Por qué creo en el cristianismo
Por: D.J. Kennedy
De modo que si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
lodos son hechas nuevas
2 Corintios 5:17
No creo que sea
suficiente creer sólo en Cristo y en la Biblia. También es necesario que
creamos que el cristianismo ha sido bendición para la humanidad, que ha tenido
un efecto beneficioso sobre la raza humana. No todos sostienen tal opinión. La
temible activista atea Madalyn Murray 0'Hair, por ejemplo, ha dicho que del
cristianismo jamás ha venido nada bueno. Si el cristianismo no ha hecho ni
producido nada bueno, debemos rechazarlo, sin ninguna otra consideración. Aun
Cristo enseñó: "Por sus frutos los conoceréis" (Mateo 7:16).
¿Cuáles son los
hechos y los frutos de la fe cristiana5 El cristianismo enseña que la raza
humana es perversa y pecaminosa, y se halla en una condición de caída, y que
aun el más grande de todos los santos está aún impuro y es pecador. Ante todo,
pues, debemos tener en mente que tenemos este tesoro en vasos de barro y que
nunca ha habido un reflejo perfecto de Jesucristo en la vida de ninguno de sus
seguidores.
En segundo lugar,
tenemos que recordar que al cristianismo a menudo se le ha echado la culpa de
cosas que no hacen los verdaderos cristianos, y que todos los que lo profesan,
no poseen necesariamente lo que profesan. Por ejemplo, tal vez la mancha más
negra y la peor acusación que pudiera hacerse contra el cristianismo sería la
Inquisición española. Yo no me empeñaría en defenderla. Fue algo deplorable en
el más alto grado de la palabra, una épica monstruosa de brutalidad y
barbaridad. Fue de naturaleza diabólica.
¿Estaban los
cristianos persiguiendo a los que no eran cristianos? No; era totalmente lo
contrario. Estoy completamente convencido de que los miembros del partido
inquisitorial no eran cristianos. Vivieron en la Edad Media, cuando el
Evangelio de Jesucristo había sido casi totalmente olvidado y la fe se había
pervertido tanto, que tenía muy poco parecido con la que Cristo había dado. En
muchos casos, las víctimas de la Inquisición fueron cristianos evangélicos
protestantes que habían llegado a comprender lo que era el Evangelio histórico
de Cristo, y habían rechazado las supersticiones papales de ese tiempo. Esas
fueron las personas que fueron sometidas a tan tremendas torturas.
The Pit and the
Pendulum (El abismo y el péndulo), magnífico libro escrito por Edgar Alian Poe,
es un retrato de los inquisidores españoles de la Iglesia romana que aplican
todas sus torturas exquisitas a un protestante inglés. La verdad con respecto a
la Inquisición es que los que la promovían eran cristianos espurios, hombres
que eran cristianos sólo de nombre, y que perseguían a los que realmente lo
eran. Cuando esto se entiende bien, denunciar la Inquisición no es levantar un
ataque contra el cristianismo. Estoy muy convencido de que ningún cristiano
torturaría jamás a nadie.
¿Qué es lo que ha
logrado realizar el cristianismo? En primer lugar, debemos notar que, desde que
el cristianismo vino al mundo, el mismo se ha convertido en una fuerza mundial,
y hoy es casi tres veces mayor en número que su más cercano rival. Esto se
produjo, frente a las más desconcertantes probabilidades, cuando uno considera
que el cristianismo es la proclamación de la muerte de un carpintero de
Nazaret, de quien se alega que es el divino Creador del mundo. Supongamos que
hoy, en las ciudades de Europa o de América, aparecieran unos misioneros que
nos dijeran que recientemente algún oscuro labriego había sido condenado a
muerte y ejecutado en Persia, el cual tenía la fama de haberse levantado de
entre los muertos, y que declaró ser el eterno creador del cosmos. ¿Qué
posibilidad cree usted que tales misioneros tendrían en la propagación de tal
religión? ¿No puede ver usted que las probabilidades contra la posibilidad de
que tal fe se arraigue alguna vez serían asombrosas? Pero esto fue precisamente
lo que hicieron los apóstoles en el imperio romano, y aunque nos parezca
sorprendente, tuvieron el éxito de derrumbar aquel imperio pagano. Aquella
hazaña simplemente demuestra que en esa absurda e increíble declaración tuvo
que haber habido inherente algún poder sobrenatural. En efecto, fue el mismo
poder del Espíritu de Dios, que descendió y atrajo hacia sí mismo a los que
quiso, mediante su irresistible poder.
