de la vida porque queremos tener fe en todas esas áreas. Jesús dijo: "Conforme a vuestra fe os sea hecho" (Mateo 9:29).

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

martes, 18 de octubre de 2011

Un tal Jesús

Un tal Jesús


A  manera  de  introducción

En  el  año  64  de  nuestra  era  ardió  Roma.  Este  incendio  fue  atribuido  al  emperador  Nerón,  aunque  este  lo  achacó  a  los  cristianos.  Cornelio  Tácito,  famoso  historiador  romano,  escribió  a  principios  del  siglo  II  acerca  de  este  acontecimiento;  y  trata  de  explicar  la  palabra  "cristiano",  diciendo  que  se  deriva  "de  un  tal  Cristo  ajusticiado  por  el  procurador  Poncio  Pilato,  bajo  el  imperio  de  Tiberio".  Y  agrega  que  después  de  la  muerte  de  este  "tal  Cristo",  "su  funesta  superstición  ha  encontrado  el  camino  de  Roma,  donde  ha  conseguido  muchos  seguidores,  después  del  incendio".

Y  no  fue  sólo  en  Roma;  en  todo  el  Asia  Menor,  el  norte  de  África,  en  Siria,  Fenicia,  Grecia  y  las  islas  mediterráneas,  el  "tal  Cristo"  sería  adorado  y  reconocido  como  el  Hijo  de  Dios,  cuya  muerte  en  la  cruz  reconcilió  al  hombre  con  Dios  y  lo  restableció  en  gracia  y  salvación.

La  palabra  "cristiano"  se  ha  devaluado  por  su  uso  y  abuso.  Ahora  puede  significar  mil  cosas:  desde  iglesias,  organizaciones  y  empresas,  hasta  partidos  políticos,  movimientos  culturales  y  escuelas  de  pensamiento.  "Cristianismo"  es  en  efecto  para  mu­chos,  un  sistema  de  ideas  o  un  conjunto  de  prácticas  y  ritos;  una  visión  de  la  vida  y  del  mundo  o  una  forma  tradicional  de  identificación  religiosa.
Sin  embargo,  este  nombre  nació  más  como  una  incriminación  vergonzosa  a  un  grupo  de  personas  creyentes,  seguidoras  de  Jesús,  en  la  ciudad  de  Antioquía  (Hechos  11:22);  y  tiene  relación  directa  con  una  persona,  una  muy  particular  persona.  Lo  confirman  así  los  primeros  siglos.  Cayo  Plinio  II,  gobernador  romano  de  la  Bitinia,  Asia  Menor,  consulta  al  emperador  Trajano  hacia  el  año  112  sobre  qué  hacer  con  "estos  cristianos,  acusados  de  muchos  crímenes,  que  se  niegan  a  dar  culto  al  emperador;  y  adoran  a  un  tal  Cristo  a  quien  cantan  himnos  y  reconocen  como  único  Dios".

En  la  iglesia  primitiva,  todo  era  memoria  y  recuerdo  de  Jesús  el  Cristo.  Todas  sus  reuniones  se  hacían  "en  el  nombre  de  Cristo,  el  Salvador".  Comían  juntos  y  celebraban  el  sacramento  de  la  Cena  del  Señor,  como  un  "memorial"  de  la  pasión  y  muerte  de  su  Maestro.  Y  sus  oraciones  debían  terminar  "en  el  nombre  de  nuestro  Señor  Jesucristo".  Esta  clase  de  "recuerdos"  mantenía  viva  la  llama  de  la  fe,  y  activa  la  práctica  del  evangelio  entre  los  seguidores  de  Jesús.  El  recuerdo  de  Jesús  se  hizo  vivencia  y  comunicación:  "buena  nueva",  evangelio  trasmitido  fielmente  de  generación  en  generación  y  de  comunidad  a  comunidad.

