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viernes, 4 de julio de 2014

Por qué creo en el Espíritu Santo

Por qué creo en el Espíritu Santo
Por: D.J. Kennedy
  



¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?
1 Corintios 3:16

De todas las doctrinas de la fe cristiana, la que causa más dificultad a muchas personas parece ser la del Espíritu Santo. Esto no es sorprendente. En la introdudón a este libro, dije que la razón por la cual estaba escribiéndolo era que había un sorprendente número de personas que están confundidas con respecto a quién es Jesucristo. He descubierto que aun más personas están confundidas con respecto al hecho de que lo que El es — el Carpintero de Galilea, que es y fue y siempre será el omnipotente Creador y Dios todopoderoso de este universo — constituye la doctrina cardinal de la religión cristiana. Cuan natural es, entonces, que se entienda aun menos lo relacionado con el Espíritu Santo.

A mi modo de ver, el presentar las evidencias bíblicas que respaldan lo que yo creo acerca del Espíritu Santo, es la manera más efectiva de manifestar por qué creo en El. Al mismo tiempo, el descubrir lo que dice la Biblia en cuanto a quién es el Espíritu Santo, qué es lo que hace y cómo podemos recibir sus bendiciones, debe aclarar la confusión con respecto a El. Echemos un vistazo a la primera pregunta: ¿Quién es el Espíritu Santo? ¿Es una cosa o una Persona? ¿Se lo puede designar con el pronombre El, o acaso con el pronombre ella? Hombres y mujeres le han aplicado al Espíritu Santo todas estas denominaciones. Una secta extraña trató de crear algo así como una familia terrenal con padre, madre e hijo, llamando al Espíritu Santo con el pronombre "ella". Pero la Biblia no menciona nada de eso.

Por otra parte, muchas personas se refieren al Espíritu Santo como si fuera una cosa: una fuerza, un poder, una influencia. ¿Pero es eso el Espíritu Santo? ¿O el Espíritu Santo es una persona? Yo creo que la Biblia dice claramente que el Espíritu Santo es una Persona. Sin embargo, el uso de la palabra persona no tiene el propósito de evocar la imagen de una persona erguida con brazos, piernas y dedos en las manos y en los pies. Más bien, utilicemos el sentido verdadero de la palabra, según el cual persona es lo que tiene personalidad, es decir, voluntad, intelecto, emoción, capacidad para comunicarse, etc.

El Espíritu Santo no es claramente revelado en el Antiguo Testamento, y los judíos confundían muy fácil y comprensiblemente al Espíritu simplemente con un poder o influencia de Dios. Las distinciones de la Deidad una y trina: Padre, Hijo y Espíritu Santo, aunque estuvieron presentes, tampdto les fueron reveladas claramente. El doctor Benjamín B. Warfíeld, profesor de teología sistemática en el Seminario Teológico Princeton, dijo: "El Antiguo Testamento es como un cuarto ricamente amoblado pero débilmente iluminado; en el Nuevo Testamento no se agrega nada, excepto la luz."

Por supuesto, hay en la actualidad los que niegan la personalidad del Espíritu Santo basados en que la Biblia, con tantas palabras, no dice que el Espíritu Santo es una persona. Reconozco que no lo dice. Pero la Biblia tampoco ofrece argumentos para probar la existencia de Dios; esto es algo que está simplemente revelado y que se entiende. Y así sucede con el Espíritu Santo.

Pero ahora, miremos y veamos: ¿Qué es una persona? ¿Qué es una cosa? ¿Qué es una fuerza? Algunos nos dicen que el Espíritu Santo es una fuerza como la electricidad, el viento o la gravedad. ¿Cuál es la diferencia entre una fuerza y una persona? Consideremos lo que se refiere al intelecto: ¿tiene mente la electricidad? ¿Tiene mente el viento? ¿Tiene mente la gravedad? Por supuesto que no. Consideremos el aspecto de la emoción: ¿Alguna vez ha oído usted a la electricidad o a la gravedad reírse? ¿O llorar? ¿O amar? Consideremos la comunicación: ¿Puede una fuerza expresar sus pensamientos? ¡No! La electricidad puede emplearse para activar una máquina que repite las palabras de la gente, pero tal máquina no puede comunicarse. ¿Tiene una voluntad que decida hacer esto? ¿Es motivada por sí misma, o es gobernada meramente por leyes externas, o por personas que la dirigen? No tiene voluntad propia. Una persona sí la tiene.