Contra toda la
oposición y persecución que pudieran haberse levantado, el cristianismo
continuó creciendo y floreciendo. Aun los intentos de Juliano el Apóstata por
derrumbar el cristianismo y volver a establecer las religiones paganas de Roma,
no tuvieron éxito. Uno de los seguidores del emperador le dijo a un cristiano,
cuando la embestida de Juliano contra el cristianismo estaba en su apogeo:
"¿Qué está haciendo tu hijo de carpintero ahora?" A lo cual el
cristiano respondió: "Está haciendo un ataúd para tu emperador". No
mucho tiempo después. Juliano, mortalmente herido en la batalla, y habiendo
caído a tierra, recogió arena mezclada con su sangre, la tiró hacia el aire, y
gritó: "Venciste, galileo." Y entonces continuó la marcha del
cristianismo.
Oleadas de
torturas diabólicas barrieron el imperio romano, en un esfuerzo satánico para
limpiar el mundo de la recién nacida fe cristiana. Sin embargo, la sangre de
los mártires se convirtió en la semilla de la Iglesia, y Cristo continuó su
marcha, conquistando y para conquistar. Poco después un cristiano fue colocado
en el trono de Roma, y el imperio más poderoso que jamás haya tenido este
mundo, cayó ante el Evangelio del Carpintero de Galilea. Su obra de mejoramiento
comenzó en el mundo pagano.
Muchas personas
que hoy viven en un ambiente ostensiblemente cristiano, en que predomina la
ética cristiana, no comprenden cuánto le debemos a Jesús de Nazaret. El mundo
en que El nació era completamente diferente del nuestro; y, si El no hubiera
venido, el mundo sería un lugar completamente diferente del que conocemos hoy.
Si hay alguna bondad y misericordia en este mundo, ha venido en gran medida de
El.
Pensemos en las
luchas de los gladiadores. Centenares de miles de esclavos derramaban su sangre
en el circo de Roma año tras año, para satisfacer las pervertidas pasiones de
la turba romana. Un cristiano llamado Telémaco saltó una vez a la arena y se
metió entre dos gladiadores armados, y los separó. A una señal del emperador
Telémaco fue traspasado por las espadas de ellos, y cayó a tierra. Pero el
sacrificio de su vida les salvó la vida a otros centenares de miles. No hubo
grito de júbilo de parte de la multitud. Se quedaron mirando a ese hombre santo
que yacía muerto en su propia sangre, y un gran silencio se apoderó del inmenso
circo. Salieron avergonzados, y ése fue el fin de las luchas de gladiadores en
Roma. Jesucristo había dado un valor y un significado a toda vida: "¿No
valéis vosotros mucho más que ellas?"
Hoy, un hijo es
amado y respetado. Pero no fue así en los tiempos precristianos. El poder de un
padre romano sobre su hijo era absoluto. Podía exponerlo a la muerte; podía
azotarlo, mutilarlo, darlo en matrimonio, divorciarlo, venderlo como esclavo, o
matarlo, para satisfacer su propia pasión sanguinaria. Quintiliano, un escritor
romano, dijo que matar a un hombre era a menudo considerado como un crimen,
pero matar a los propios hijos de uno, era algunas veces considerado como una
acción bella entre los romanos. Tácito, el gran escritor romano, nos habla de
escenas patéticas de niños recién nacidos que, el primer día de su vida, eran
llevados y dejados en la ladera de la montaña, expuestos a las bestias
salvajes, o a personas extrañas que se deslizaban en la oscuridad con el objeto
de apoderarse de esos niños a fin de llevarlos a destinos aún más horribles y
perversos y a la muerte. Jesús tomó a un niño en sus brazos y lo bendijo, y el
infanticidio desapareció del mundo.
¿Y qué diremos de
la condición de las mujeres de aquel tiempo? En el mundo pagano, la condición
de las mujeres no era menos deprimente que la de los niños. Las mujeres eran de
muy poca estima, hasta que vino Jesús. Los escritos de los hindúes, los
escritos brahmánicos, declaran que la mujer no es nunca para la independencia;
las mujeres no tienen nada que ver con las escrituras de los hindúes; y las
mujeres pecadoras deben ser tan asquerosas como la misma falsedad.
Robert Ingersoll,
un gran escéptico que daba conferencias contra la Biblia, tuvo una vez la
temeridad de afirmar que las mujeres estuvieron mejor en las tierras paganas,
de como lo estaban en las tierras' cristianas. Pensemos en la condición de las
mujeres en las tierras paganas. El viajero comandante Cameron fue testigo en el
centro de África de la muerte de un cacique y de la práctica usual que siguió.