Fue  así  como  Cristo,  el  Mesías,  ya  no  fue  más  una  esperanza;  era  una  realidad  que  alentaba  la  vida  de  los  creyentes;  congregaba  multitudes;  convertía;  fundaba  iglesias  y  transformaba  la  civili­zación  y  la  cultura.  Este  "recuerdo"  vivo  de  Cristo  constituía  el  núcleo  vital  de  la  vida  de  la  iglesia;  estaba  en  el  pensamiento,  en  el  corazón  y  en  la  vida  de  cada  cristiano;  presidía  el  culto,  la  oración  y  la  predicación.  Recordándolo  a  él,  Pedro  comenzó  su  primer  sermón  al  salir  del  aposento  alto,  en  Pentecostés:  "Como  ustedes  bien  lo  saben  —dijo  Pedro—  Jesús  de  Nazaret  fue  un  hombre  acreditado  por  Dios  ante  ustedes  con  milagros,  señales  y  prodigios,  los  cuales  realizó  Dios  entre  ustedes  por  medio  de  él"  (Hechos  2:22).  Y  exigió  que  los  que  le  habían  condenado  como  criminal  lo  reconocieran  ahora  como  el  Cristo,  el  Mesías:  "Arrepiéntanse  y  bautícese  cada  uno  de  ustedes  en  el  nombre  de  Jesucristo  ..."  (38).

Tres  mil  lo  aceptaron  así.  Fue  esta  la  tónica  que  siguió  la  predicación  de  la  iglesia.  Cuando  repasamos  los  27  libros  del  Nuevo  Testamento  descubrimos  una  gran  heterogeneidad  de  escritores  y  estilos.  En  medio  de  tratados  doctrinales  sistemáticos,  encontramos  escritos  ocasionales  de  ideas  no  muy  bien  organi­zadas  producidas  al  calor  del  ministerio  cotidiano,  como  respues­tas  ocasionales  a  problemas  del  momento.  Al  lado  de  largas  epístolas  dogmáticas  que  profundizan  en  las  verdades  más  difíciles  de  la  fe,  como  Romanos  y  Hebreos,  hay  allí  sencillas  cartas  familiares  de  un  par  de  páginas,  como  la  que  Pablo  dirige  a  Filemón,  un  amigo,  en  procura  de  solución  al  problema  doméstico  de  un  esclavo  fugado.

Algunos  de  estos  escritos  son  de  estilo  ágil  y  elegante;  otros  no  son  tan  cuidadosos  ni  hermosos.  Unos  provienen  de  judíos,  otros  de  escritores  griegos.  Unos  aparecieron  tempranamente,  veinte  o  veinticinco  años  después  de  la  muerte  del  Maestro;  otros  demoraron  hasta  finales  del  primer  siglo.  ¿Qué  es  lo  que  aglutina  y  unifica  todo  este  material  variado  y  rico  en  detalles,  esparcido  en  la  geografía  y  en  el  tiempo,  escrito  en  un  lapso  de  casi  un  siglo,  desde  diferentes  rincones  del  mundo  en  ese  entonces  conocido;  fruto  además  de  muchas  plumas,  de  estilo  diverso  destinado  a  una  gama  variada  de  lectores,  de  lenguas  y  religiones  disímiles,  y  de  diferentes  extracciones  étnicas  y  culturales?

La  respuesta  es  asombrosamente  sencilla:  el  recuerdo  de  "un  tal  Jesús",  reconocido  como  el  Mesías  Salvador  por  sus  segui­dores;  el  cual,  en  griego  vino  a  llamarse  Cristo,  equivalente  al  hebreo  Maschiah,  y  al  arameo  Mshiaha.  Pero  esta  pregunta,  válida  para  el  primer  siglo,  es  así  mismo  válida  para  los  dieci­nueve  siglos  siguientes  de  la  historia  de  los  cristianos.  Estos  fueron  muchas  veces  perseguidos  y  otras,  perseguidores;  estu­vieron  en  el  gobierno  de  los  pueblos  y  fundaron  imperios;  o  fueron  arrojados  de  sus  patrias  y  desheredados;  se  organizaron  en  comunidades  democráticas,  o  crearon  complicados  sistemas  jerárquicos  de  dignidades  y  poderes;  vivieron  y  actuaron  desde  chozas  humildes  en  las  selvas  o  aldeas  apartadas;  o  se  construyeron  catedrales  y  palacios  y  allí  instauraron  el  nombre  de  su  Cristo.

