Por qué creo en la creación
Por: D.J. Kennedy
En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Génesis 1:1
Vivimos en un
tiempo en que sólo hay dos religiones que compiten por la mente, el corazón y
la lealtad de los hombres inteligentes del hemisferio occidental. El futuro de
este mundo, desde el punto de vista humano, será determinado por el hombre
inteligente de Occidente. Una de esas religiones es el cristianismo; la otra
es la evolución. Cualquiera que no comprenda que la evolución es una religión,
no sabe mucho acerca de ese tema. Es una religión sostenida apasionadamente por
sus devotos. Oigamos lo que algunos evolucionistas conocidos, todos científicos
altamente colocados en el mundo, dicen. El profesor Louis T. More, uno de los evolucionistas que más hablan, dice:
"Cuanto más estudia uno la paleontología (los documentos fósiles), tanto
más seguro llega a estar de que la evolución se basa sólo en la fe."[i] El
profesor D.M.S. Watson, famoso
evolucionista, hizo la notable observación de que la evolución es una teoría
universalmente aceptada, "no porque se haya observado que ha ocurrido, ni
porque pueda probarse que sea cierta mediante evidencias lógicamente
coherentes, sino porque la única alternativa, la creación especial, es
claramente increíble."[ii]
Para la mente reprobada, la mente no regenerada, la creación es increíble, porque
requiere fe en un Creador, y eso es totalmente inaceptable para hombres como
éstos. Un famoso evolucionista británico, Sir
Arthur Keith, es igualmente franco en su admisión. Dice: "La evolución
no está probada y es improbable. La creemos porque la única alternativa es la
creación especial, la cual es inconcebible."[iii]
¿Qué ocurriría si
yo me parase frente a mi congregación y le dijera: "Amigos míos, el
cristianismo no está probado y es improbable, pero aun así, ustedes deben
creerlo"? Se levantarían y saldrían caminando, y con razón. Pero ésa es la
manera en que los hombres aceptan la evolución.
El profesor David Allbrook, profesor de anatomía en
la Universidad de Australia Occidental, dice que la evolución es "un
postulado científico de fe honrado por el tiempo."[iv]
Muchísimas personas han sido llevadas hasta el punto de creer que la evolución
es un hecho. Pero no lo es. El doctor Duane
Gish, notable biólogo, dice: "La evolución es un cuento de hadas para
adultos". Para mí, es exactamente eso. En los Cuentos de hadas de Grímms,
alguien besa a una rana, y en dos segundos ésta se convierte en príncipe. Ese
es un cuento de hadas. En la evolución, alguien besa a una rana, y en dos
millones de años ésta se convierte en un príncipe. Y a eso lo llaman ciencia.
Es simplemente una fe.
Robert T. Clark y
James D. Bales escribieron un libro muy interesante y fuertemente documentado,
titulado Why Scientists Accept Evolution (Por qué los científicos aceptan la
evolución). Contiene numerosas cartas escritas por Darwin, Huxiey, Spencer y
otros primitivos evolucionistas. Señala que estos hombres indicaron en sus
cartas, por admisión propia, que saltaron a la doctrina de la evolución a causa
de su hostilidad hacia Dios y su prejuicio contra lo sobrenatural.[v] Sir Julián Huxiey, uno de los
principales evolucionistas del mundo, jefe de la UNESCO, descendiente de
Thomas Huxiey — ayudante abnegado de Darwin—, dijo en un espectáculo público:
"Supongo que la razón por la cual saltamos a El origen de las especies
fue que el concepto de Dios interfería en nuestra moral sexual."[vi]
Probablemente la
razón más prevaleciente por la cual el hombre común cree en la evolución, es
que se le dice que todos los científicos creen en ella. Sin embargo, un
artículo publicado hace poco en un periódico indicaba que un grupo de más de
500 científicos descreía la evolución completamente, en cada una de sus
facetas. Uno de los científicos más prominentes del mundo, Sir Cecil Wakeley, cuyas credenciales son bastante impresionantes —
Caballero Comendador del Imperio Británico, Caballero de la Orden del Baño,
Doctor en Leyes, Maestro en Cirugía, Doctor en Ciencias, Miembro del Colegio
Real de Cirujanos, ex presidente del Colegio Real de Cirujanos de la Gran
Bretaña —, dijo: "La Escritura es muy definida en el sentido de que Dios
creó el mundo, y yo en primer lugar creo que eso es un hecho, no una ficción.