Primeramente, los miembros de la tribu desviaron el curso de un río, y en el
lecho del río hicieron una enorme excavación, cuyo fondo fue cubierto de
mujeres vivas. En un extremo del hueco se colocó a una mujer sobre sus manos y
sus rodillas, y sobre la espalda de ella se colocó sentado el cacique muerto,
cubierto de abalorios y otros tesoros. Lo sostenía por ambos lados una de sus
esposas, mientras que la segunda se sentó a sus pies. Luego se les echó encima
la tierra con palas, y así todas las mujeres fueron enterradas vivas, con
excepción de la segunda esposa. Para ésta había una costumbre misericordiosa,
pues tenía el privilegio de que la mataron antes de enterrarla. O considérese la
grotesca costumbre de la viuda hindú: dondequiera que muriera el marido, la
mujer era quemada viva en la pira de su difunto.
La condición de
los esclavos en el mundo antiguo era aún peor. La mitad de todo el imperio
romano estaba constituido por esclavos. La ciudad de Atenas tenía 400.000
habitantes. De esos habitantes, 100.000 eran libres, y 300.000 eran esclavos.
La esclavitud en el mundo antiguo era mucho más brutal de lo que haya
demostrado ser cualquier esclavitud moderna. Un romano resolvió dar muerte a
600 esclavos a causa de la muerte de un hombre. Otro amo romano mató a un
esclavo simplemente por complacer a un huésped que nunca había visto morir a
nadie.
¿Qué fue lo que
puso fin a la antigua esclavitud? ¡El Evangelio de Jesucristo! Aquella carlita
que el apóstol Pablo escribió a Filemón. Este tenía un esclavo que se había
escapado y había sido echado en la cárcel romana con el apóstol Pablo, y éste
lo había ganado para Cristo. Cuando el esclavo quedó en libertad, Pablo lo
envió de regreso a casa de Filemón. Al capturar a un esclavo fugitivo, la
costumbre de aquel tiempo era matarlo. Pero Filemón también se había hecho
cristiano —era otro de los convertidos del apóstol Pablo. En su carta. Pablo le
decía a Filemón: "…para que le recibieses para siempre; no ya como
esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado" (Filemón 15, 16).
En esa nueva hermandad en Jesucristo que se estaba produciendo a través de todo
el mundo romano, la esclavitud encontró su toque de difuntos.
Un año antes de
que se produjera la Reforma protestante de 1517, la esclavitud fue revivida en
España y Portugal. Esta era la esclavitud de los negros que se acababan de
descubrir. ¿Qué le sucedió a esa esclavitud? Sabemos que la esclavitud fue
primero abolida en Inglaterra, por medio de William Wilberforce, quien se había
convertido al Evangelio mediante la predicación de Wesley. Wilberforce, un
pequeño hombre jorobado, llegó a ser uno de los más poderosos entre todos los
primeros ministros de Inglaterra. Constreñido por el Evangelio de Cristo y por
la libertad que Jesús le trajo, este hombre dedicó todas sus energías y su
elocuencia a destruir el odioso tráfico de esclavos africanos. Su éxito en la
abolición de la esclavitud en todo el Imperio Británico condujo a la agitación
para que se hiciera la misma acción en los Estados Unidos de Norteamérica. A
través de las proclamaciones que tronaban desde los pulpitos del Norte,
aparecieron los partidos abolicionistas, y finalmente tuvieron el éxito de
destruir la esclavitud en los Estados Unidos de América.
Probablemente no
hay nada en los anales de la historia humana que se pueda comparar con lo que
han realizado las misiones cristianas. Un escritor que regresó hace más o menos
130 años a Inglaterra, luego de un viaje alrededor del mundo, halló que en los
periódicos de Londres, la crítica estaba bombardeando a las misiones y a los
misioneros. Así que escribió una carta a su periódico para defender a las
misiones. Dijo que la transformación de los salvajes de las islas de los mares
del Sur era algo que debía verse, y que tomar esto con liviandad era un
horrible crimen. "Que un viajero olvide estas cosas es una villana
ineptitud; porque si, por casualidad, en un naufragio, le toca estar en una
costa desconocida, rogará a Dios de la manera más devota que la lección del
misionero le haya precedido."[i] El
autor de esa carta al periódico fue Carlos Darwin. Luego de regresar de su
viaje de alrededor del mundo, él estaba transformado. El hecho de que los
misioneros hubieran estado allí, o no, probablemente habría determinado la
diferencia entre ser invitado a comer o servir de comida.
