#vamping
El desvelo de los adolescentes y niños
"... pero hágase todo decentemente y con orden." 1Corintios 14:40
"... pero hágase todo decentemente y con orden." 1Corintios 14:40
Jóvenes de todo el mundo admiten que se
pasan media noche viendo series, mandándose mensajes con sus amigos o
simplemente que no pueden dormir. Algunos presumen de ello y otros se
lamentan. Este fenómeno se extiende por las redes sociales y altera el
sueño de los más jóvenes.
Entre los adolescentes, las horas de la noche parecen ser el momento de mayor actividad en las redes sociales. Aparentemente dormidos, se esconden bajo las sábanas de su cama para seguir usando sus teléfonos, tabletas y computadores.
Una tendencia que fue bautizada en Estados
Unidos como vamping, de vampire (vampiro) y texting (enviar mensajes de
texto). En Instagram, Tumblr y Twitter se puede ver cómo los jóvenes
etiquetan sus fotos, sus estados y sus comentarios con el concepto
#vamping, #breakingnight y #notsleepingatall. Aunque en América Latina este es un término relativamente
nuevo, ya tiene su versión en español: #insomnio y #desvelados.
“El fenómeno por sí solo ocurre hace un
tiempo, pero ahora experimenta un rápido crecimiento. Se puede ver en
casi todos los niveles socioeconómicos”, dice Valeria Rojas, neuróloga
infantil y presidenta del Comité de Medios y Salud de la Sociedad
Chilena de Pediatría.
La recomendación médica para los adolescentes es dormir nueve horas como mínimo para asegurar un desarrollo saludable. Las consecuencias de no hacerlo son irritabilidad y pérdida de concentración.
“La falta de sueño puede desencadenar algunos
síntomas que a veces se confunden con el déficit atencional, y eso hace
que los padres consulten a un médico. A su vez, la luminosidad de la
pantalla altera la generación de melatonina, que garantiza un sueño
reparador, lo cual ocasiona pesadillas”, señala Rojas.
“Hay
muchas consecuencias negativas de que utilicen las tecnologías por la
noche”, explica Orfeu Buxton, un investigador de la
Universidad de Harvard especializado en conductas sociales y medicina
del sueño. Buxton afirma que “utilizar un ordenador o un ‘smartphone’
después de irse a la cama incrementa el cansancio diurno, lo que hace
que los jóvenes rindan menos en clase”. Ver la televisión también
influye: “hace más difícil conciliar el sueño y está asociada con menos
tiempo de descanso”.
Durante la noche, eliminamos del cerebro muchos subproductos nocivos que
producen las neuronas y que producen enfermedades degenerativas como el
alzhéimer, además de asentar los conocimientos que hemos aprendido
durante el día. Además, descansar adecuadamente es “esencial para el
crecimiento, el buen humor, el desarrollo de la curiosidad y el control
del metabolismo y el peso corporal”, indica el experto.
Buxton es uno de los autores de un reciente estudio de la Fundación Nacional del Sueño
de EE.UU. sobre la percepción que tienen los padres estadounidenses
sobre los hábitos de sueño de sus hijos. Una de las conclusiones del
trabajo, publicado el pasado mes de marzo, es que efectivamente el uso
de aparatos electrónicos proporciona a los jóvenes una distracción para
no irse a la cama.
Y las distracciones tecnológicas no sobraban precisamente en las habitaciones de los jóvenes, pero tampoco en las de sus padres:
el 89% de los adultos (se preguntó a 1.103 con algún hijo de entre 6 y
17 años) y el 75% de los menores tenían al menos un dispositivo
electrónico en su cuarto. Más de la mitad de los padres y el 45% de los
jóvenes disponía de una televisión. Además, un tercio de los
participantes aseguraba dejarla encendida por la noche. Si los adultos
también utilizan los aparatos electrónicos por la noche, ¿por qué iba a
ser el ‘vamping’ solo cosa de los adolescentes?
Existen dos razones que explicarían este fenómeno de desvelarse a causa de las redes sociales, opina Elías Arab, psiquiatra del Centro de Adolescentes y Jóvenes de Clínica Las Condes. La primera es que la noche les permite a los adolescentes una conversación más íntima con los otros, y la segunda es que no quieren quedarse fuera de su grupo de amigos, y para ello deben estar al día con los temas de conversación que en ese horario se dan en WhatsApp y en Facebook.
“Muchos adolescentes reclaman que no tienen
tiempo para alcanzar a sus amigos en los videojuegos o que deben
contestar sus mensajes inmediatamente, a cualquier hora”, comenta Arab.
Ambos especialistas concuerdan en que
los padres deben poner límites a sus hijos y predicar con el ejemplo,
como sacar el teléfono del dormitorio y cargarlo apagado.
“También deben inculcar la importancia de las relaciones cara a cara; de otro modo, los hijos establecerán relaciones superficiales con sus amigos y familiares”, recomienda Arab.
En el libro Es complicado: vidas sociales de adolescentes en red, la investigadora estadounidense Danah Boyd enfatiza dos causas de este fenómeno: los jóvenes buscan la noche porque genera mayor intimidad para las conversaciones y, también, como reacción rebelde al día sobrecargado de actividades que muchos de ellos tienen.
Urko Fernández, director de proyectos de Pantallas Amigas, asegura que la situación preocupa a padres y madres, así como a los propios profesores que “ven como sus alumnos se les quedan dormidos por la mañana”. La asociación en la que trabaja nació en 2004 con el fin de promover el uso responsable de internet entre los adolescentes, así como concienciarles sobre los riesgos que pueden entrañar ciertas prácticas en la Red.