No hay evidencias, científicas ni de ninguna otra clase, que apoyen la teoría
de la evolución."[vii]
Un científico tan famoso como Sir Ambrose Fleming la rechaza completamente; y
lo mismo hace el científico de la Universidad de Harvard, Louis Agassiz,
probablemente uno de los más grandes "científicos que los Estados Unidos
de América hayan producido.
En el primer
capítulo del libro del Génesis hay una asombrosa declaración, que data de 3.500
años atrás, sobre la creación divina del universo. Pero debe señalarse que no
es posible combinar la Biblia con la evolución, como algunos quieren. Creo que
se empeñan en este compromiso sólo porque piensan que la ciencia ha probado la
evolución, y creen que tienen que moldear la Escritura como si fuera un poco de
masilla hasta conformarla con la evolución. Aquellos que son evolucionistas se
ríen de la idea de que se pueda combinar la evolución con la Biblia. Thomas Huxiey, probablemente el más
famoso proponente de la evolución que jamás haya vivido, declaró: "Está
claro que la doctrina de la evolución es directamente antagónica con la
doctrina de la creación... Si se acepta la evolución consecuentemente, eso hace
imposible creer en la Biblia."[viii]
La evolución es
la religión del moderno hombre incrédulo, y ha sido el fundamento
seudocientífico de todo "ismo" falso y anticristiano que ha surgido
en los últimos cien años. Por ejemplo, considérese el nazismo. Hitler aceptó
las perogrulladas evolucionarías de Nietzsche: la idea de una raza superior.
"La preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida",
subtítulo del libro de Darwin, tuvo que ver con la • supervivencia de la raza
más apta. La raza superior de Hider fue simplemente una consecuencia del pensamiento
evolucionista. Mussolini, que frecuentemente citaba a Darwin en consignas para
atraer la atención, dijo que la idea de la paz era repugnante para la idea de
la supervivencia del más apto y para el progreso de la raza; que la guerra era
necesaria para la supervivencia del más apto.
Es bien sabido
que Carlos Marx le pidió a Darwin que escribiera la introducción para su libro
El capital, ya que pensaba que Darwin había provisto el fundamento científico
para el comunismo. En todo el mundo, los que están promoviendo la conspiración
comunista, también están promoviendo un concepto evolucionista, imperialista y
naturalista de la vida, empeñados en sacar a empellones fuera del cosmos al
Creador.
En el primer
capítulo del Génesis, se usa tres veces el término hebreo bara, que indica la
creación directa de Dios. Se usa, en primer lugar, con respecto a la creación
de la materia: el cosmo material. En segundo lugar, se usa con respecto a la
creación de la vida; y en tercer lugar, con respecto a la creación del hombre.
Todos los pilares
sobre los que ha estado asentada la evolución, hoy se están derrumbando y
desmoronando y más y más científicos se suman a la rebelión. El principal
científico de hoy en Francia, autor de una enciclopedia de zoología de 18
volúmenes, cuyo conocimiento de zoología, según el evolucionista Theodosius Dobzhansky, es absolutamente
enciclopédico, hace seis años presentó un ataque que demolió la evolución en
todos los frentes. Dobzhansky dice que, aunque podemos no estar de acuerdo con
él, ciertamente no podemos pasarlo por alto, a causa de que su conocimiento es
absolutamente asombroso. Esto resulta interesante, pues hasta hace poco había
sido muy difícil que cualquier científico hiciera declaraciones
antievolucionistas, ante la tremenda presión que se ha venido ejerciendo sobre
ellos.
Consideremos uno
de los tres usos del término bara el que se refiere a la creación del universo
material. Este es un problema que los evolucionistas nunca resolvieron. Los
astrónomos, en su mayor parte, creen en la teoría de la "gran
explosión": una vez el universo era un único inmenso trozo de materia
condensada, y luego hizo una explosión que está mucho más allá de nuestra
comprensión. Fue una explosión que lanzó partículas del tamaño de la Vía
Láctea, nuestra galaxia. Esas partículas avanzan velozmente hacia el espacio
exterior. Si esto fuera cierto, ello indicaría que el universo no es eterno,
sino que tuvo un principio. Para vencer esta dificultad, ellos dicen que tal
expansión disminuirá su velocidad y finalmente se detendrá. Entonces la
gravedad volvería a atraer el universo hasta unirlo, y así oscilaría hacia la
expansión y hacia la retracción por toda la eternidad, recreándose a sí mismo.
