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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

lunes, 25 de agosto de 2014

Memorizando la Palabra de Dios

Memorizando la Palabra de Dios

Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. 
Filipenses 4:8

En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra. 
Salmos 119:16


Pablo les dijo a los colosenses: "La palabra de Cristo more ricamente en vosotros en toda sabiduría" (Col. 3:16). Para que la palabra de Cristo more en nosotros ricamente, debemos por lo menos memorizar las Escrituras. Por supuesto, la memorización sola no hace que la Palabra de Dios more en nosotros, pero podemos decir que si uno no memoriza la Biblia, no será posible que ésta more en uno ricamente. Si simplemente memoriza las Escrituras, pero no abre el corazón a Dios y no es sumiso ni manso, dicha memorización no hará que la Palabra de Dios more en su corazón. Por otro lado, si una persona piensa que no necesita memorizar la Palabra de Dios y que basta con ser mansa, sumisa y abierta a Dios, tampoco hará que la Palabra de Dios more en su corazón.

Al dirigirse a los efesios, Pablo les dijo: "Recuerden las palabras del Señor Jesús que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir" (Hch. 20:35). Para recordar las palabras del Señor, tenemos que memorizarlas. Si no la memorizamos, no nos será posible recordarla. El Señor Jesús memorizó las Escrituras cuando estuvo en la tierra. El pudo citar las palabras de Deuteronomio cuando fue tentado por Satanás (Mt. 4:1-10). Cuando entró en la sina-goga de Nazaret, pudo abrir el libro de Isaías y proclamar los mandamientos y la comisión que El había recibido de Dios (Lc. 4:16-21) Esto nos muestra que nuestro Señor conocía las Escrituras. Por esta razón tenemos que ser mucho más diligentes en el estudio y la memorización de la Palabra. Si no la memorizamos olvidaremos lo que leemos, y cose-charemos pocos resultados. Especialmente los jóvenes deberían tratar de memorizarla y recitarla después de leerla con una mente escudriñadora. Debemos dedicar tiempo duran-te los primeros años de nuestra vida cristiana a la memorización de las Escrituras. Hay muchos pasajes de la Palabra que debemos memorizar, como por ejemplo: el salmo 23, el salmo 91, Mateo 5—7, Juan 15, Lucas 15,1 Corintios 13, Romanos 2—3 y Apocalipsis 2—3. Quienes tienen una buena memoria pueden memorizar más de diez versículos al día, y quienes no, pueden memorizar por lo menos un versículo por día. Todo lo que tenemos que hacer es dedicar cinco o diez minutos al día para estudiar un versículo, escudriñarlo y memorizarlo. En unos seis meses habremos terminado un libro como Gálatas o Efesios. Filipenses se puede concluir en cuatro meses, y Hebreos en diez meses. Los evangelios requerirán más tiempo. El evangelio de Juan se puede memorizar en dieciocho meses. Si los hermanos y hermanas jóvenes estudian la Biblia diligentemente desde el comienzo de su vida cristiana y memorizan por lo menos un versículo por día, podrían recitar los versículos más importantes del Nuevo Testamento en cuatro años. Nos dirigimos a aquellos que tienen mala memoria. Quienes tienen mejor memoria pueden hacer más. Pero aun los que tienen mala memoria pueden memorizar un versículo al día durante los primeros cuatro años de su vida cristiana. Si hacen esto, establecerán un cimiento sólido para sí mismos en su entendimiento del Nuevo Testamento.

Si nuestro corazón está abierto a Dios y somos mansos y si nuestra mente está puesta constantemente en la Palabra del Señor, nos será muy fácil memorizar las Escrituras. Si aprovechamos cada oportunidad para memorizar las Escrituras, la palabra de Cristo mo-rará ricamente en nosotros. Si no permitimos que las Escrituras moren en nuestro corazón, será muy difícil que el Espíritu Santo nos hable. Siempre que Dios nos concede una revelación, lo hace usando la Biblia. Si no memorizamos las Escrituras, será muy difícil que la revelación de Dios llegue a nosotros. Por esta razón debemos mantener la Palabra de Dios en nuestra mente siempre. Memorizar las Escrituras no tiene como único fin grabarlas en la memoria, ya que también deseamos que establezcan el cimiento que nos permita recibir revelación. Si memorizamos con frecuencia las Escrituras, podremos fácil-mente recibir revelación e iluminación, y el Espíritu Santo podrá hablarle a nuestro espíritu. Por esta razón tenemos que dedicar tiempo para memorizar la Palabra, no sólo bosquejos, sino el texto mismo. Tenemos que memorizar con exactitud y esmero.

Además de los pasajes cruciales que mencionamos, debemos reunir otros pasajes impor-tantes y memorizarlos en conjunto. Por ejemplo: el recorrido que hicieron los israelitas contiene información muy importante; el viaje que Eliseo hizo cuando siguió a Elías, el viaje que se relaciona con la predicación de Pedro, y los viajes que hizo Pablo para predicar el evangelio, también son importantes. Es bueno memorizar todos estos hechos. Si podemos recordar la cantidad de lugares de Judea y de Galilea donde el Señor Jesús estuvo, tendremos una idea más clara de la obra del Señor en conjunto, según se narra en los Evangelios. La obra del Señor se divide en dos secciones, la primera la llevó a cabo en Judea, y la segunda, en Galilea. También es necesario dedicar tiempo para memorizar las siete fiestas y las seis ofrendas de Levítico. Estas son verdades básicas. Una vez que las memoricemos, veremos las riquezas que contiene la Palabra de Dios. Sería bueno memorizar las dos oraciones de Pablo en Efesios y las diez alusiones al Espíritu Santo en dicho libro. Podemos encontrar versículos similares a éstos en toda la Biblia, y sería muy provechoso memorizarlos todos. Si hallamos un pasaje crucial, debemos memorizar todo el capítulo. Si hay algunos versículos aislados, los debemos memorizar. También tenemos que memorizar la secuencia de los sesenta y seis libros de la Biblia.

Para memorizar textos bíblicos se puede utilizar la siguiente técnica:

a) Leerlo en voz alta.
b) Hacer que alguien lea el texto y escuchar atentamente.
c) Leer el texto y redactar un pequeño resumen de su contenido.
d) Hacer fichas con el texto y leerlas cada vez que sea posible.
e) Copiar el texto a mano en una hoja de papel, inicialmente transcribiéndolo y poste-riormente de memoria.

A continuación podrán ver en el video el ejemplo que Gabriel nos da de como la Palabra de Dios debe emanar de nuestro ser:

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