Algunos
evolucionistas consideraban que los papúes, una de las tribus aborígenes de
Nueva Guinea, eran tan primitivos que tenían menos mente que un cuervo. Sin embargo,
los misioneros de Holanda comenzaron a trabajar con ellos. Durante muchos años,
los misioneros se enfrentaron a la derrota y a la desilusión, ya que ningún
papú aceptaba a Cristo. Finalmente en 1860, se vieron los primeros frutos en la
Misión de Nueva Holanda, cuando un hombre llamado Natanael Pepper, uno de los
aborígenes papúes aceptó a Jesucristo. Algunos años más tarde, cuando millares
de ellos se habían convertido, la escuela papú ganó el primer premio en
competencias académicas entre las 1200 escuelas coloniales de Nueva Holanda.
¡Una gran hazaña para aquellos de quienes se suponía que tenían el cerebro como
el de un cuervo!
¡Es poco lo que
los escépticos han hecho a favor del salvaje! Han construido unas pocas
leproserías, unos pocos hospitales y orfanatos. Les ha correspondido a los
seguidores de Cristo el cuidado de la escoria de la humanidad.
El cristianismo
trajo al mundo libertad e independencia. En todas las naciones antiguas, el
estado era supremo y el individuo no era nada; lo único significativo del
individuo era su servicio al estado. En los tiempos modernos, en aquellos
lugares donde el Evangelio de Cristo ha sido proscrito, y el ateísmo está otra
vez dominando (como en los países comunistas), ha vuelto a ponerse en vigor la
misma antigua doctrina pagana. Pero donde está el Espíritu de Cristo, allí hay
libertad, y Jesús es Aquel que le dio al individuo el valor que le corresponde.
El Hijo de Dios
vino del cielo y dio su vida por mí, por usted y por todos los demás. Los
hombres y las mujeres sintieron que valían algo y que necesitaban la libertad.
Dondequiera que ha ido el Evangelio, ha servido como una fuerza de fermentación
para dar al traste con las dictaduras y producir la libertad. Particularmente
notable en derrocar la tiranía y establecer la libertad de culto es aquella
forma de cristianismo conocida con el calificativo de fe reformada o
calvinismo. Como gran fuente de poder hacia la libertad y la independencia, ha
producido muchas de las repúblicas, monarquías limitadas y democracias de este
mundo: en Suiza, en Inglaterra, en Escocia, en los Estados Unidos de América y
en muchas otras naciones.
El Acuerdo del
Mayflower, aquel primer documento del Nuevo Mundo, comienza de la siguiente
manera: "Habiendo emprendido para la gloria de Dios y el avance de la fe
cristiana… " Temo que nos hemos apartado mucho de esa intención original.
Consideremos los diversos documentos que se redactaron para la fundación de las
diferentes colonias. Rhode Island, 1638: "Nosotros, los abajo suscritos,
solemnemente en la presencia de Jehová, nos asociamos en una corporación
política, y con la ayuda de El, someteremos nuestras personas, nuestras vidas y
nuestros bienes al Señor Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores. Y a
todas aquellas leyes perfectas y totalmente absolutas que El nos ha dado en su
Palabra de verdad, para que nos guiemos y nos juzguemos por ellas."
Aquellos que quieren separar la Biblia del estado, tendrán que sacarla de las
cartas constitutivas de muchos de los primitivos estados de los Estados Unidos
de América. La libertad es uno de los dones del cristianismo.
Tengo la
convicción de que la fe cristiana es la única fuerza que estorba y evita la
total desaparición de la libertad en el mundo hoy. El comunismo reconoce bien
que la Iglesia de Cristo es su más implacable enemiga. Esta es la razón por la
cual el primero de los diez mandamientos del Comsomol (el movimiento de la
juventud comunista mundial) declara que el enemigo número uno del comunismo es
el clérigo cristiano.
El jefe de las
fuerzas armadas de Corea del Sur se dio cuenta de que los coreanos del norte
mostraban un increíble temor a un librito negro llamado el Nuevo Testamento.
Por tanto, aunque él mismo era budista, ordenó que a todos los hombres de las
fuerzas armadas de Corea del Sur se les diera un Nuevo Testamento. El resultado
fue un vasto despertamiento en el cual varios centenares de miles de soldados
se convirtieron a Jesucristo. El Evangelio de Cristo es la sal de la tierra que
evita la corrupción absoluta. Este evangelio está atesorado en los corazones de
los que creen.