¿Qué dice la
ciencia en cuanto a esto? Un artículo que apareció en la sección científica de
la revista Time en estos últimos dos años, dijo con respecto al universo
infinito: "La semana pasada, luego de años de estudio y cálculos, dos
respetados astrónomos californianos, Alian Sandage y James Gunn, hicieron
anuncios separados, pero similares: El universo continuará expandiéndose para
siempre." Sandage, de los Observatorios Hale, basando sus conclusiones en
15 años de observación cuidadosa de las galaxias distantes, nota que las
mediciones de la cuantía que la luz de esas galaxias ha variado hacia el
extremo rojo del espectro, indica que de ningún modo las mismas están
disminuyendo la velocidad, sino acelerando. Así que no hay posibilidad de que
alguna vez regresen. Y algo más importante aún: las mediciones de la variación
roja de las galaxias cercanas no dieron indicación alguna ni de la más leve
disminución gravitacional en la velocidad de la carrera de las galaxias hacia
el espacio exterior. "Es una terrible sorpresa", dice Sandage, quien
durante años ha sido un proponente principal de la idea de que algún día el
universo se cerraría sobre sí mismo. Estos dos hombres esperan que la
conclusión a que han llegado estimule una tormenta de protestas.
Gunn y Gustav
Tammann, que realizaron su investigación en el telescopio de 200 pulgadas
(5.08 m) del observatorio de Monte Palomar, dicen que los argumentos en favor
del universo cerrado son casi "de naturaleza teológica."[ix]
La gente se aferra a ellos apasionadamente porque, si los abandonan, tienen que
reconocer entonces un comienzo del universo. Y junto con ese principio, tiene
que haber un Creador, un Dios, ante el cual tienen que dar cuenta. "Esta
expansión es una conclusión tan extraña — dijo Gunn — que la primera suposición
de uno es que no puede ser cierta, y sin embargo, es el hecho principal."[x] Y
para ese hecho principal de la astronomía moderna — según el cual el universo
tuvo un comienzo —, los evolucionistas no tienen ahora ninguna clase de
explicación.
Luego,
consideremos la creación de la vida. Darwin se refirió repetidamente a la
célula simple. Con los rudimentarios microscopios de que se disponía en su
tiempo, la célula simple se parecía un poco a una minúscula pelota de
baloncesto con una semilla en el centro de ella. Pero ahora se sabe que la
célula humana es fantásticamente compleja, y está compuesta de centenares de
miles de moléculas más pequeñas de proteínas. El paleontólogo George Gaylord
Simpson, de la Universidad de Harvard, nos dice que la sola molécula de
proteína es la sustancia más complicada que conoce la humanidad. Una célula
simple es tan infinitamente compleja, que sobrecoge las mentes de los
científicos que la han estudiado.
Recientemente se
ha desarrollado una nueva ciencia: la ciencia de las probabilidades. El doctor
James Coppedge, Doctor en Filosofía, director del Centro de Investigaciones
Sobre las Probabilidades en Biología, de California, aplicó todas las leyes de
los estudios de probabilidades a la posibilidad de que una célula simple
llegara a la existencia por casualidad. De la misma manera aplicó todas las
leyes a una sola molécula de proteína, y aun a un solo gen. Sus descubrimientos
son revolucionarios. El computó un mundo en que toda la corteza de la tierra
estuvo disponible: todos los océanos, todos los átomos y la corteza total.
Luego hizo que estos aminoácidos se ligaran a un ritmo de un billón y medio de
veces más rápido de lo que lo hacen en la naturaleza. Al computar las
posibilidades, descubrió que para producir una sola molécula de proteína
mediante combinación casual se necesitaría un número de años que se expresa de
la siguiente manera: 10262. La mayoría de nosotros no tenemos la
menor idea de lo que esto significa. Para lograr una célula simple — la célula viva
más pequeña que conoce la humanidad —, que se llama el microsplasma hominis H
39, se necesitaría un número de años que se expresa con la siguiente potencia:
10119841. Eso significa que si usted tomara delgadísimas hojas de
papel y escribiera el número 1, y a continuación ceros y ceros, se llenaría de
papel todo el universo conocido antes de siquiera poder escribir ese número por
completo. ¡Y ese número es el que indica cuántos años se necesitarían para
hacer una célula viviente, más pequeña que cualquier célula humana!
