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viernes, 9 de septiembre de 2011

Devocional Día 65

Devocional Día 65
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración



LA ORACIÓN NO VIENE AUTOMÁTICAMENTE


Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos" (Lucas 11:1).

Primero, dicen las Escrituras: "Aconteció que estaba Jesús orando" (el énfasis fue añadido). Los discípulos estaban presentes, pero no estaban involucrados. Sólo Jesús estaba orando. ¿Qué hacían ellos? Ellos estaban observándolo a Él.

En todos los pasajes que la Biblia menciona cuando Jesús estaba orando, cuenta cosas específicas de Sus acciones. Dice, por ejemplo: "Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo" (Mateo 14:23). "En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios" (Lucas 6:12). "Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba" (Marcos 1:35). Parece que Cristo nunca oraba con los discípulos. Creo que Él lo hacía intencionalmente. Él quería que ellos le preguntaran acerca del aspecto más importante de Su ministerio. También creo que Él oraba solo para enseñarnos que la oración es una relación y responsabilidad privada y personal. La oración colectiva nunca será un sustituto del tiempo privado y personal con el Padre.

Segundo, dijeron los discípulos: "Señor, enséñanos a orar". Esto implica que la oración no era algo que ellos pensaron podía hacerse sin Su instrucción. Como jóvenes judíos, los discípulos habían sido traídos a la sinagoga y al templo, donde se les había enseñado a orar. Parte de su ritual diario era orar en la sinagoga, leyendo oraciones y repitiendo oraciones. Por consiguiente, las oraciones de Jesús eran diferentes a las que ellos acostumbraban hacer. Ellos vieron que había algo distinto en ellas. Ellos oraron, pero Él oró de verdad. Ellos estaban ocupados, pero Él obtenía resultados.

Contrario a lo que se nos ha enseñado, la oración no es solamente "hablar con Dios".

Tercero, leemos en el versículo dos que Jesús empezó a enseñarles a orar. Él les dijo: "Cuando oréis...". Esto quiere decir que Jesús estaba de acuerdo en que los discípulos necesitaban aprender como orar. Él confirmó que la oración no es automática, sino más bien una función que debe enseñarse. Cuando una persona llega a ser creyente, a menudo se le dice: "Lea la Palabra, vaya a la iglesia y ore". Sin embargo, muchas personas no se detienen a pensar que estas cosas no necesariamente nos llegan naturalmente. Necesitamos aprender cómo estudiar la Palabra, cómo funcionamos en el cuerpo de Cristo y cómo debemos orar. Repito, la oración no es automática. Un nuevo creyente puede decir: "Bien, yo nunca he orado en mi vida. No sé cómo orar". A menudo se le dice: "Solamente habla con Dios y dile cómo te sientes". Eso suena bien—pero no fue eso lo que Jesús le enseñó a Sus discípulos.

El orar no es solamente "hablar con Dios". Yo acostumbraba decir eso, también lo enseñaba. También acostumbraba a hacerlo así ¡y nada pasaba! Tuve que aprender lo que Jesús enseñó a Sus discípulos antes que yo pudiera llegar a tener una oración eficaz.

Si tiene dificultades al orar, no se sienta mal, porque muchas personas realmente no entienden la oración. Hay personas que hacen mucho ruido cuando oran. Ellos vociferan, se alborotan, gritan, gimen y chillan. Sin embargo, eso no significa que ellos estén orando correctamente. Jesús dijo: "Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería ["muchas palabras", NVI] serán oídos. No os hagáis, pues, semejante a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis" (Mateo 6:7-8). Hay "muchas palabras" en muchas iglesias y grupos religiosos. Sin embargo, no es el ruido lo que le llama la atención a Dios. No es cuan alto oremos o aún las grandes palabras que usemos. Hay una manera en la que podemos orar y tiene que ser aprendida.


Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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