La  sucesión  histórica  de  la  llamada  iglesia  o  iglesias  de  Cristo  ha  revestido  formas  sorprendentes  por  su  variedad:  a  la  iglesia  subterránea  de  las  catacumbas,  sucedió  la  iglesia  estatal  del  imperio  de  Constantino  y  sus  sucesores;  a  la  iglesia  de  los  mártires  del  coliseo  y  del  circo  romano,  la  iglesia  de  los  obispos  aristocráticos  de  las  cortes  bizantinas  y  europeas;  a  la  iglesia  formalista  y  exuberante  de  los  ritos  y  ceremonias  pontificales  de  la  Edad  Media,  la  iglesia  del  culto  sobrio  y  austero  de  la  sola  Palabra  y  de  la  adoración  espontánea  de  la  Reforma.

Bajo  el  nombre  de  cristiano  se  arropa  el  monje  silencioso  y  orante  confinado  en  un  convento  solitario;  y  el  cruzado  de  espada  y  armadura  que  marcha  a  la  guerra  para  librar  los  Santos Lugares  de  manos  de  los  paganos.  Bajo  el  influjo  de  este  nombre  la  historia  y  la  civilización,  la  cultura  y  el  arte  sufren  transfor­maciones  de  siglo  en  siglo,  pero  siguen  llamándose  "cristianos".  Y  surge  una  vez  más  la  pregunta:  ¿qué  es  lo  que  aglutina  y  da  sentido  a  toda  esta  inmensa  gama  de  movimientos  y  valores,  acontecimientos  y  realidades?  Y  una  vez  más  la  respuesta  es  asombrosamente  sencilla:  "Un  tal  Jesús",  llamado  el  Cristo,  que  se  hizo  recuerdo  vivo  y  actuante,  expresado  en  mil  formas  artísticas,  teológicas,  culturales,  físicas  y  espirituales.  "Un  tal  Jesús",  reconocido  a  lo  largo  de  los  siglos  como  el  Cristo,  el  auténtico  enviado  de  Dios.  Hijo  de  Dios  él  mismo,  que  se  hizo  hombre,  sin  dejar  de  ser  Dios,  y  vivió  y  murió  en  la  tierra  para  enseñar  al  hombre  el  camino  del  cielo  y  de  la  auténtica  vida.

Todas  las  religiones  tienen  sus  sistemas  de  doctrina,  sus  ceremonias  y  cultos.  Todas  presentan  un  camino  de  salvación  y  vida.  Y  en  todo  esto  el  cristianismo  se  parece  a  ellas.  Pero,  entonces,  ¿cuál  es  la  diferencia  en  ser  cristiano?  ¿Qué  es  lo  que  hace  a  nuestra  religión  especial  y  peculiar?  Una  vez  más  la  respuesta  es  clara,  terminante  y  sencilla:  Jesús.  Sí,  "un  tal  Jesús"  llamado  Cristo,  en  las  lenguas  antiguas  y  modernas.  Lo  particular,  lo  propio  y  exclusivo  del  cristianismo  es  el  reconoci­miento  de  ese  Jesús  como  el  Hijo  de  Dios,  Salvador:  "...  el  que  estuvo  muerto,  pero  ahora,  vive  por  los  siglos  de  los  siglos;  y  tiene  las  llaves  de  la  muerte  y  del  infierno"  (Apocalipsis  1:18).  Jesu­cristo,  el  triunfador  del  sepulcro,  muerto  y  sepultado,  resucitado  y  ascendido  al  cielo,  donde  está  sentado  a  la  diestra  de  Dios,  el  Padre.  Desde  donde  ha  de  venir  a  juzgar  a  los  vivos  y  a  los  muertos:  "...  el  reino  del  mundo  ha  pasado  a  ser  de  nuestro  Señor  y  de  su  Cristo.  Y  él  reinará  por  los  siglos  de  los  siglos"  (Apocalipsis  11:15).