Al tratar de
explicarnos el tiempo que se necesitaría para que se produjera por accidente un
gen útil, el doctor Coppedge sugirió que imagináramos a una sola ameba que
tratase de llevar todo el universo conocido, átomo por átomo, a través de toda
la anchura del universo (que los astrónomos estiman que es de unos 30.000
millones de años de luz). ¿A qué velocidad realizaría tan estupenda tarea este
enérgico animal unicelular que nunca muere? El doctor Coppedge redujo su
velocidad a lo más lento posible, es decir un angstrom (unidad de longitud de
un cienmillonésimo de centímetro) cada 15.000 millones de años. Esto significa
que la ameba viajaría lo que es la anchura del átomo más pequeño que se conoce,
el del hidrógeno, en todo el tiempo que supuestamente ha existido el universo;
es decir, en 15.000 millones de años. A esta velocidad increíblemente lenta,
¿cuánto tiempo necesitaría nuestra superresistente ameba para mover el universo
entero a través de la anchura de un universo? Los requerimientos de tiempo para
tal tarea transgaláctica perturban la mente. Sin embargo, antes que pudiera
producirse por casualidad un gen útil, nuestra infatigable ameba no sólo habría
trasladado todo el universo, átomo, por átomo, sino que habría trasladado más
universos que los que pudieran contar los cuatro mil millones de personas que
viven en este planeta, si cada uno de ellos contara tan rápido como le fuera
posible, durante las 24 horas del día, todos los días, durante los próximos
5000 años. Sin embargo, los evolucionistas quieren que creamos que cosas
inmensamente más complejas que ésta ocurrieron de repente.[xi]
Emile Borel, el
gran científico francés y experto en el cálculo de probabilidades, señala que
si alguna cosa a nivel cósmico tiene una probabilidad que esté en proporción de
más de 10 a 1, nunca ocurrirá. La posibilidad de que se produzca una célula
humana por casualidad está en proporción de 10119000 a 1, número que
ni siquiera podemos comprender. Según los científicos de las probabilidades,
eso nunca podría ocurrir. Lo mismo es cierto con respecto a cualquier otro
desarrollo, incluso el del hombre. Se nos dice que, de algún modo, en los
último si, dos mil millones de años, no sólo ocurrió esto, sino que la célula
simple evolucionó hasta convertirse en toda clase de criatura viviente; que
todos los seres vivos evolucionaron de esa única célula simple.[xii]
Thomas Huxiey
dijo: "La evidencia primaria y directa en favor de la evolución sólo puede
ofrecerla la paleontología… Si la
evolución ocurrió, sus marcas habrán quedado; si no ocurrió, tendrá su refutación."[xiii]
Este gran evolucionista dice que sólo en la paleontología, en el registro de
los fósiles, será probada la evolución.
"La
investigación geológica… no ofrece el
número infinito de finas gradaciones entre las especies pasadas y presentes
que se requieren."[xiv]
El autor de esta afirmación fue Charles Darwin.
George Gaylord
Simpson, de la Universidad de Harvard, el sumo sacerdote de la evolución hoy,
declaró: "A pesar de estos ejemplos, sigue siendo cierto, como todo
paleontólogo lo sabe, que la mayoría de las nuevas especies, géneros y
familias, y casi todas las categorías que están por encima del nivel de
familias, aparecen registradas de repente, y no en el orden de transición
conocido, gradual, completamente continuo."[xv]
Sabemos que en el estrato de roca perteneciente al período cambriano, todos los
animales invertebrados del mundo aparecen de repente como criaturas
completamente complejas, sin que antes de ellos hubiera antepasado alguno,
hecho que es totalmente inexplicable para los evolucionistas.
Un científico
llamado Richard Goldschmidt señala
que es imposible que las micromutaciones formen alguna nueva especie. En su
libro Theoretical Genetics (Genética teórica), él dijo: "Es cierto que nadie
hasta ahora ha producido ninguna nueva especie, o género, etc., mediante la
macromutación. Igualmente es cierto que nadie ha producido ni siquiera una
especie mediante la selección de las micromutaciones." De hecho, abandona
la posibilidad de formar alguna vez lentamente nuevas especies, de tal modo que
va a parar en lo que él mismo llama su "esperanzada teoría del
monstruo".[xvi]
La esperanzada teoría del monstruo es simplemente que un día una lagartija puso
un huevo, se echó sobre él ¡y empolló un águila!
Si usted cree que
eso es asombroso, un científico llamado Geoffrey Bourne declaró recientemente
que su examen de hombres y simios lo había llevado a la definida conclusión de
que los simios evolucionaron de los hombres. Otro científico, B. C. Nelson, al examinar
las similitudes que hay en la sangre de diversos animales, llegó a la
conclusión de que el cerdo, y no el simio, es el pariente más cercano del ser
humano.[xvii]
Si esas diferentes conclusiones se pueden deducir de las mismas evidencias,
¿qué clase de evidencias se están considerando?