¿Qué ocurriría si
todas las personas del país en que usted vive se convirtieran a Jesucristo en
realidad? No me refiero a ser miembros de alguna iglesia; me refiero a ser
hijos de Dios renacidos. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva
criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2
Corintios 5:17). Eso significaría que las cárceles quedarían vacías; que los
tribunales cerrarían sus puertas, que los bares quedarían clausurados; que las
tiendas, los cines y los teatros donde se promueve la pornografía quedarían sin
negocio. No habría necesidad de aparatos de alarma en los hogares, ni siquiera
habría que trancar las puertas, pues los genuinos cristianos, hombres y mujeres
que han experimentado el nuevo nacimiento, no roban, no matan, no violan, ni
cometen ninguno de los otros miles de pecados que hacen la vida tan
desagradable hoy en el mundo.
Hace unos 100
años viajaban dos ateos por el oeste de los Estados Unidos de América, en medio
de una tormenta. La noche caía. Desesperados por hallar refugio, tuvieron la
fortuna de hallar una cabaña en aquel yermo. Su ocupante, un canoso viejo
montañés curtido por la intemperie, bondadosamente les permitió dormir en uno
de sus dos cuartos. Cuando se retiraron a dormir, se dijeron el uno al otro;
"Ciertamente, este hombre nos caerá encima mientras estamos dormidos y nos
matará para robarnos cualquier cosa que tengamos de valor. Por lo mismo uno de
nosotros tendrá que estar vigilando durante toda la noche." Así que el
primer hombre tomó su vigilia mientras el otro se acostó para dormir. Mirando a
hurtadillas a través de la rendija de la puerta, vio que el viejo tomó del
anaquel una Biblia desgastada, la abrió, se puso los lentes y comenzó a leer.
Entonces el ateo se acostó junto a su amigo. Este le dijo: "Pensé que
alguno tenía que vigilar al viejo." A lo cual respondió el primero:
"No tenemos nada que temer a uno que lee la Biblia." ¡Cuan cierto es
eso!
El progreso ha
sido resultado del cristianismo. La ciencia, como lo dijo un científico, nunca
hubiera podido originarse en ninguna otra cultura. No habría podido originarse
posiblemente en la cultura musulmana a causa de su creencia en el fatalismo,
que le impide absolutamente cualquier concepto de progreso científico. No
habría podido originarse entre los budistas, ni entre los hindúes de Asia, a
causa de su creencia de que el mundo físico no es real, que no existe sino
Dios, y que todo esto es pura imaginación. ¡Sólo en el cristianismo pudo llegar
a ser la ciencia!
Sólo a través del
cristianismo vino la educación al mundo. Recuerdo que una vez leí una lista en
que aparecía el promedio de personas que sabían leer y escribir en los
distintos países allá por el año 1900. En ese tiempo, la civilización
occidental de Norteamérica y Europa no se había extendido por todo el mundo
como lo está hoy, de modo que Tokyo parece poco diferente de Nueva York. Más
bien, cada civilización reflejaba su propia cultura. ¿Cuáles eran los
resultados? En todas las naciones que podrían llamarse "paganas" los
promedios de personas que sabían leer y escribir oscilaban entre un O y un 20
por ciento. Aquellas que podían calificarse como católicas romanas, como
España, Italia, México y otras por el estilo, tenían un promedio de alfabetismo
que oscilaban entre un 40 y un 60 por ciento. Todas las naciones que se podían
calificar como protestantes, tenían promedios que oscilaban entre un 96 y un
100 por ciento. ¿Por qué? A causa de la fe de estas naciones en la Palabra de
Dios y en la necesidad de que los niños aprendan a leer para que lean la
Palabra de Dios.
¿Quién ha
descendido hasta los barrios bajos a rescatar a los abandonados? La misión
urbana, las asociaciones de jóvenes cristianos, los asentamientos misioneros.
Sólo los cristianos se han dedicado a personas como éstas. Hoy, con el nuevo
avance de los bárbaros, y la eliminación de las Escrituras de gran parte de
este país y de gran parte del mundo, vemos de nuevo aumentar la decadencia y la
corrupción.
Usted y yo somos
la sal de la tierra. Necesitamos que la sal salga del salero y sea aquello que
preserva la vida y la salud y la moralidad de la sociedad. En estos días
críticos, me siento feliz de formar parte de la Iglesia de Jesucristo y de
aquel reino que nunca tendrá fin. El vino, murió, resucitó y prometió que los
que creyeren en El, que simplemente creyeren en la muerte de El para salvarlos
a ellos, serían transformados, renovados y convertidos en la sal que
conservaría a la sociedad y en la única esperanza para el futuro de la
humanidad.
[i] 1. Citado en Earle Albert Roweil, Prophecy Speaks (La profecía
habla). Washington, DC,
Review and Heraid Publishing Co., 1938, pág. 67.
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