Conectarse durante la noche “es para ellos una forma de poder estar con sus amigos sin interrupciones, casi sin reglas”,
dice el asesor tecnológico. Según Fernández, durante el día los jóvenes
están ocupados con actividades escolares y extraescolares, con tareas
del hogar y otros convencionalismos sociales que les impiden estar con
sus amigos de la forma que les gustaría y con la intensidad que
necesitan. “La noche les ofrece esa oportunidad que además coincide con
el final del día, con lo que pueden cumplir con esa ‘obligación’ de
contar todo lo ocurrido durante su jornada”, prosigue.
Sin embargo, el experto indica que, al igual que ellos,
“no lo deberíamos considerar como una adicción, ya que estas son
dañinas y el uso de las TIC, incluso cuando es nocturno, no siempre
representa un problema”. Explica también que normalmente después de
algunas sesiones abusivas, suelen terminar normalizando el tiempo que
pasan delante de las pantallas. “El uso excesivo de internet cansa
físicamente y afecta no solo a su rendimiento escolar, sino también a
otro tipo de actividades diarias que no quieren dejar atrás”.
Por su parte, Marcela Czarny, presidenta de la organización Chicos.net, concuerda en que las pantallas y mensajes amenazan el descanso de los adolescentes. Pero para la especialista no es “culpa” de estos dispositivos electrónicos sino de “una sociedad hiperconectada e hiperestimulada en donde, si no estás en Facebook, no existís”.
Los padres preocupados están exigiéndoles a los jóvenes que dejen todos los dispositivos fuera de la habitación. “No sé si hay que evitarlos, pero sí tratar de que, así como cuando comemos no se debe mirar televisión ni hablar por teléfono, tampoco se debe llevar dispositivos a la cama”, recomienda Czarny. La experta reconoce que hoy es más fácil transgredir las reglas explícitas o implícitas porque, al haber dispositivos móviles, la posibilidad de que esté debajo de las sábanas es muy alta. “El tema es que el celular es todo: lo tengo en la cama porque también es despertador, porque me duermo con música, por si suena la alarma. Como siempre, lo importante es conversar e intentar negociar con los chicos”.
Maialen Garmendia también le quita hierro al asunto: “es una tendencia
que nunca hemos detectado y nuestras últimas entrevistas con
adolescentes fueron en abril”. Esta socióloga de la Universidad del País Vasco (UPV) es la investigadora principal del proyecto europeo ‘ Eu Kids Online’,
en su vertiente española. Este trabajo, financiado por la Comisión
Europea (CE), lleva ocho años estudiando las costumbres tecnológicas de
los adolescentes, sus relaciones sociales a través de internet y la
percepción que tienen de la privacidad y los peligros de la Web.
Garmendia admite que la relación de los jóvenes con internet está cambiando casi permanentemente, por lo que siempre hay comportamientos nuevos.
Sin embargo, también afirma que a veces, cuando se le pone un nombre a
un fenómeno social “parece que tiene mayor incidencia y puede ser solo
una moda pasajera o una tendencia minoritaria”.
La labor de los padres como educadores es clave para el
control de este tipo de comportamientos y Garmendia opina que aunque a
veces “se sienten perdidos” en el mundo de las redes sociales e
internet, saben poner a sus hijos unas normas de uso y unos límites de horario adecuados para que utilicen las nuevas tecnologías.
A pesar de que la adolescencia “es una edad difícil”, los jóvenes suelen cumplirlos porque en el fondo “tienen confianza en ellos y saben
que es por su bien”.
Su edad es también uno de los
motivos por los que son capaces de pasarse horas en internet. “Juegan no
solo con la fortaleza de su juventud para aguantar esas sesiones
maratonianas en la Red, sino también con la ilusión y las ganas de vivir
de quien está empezando a conocer el mundo”, asegura Fernández. Según
el miembro de Pantallas Amigas, a pesar de que ese mundo es cada vez más
digital, ellos “tienen las mismas necesidades de siempre”.
De acuerdo con la investigadora de la UPV
no es necesario culpabilizar a la tecnología ni adoptar posturas
catastrofistas, “solo creemos que hay que hacer un uso responsable de
ella”. Otro estudio conducido en España por la asociación Protégeles
y también financiado por la CE, demostraba que el 21,3% de los jóvenes
españoles de entre 14 y 17 años de edad utiliza internet de forma
adictiva. El 1,5% puede incluso ser considerado como adicto. Garmendia y
Fernández indican que no hay que llevar las situaciones al extremo,
pero, como demuestran los datos, tampoco bajar la guardia.
Con quedarse despiertos no alcanza. Los jóvenes quieren contarles a sus amigos y contactos su “hazaña”. Para hacerlo, se sacan fotos y las suben a la red de imágenes Instagram. Las chicas a veces quieren mostrarse “sexies”, con todo el peligro que puede generar que esas fotos circulen. “Prohibir no es buena idea, pero sí hablar con los chicos de los riesgos”, aconseja Czarny
Con quedarse despiertos no alcanza. Los jóvenes quieren contarles a sus amigos y contactos su “hazaña”. Para hacerlo, se sacan fotos y las suben a la red de imágenes Instagram. Las chicas a veces quieren mostrarse “sexies”, con todo el peligro que puede generar que esas fotos circulen. “Prohibir no es buena idea, pero sí hablar con los chicos de los riesgos”, aconseja Czarny
Fuente:
http://www.mundotkm.com/hot-news-370710-vamping-la-nueva-moda-adolescente
http://www.perfil.com/ciencia/Los-jovenes-duermen-cada-vez-menos-para-trasnochar-online-20140727-0051.html
http://www.eldiario.es/hojaderouter/internet/internet-nuevas_tecnologias-Twitter-vamping_0_293970603.html
http://www.eltiempo.com/estilo-de-vida/educacion/el-efecto-vampiro-/14427496?hootPostID=5e51f8283c371dc29adef8099c1161dd
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