El profesor
Enoch, zoólogo de la Universidad de Madras, dijo: "Los hechos de la
paleontología parecen apoyar la creación y el diluvio, más bien que la
evolución. Por ejemplo, todos los principales grupos de invertebrados aparecen
'de repente' en el primer estrato fosilífero (el cambriano) de la tierra, con
sus distintas especializaciones, lo cual indica que todos fueron creados casi
al mismo tiempo."[xviii]
El vocero
evolucionista T.H. Morgan, en su libro Evolution and Adaptation (Evolución y
adaptación), dijo: "Dentro del período de la historia humana no conocemos
ni un solo caso de transformación de una especie en otra. .. Se puede afirmar
que la teoría de la descendencia carece, por tanto, del rasgo más esencial que
necesita para colocarla sobre una base científica. Esto hay que
admitirlo."[xix]
Ni un solo ejemplo, y sin embargo, Huxiey afirma que, si allí no hay ninguna
evidencia, no se la hallará en ninguiía parte.
¡Pero allí no hay
ninguna! Algunos de los más grandes científicos del mundo consideran la evolución
como algo absolutamente absurdo, imposible e improbable. Pese a ello, millones
de personas la aceptan, porque les han lavado el cerebro para que piensen que
es cierta.
La verdad es que
Dios lo hizo a usted y me hizo a mí. Un día daremos cuenta a El de nuestras
vidas. La Escritura dice claramente que todos nosotros hemos transgredido su
ley, y somos culpables ante sus ojos. Y, si cuando lleguemos ante su presencia
somos juzgados según nuestros méritos, merecidamente seremos condenados para
siempre. Esto significa que no tenemos esperanza, sino en su misericordia, y
esa misericordia se manifestó en Jesucristo, su Hijo, a quien envió al mundo
para que viviera en nuestro lugar y muriera por nosotros. Su Palabra declara que
si ponemos nuestra fe en Cristo, El nos perdonará por gracia nuestros pecados y
nos dará el don de la vida eterna. Un día tendremos que estar de pie ante
nuestro Creador. Si confiamos en alguna supuesta bondad, moralidad, piedad o
religiosidad que haya en nosotros mismos, no lo lograremos nunca. Corramos
hacia la cruz, para ser allí vestidos con la justicia de Cristo, para que
podamos comparecer sin mancha ante nuestro Creador.
[i] Louis T. More, The Dogma of
Evolution (El dogma de la evolución) Princeton, University Press, 1925, pág.
1601.
[ii] Citado en Henry M. Morris, Scientific
Creationism (Creacionismo cristiano). San Diego, California, Creation Life
Publishers, 1974, pág. 8.
[iii] Citado en Meldan, Why We Believe in Creation (Por qué creemos en
la creación), pág. 8
[iv] Citado de James F Coppedge, Evolution: Possible or Impossible? (Evolución: ¿posible o imposible?).
Grand Rapids, Michigan, Zodervan Publishing House, 1973, pág., 180
[v] Robert T. Clarky James D. Bales, Why Scientists
Accept Evolution (Por qué aceptan los científicos la evolución). Grand Rapids,
Michigan, Baker Book House, 1966.
[vi] Henry M. Morris, The troubled Water
of Evolution (Las agitadas agues de la evolución), San Diego, California
Creation – Life Publishers, 1974, pág., 58
[vii] Citado en H. Enoch, Evolution or Creation? (¿Evolución o
creación?), Londres, Evangelical Press, 1966, pág. V.
[viii] Citado en Coppedge, Evolution, pág. 177.
[ix] Revista Time 30 de diciembre de 1974, pág. 48.
[x] Ibíd.
[xi] Coppedge, Evolution, capítulo 6.
[xii] Ibíd., págs. 166, 167.
[xiii] Citado en Enoch, Evolution or Creation? ¿Evolución o creación?),
pág. 22.
[xiv] Citado en Did Man Get Here by Evolution
or Creation? (¿Llegó el hombre aquí por evolución o
por creación?) Nueva York, Watchtower Bible Tract, 1967, pág. 45.
[xv] Citado en Morris, The Troubled Waters of Evolution (Las agitadas
aguas de la evolución), pág. 91.
[xvi] Citado en Duane Gish, Evolution —
The Fossits Say No! (La evolución: Los fósiles dicen:
¡No!) San Diego,
California, Creation-Life Publishers, 1978, pág. 14.
[xviii] Ibíd., pág. 28.
[xix] Ibíd., pág. 84.
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