Cómo destruir a su congregación
Un joven pastor, recién ordenado, preocupado por el futuro de su congregación fue a visitar a uno de sus antiguos profesores de Seminario. El joven le preguntó sobre que cosas o situaciones podrían destruir la congregación. El viejo pastor y profesor, le comentó que uno de los principales enemigos de cada congregación eran sus miembros, sobre todo cuando en ellos no reposaba el Espíritu Santo y permitían a Satanás utilizarlos como su instrumento.
El anciano le regaló una lista que había escrito y la había compartido con su congregación muchos años atrás. En el papel decía:
¿Cómo destruir a su congregación?
Amados hermanos, si su interés es destruir esta congregación aquí les dejo algunas ideas de cosas que pueden hacer para acelerar el proceso:
- En primer lugar, no venga.
- Si viene, venga tarde. Y cuando llegue póngase a charlar con sus amigos sobre las cosas que les sucedieron en la semana, o sobre algún tema de interés.
- Al venir, venga de mal humor. Si puede entre sin saludar al ujier que amablemente lo recibe en la entrada.
- No cante, o si canta, cante muy despacito. O si quiere mejor siéntese y póngase a leer o a revisar su celular mientras es el tiempo de la alabanza y adoración.
- Si el ministro de alabanza es muy efusivo, condénelo por carnal. Si es muy pasivo, condénelo por poco espiritual.
- Al salir de la iglesia, critique la prédica y no permita que Dios lo trate con la palabra escuchada.
- No acepte nunca un cargo en la iglesia; vale más seguir criticando a los demás, que ocupándose de las cosas de la iglesia.
- Visite otras iglesias, con mucha frecuencia, para enseñarle al pastor que él no es quién manda.
- Haga que el pastor gane su dinero. Deje que él haga todo el trabajo. NO colabore, critique.
- No ayude a la iglesia económicamente; espere por lo menos hasta haber recibido lo que su dinero vale.
- No anime al pastor. Si le gusta el sermón, cállese, pues muchos pastores se perjudican por causa del orgullo. No permita que la sangre de él esté sobre sus manos.
- Cuénteles las faltas que comete su pastor a todos los que visiten la iglesia. Es mejor que se enteren por usted que se lleven una mala sorpresa después.
- No traiga nunca consigo a nadie a la iglesia. No haga nada para ganar a otros miembros nuevos, ese es trabajo del pastor o de los líderes.
- Tampoco evangelice a nadie. Al fin de cuentas la gran comisión solo fue dada para los apóstoles y discípulos de esa época.
- Si hay algunos miembros animados que sirven en su iglesia y que trabajan por ella, desmotívelos haciéndoles escuchar sus protestas contra su iglesia, su pastor y sus líderes.
- Si su iglesia por mala fortuna, es una iglesia feliz y armoniosa, condénela por su tibieza, indiferencia y falta de celo.
- Otras tantas, similares o aun peores, que se pueda imaginar...
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