Todo  esto  y  mucho  más  está  contenido  en  el  nombre  de  Cristo.  "Cristo"  resume  maravillosamente  todo  el  significado  trascen­dente  de  la  persona  de  Jesús:  su  naturaleza,  su  obra  y  ministerio;  su  vida,  desde  la  eternidad,  en  el  seno  de  la  Trinidad,  y  hasta  la  eternidad  a  la  diestra  de  su  Padre.  La  fusión  de  los  dos  nombres  de  nuestro  Salvador,  Jesús,  su  nombre  en  la  tierra,  y  Cristo,  el  nombre  dado  desde  los  cielos,  que  lo  reconocía,  desde  siempre,  como  el  Mesías  esperado,  Hijo  del  Altísimo,  formó  el  único  nombre  propio,  Jesucristo,  ante  el  cual  "...  doblan  la  rodilla  todos  los  que  están  en  los  cielos  y  en  la  tierra,  y  debajo  de  la  tierra,  pues  toda  lengua  debe  reconocer  que  Jesucristo  es  el  Señor..."  (Filipenses  2:10-11).

Los  veintiún  capítulos  de  este  libro  nos  hablan  de  ese  Jesús,  conocido  por  muchos,  ignorado  por  algunos,  pero  necesario  para  todos.  Tarde  o  temprano  todos  se  convencerán  de  su  importancia  y  de  que  sí  era  verdad  que  "fuera  de  él  no  hay  salvación",  porque  Dios  ha  señalado  un  solo  mediador  entre  él  mismo  y  todos  los  mortales:  "Jesucristo  hombre  quien  dio  su  vida  como  rescate  por  todos"  (1  Timoteo  2:5).  La  figura  de  este  Jesús  es  fascinante.  Los  rasgos  de  su  personalidad  impresionan  y  cautivan.  Estudiaremos  algunos  de  estos  rasgos  característicos  pero  poco  conocidos  de  la  personalidad  de  Jesús.  Lo  veremos  en  plena  acción  como  comu­nicador  y  maestro,  como  predicador  y  taumaturgo;  lo  sorpren­deremos  en  su  trato  sencillo  y  delicado  con  los  niños  y  las  mujeres.  Descubriremos  sus  técnicas  como  evangelista  y  líder  de  su  grupo.  Aprenderemos,  en  fin,  muchas  cosas  ignoradas  acerca  de  este  fascinante  personaje  que  partió  en  dos  la  historia  de  la  huma­nidad.  Y  que  después  de  dos  mil  años,  sigue  en  el  centro  de  la  misma  historia,  como  hombre  muy  particular  y  especial  entre  todos  los  hombres;  o  como  el  "Hijo  de  Dios"  que  estuvo  de  visita  en  la  tierra,  dejando  a  su  paso  un  rastro  de  amor,  misericordia,  perdón  y  salvación  para  quienes  puedan  y  quieran  creer  en  él:  en  su  obra  y  en  su  persona;  en  su  palabra  sabia  y  en  su  evangelio  admirable.

Aquí  está  pues  ese  "tal  Jesús"  que  desconcertó  a  los  políticos,  religiosos  y  sabios  de  su  tiempo;  y  sigue  desconcertando  a  los  que  se  acercan  a  él  movidos  solo  por  curiosidad  o  intereses  humanos.  "Un  tal  Jesús",  sin  embargo,  que  puede  convertirse  en  rica  fuente  de  inspiración  y  renovación  para  quienes  tratan  de  mirarlo  y  estudiarlo  con  un  poco  de  fe.  Y  después  de  conocerlo,  prueban  a  ver  si  es  verdad  que  su  persona,  vida  y  palabra  tienen  la  fuerza  y  el  valor  transformador  de  lo  que  viene  de  arriba,  de  las  esferas  superiores:  de  Dios.  Estos  últimos,  que  se  hacen  sus  amigos  y  discípulos,  descubren,  guiados  por  su  evangelio,  un  camino  distinto:  el  camino  de  la  verdad  y  del  bien;  de  la  hones­tidad  y  la  integridad:  el  camino  de  la  salvación.

Fuente: Jaramillo, L. (1998) Un tal Jesús. Ed. VIDA EE.UU.
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