¿Qué dicen las Escrituras acerca del Espíritu Santo? Diga usted y juzgue por sí mismo. ¿Es el Espíritu Santo una fuerza, como dicen los de las sectas, o es una persona, como dice la Iglesia de Cristo? La Biblia se refiere a la mente del Espíritu: "Y el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos" (Romanos 8:27). El Espíritu Santo tiene una mente; El hace intercesión; ruega por ellos. Las Escrituras hablan acerca de la infinita comprensión del Espíritu: "… nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios" (1 Corintios 2:11). Una fuerza no conoce, pero una persona sí. Se hace referencia a la voluntad del Espíritu: "… repartiendo a cada uno en particular como él quiere" (1 Corintios 12:11). Este pasaje se refiere al Espíritu, pero una fuerza no tiene voluntad.

El Espíritu Santo no sólo conoce, sino que aun tiene conocimiento anticipado: "… os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13). Ciertamente ni el viento, ni la electricidad, ni ninguna fuerza saben lo que ocurre ahora, ni lo que ha de venir. La Biblia se refiere al amor del Espíritu: "Pero os ruego, hermanos …  por el amor del Espíritu" (Romanos 15:30). Vemos que El actúa, contiende con los hombres: "No contenderá mi espíritu con el hombre" (Génesis 6:3). El ordena y prohibe: "… dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado" (Hechos 13:2). El escoge los funcionarios de la Iglesia: "… Mirad por vosotros, y por el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos" (Hechos 20:38). El oye: "… hablará todo lo que oyere" (Juan 16:13). El habla acerca de muchas cosas: acerca de los eventos de los últimos tiempos, acerca del Hijo del Hombre. El clama en los corazones de los cristianos: "Abba, Padre" (Romanos 8:15). "Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen" (Apocalipsis 14:13). El Espíritu dijo a Felipe: "Acércate y júntate a ese carro" (Hechos 8:29). Vemos, pues, que se le asignan todos los atributos de la personalidad al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es una persona.

Algunas personas, sin embargo, no estarán de acuerdo, y se basan en que, en griego, los pronombres neutros algunas veces se combinan con la palabra que traduce "espíritu". Pero para esto hay una explicación muy natural. "Espíritu" en griego es pneuma, así como la palabra veterotestamentaria que originalmente, significa "aliento" y "viento". Cuando el Espíritu Santo fue revelado, éste fue el nombre que tomó. Puesto que pneuma es una palabra de género neutro en griego, se hace referencia a ella mediante pronombres neutros. Pero en vez de negar el hecho de la personalidad del Espíritu Santo, esta regla gramatical misma sirve para reforzarla, puesto que hay casos en el Nuevo Testamento en que, contrario al uso esperado, se usan pronombres masculinos para hacer referencia al Espíritu Santo

Para clarificar nuestra creencia, nuestra doctrina del Espíritu Santo, tenemos que determinar no sólo que El es una persona, sino que es divino. De nuevo, la Biblia responde. En el libro de Hechos leemos que Pedro le dijo a Ananías: "¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo? (5:3). Cuando un poco después, Pedro le dice a Ananías: "No has mentido a los hombres, sino a Dios" (versículo 4), evidentemente da a entender que el Espíritu Santo es Dios. Las Escrituras describen expresamente todos los atributos de la divinidad, y se los atribuyen al Espíritu Santo. "A dónde me iré de tu Espíritu" (Salmo 139:7). El es infinito, omnipresente; El conoce todas las cosas, el sabe el futuro, es todopoderoso.
Creo, sin embargo, que tenemos que entender que el Espíritu Santo no es meramente otro nombre de Dios el Padre, sino que hay una distinción entre las personalidades de la Deidad. Esto se ve claramente en varios pasajes bíblicos. La fórmula bautismal exige que nos bauticemos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo: un nombre, tres Personas. En el bautismo de Jesús, vemos que el Espíritu Santo descendió en forma corporal como de paloma, y el Padre habló desde el cielo: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia" (Mateo 3:17). Así se revelan claramente las tres personalidades. La misma verdad se vuelve a afirmar en la Biblia en muchos otros pasajes, incluso las penetrantes palabras de Cristo en lo que llamamos la Gran Comisión: "Por tanto, id, y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo… " (Mateo 28:19).

Sin embargo, a pesar de todas las claras enseñanzas de la Escritura, una antigua herejía persiste en algunos lugares hasta el día de hoy. Se trata del "modalismo", término derivado de la palabra modo, el cual enseña que el Espíritu Santo es una Persona divina, pero que es simplemente el Padre o el Hijo. Esto es como decir, de hecho, que el Padre fue el primero que salió al escenario como actor, con una larga barba; luego regresó detrás del escenario, se cambió el disfraz y volvió al escenario como un joven, el Hijo; regresó otra vez detrás del escenario y volvió a salir una vez más con otro disfraz diferente, como el Espíritu: una sola persona, en tres disfraces. Pero la Biblia enseña que la Deidad es una y trina: tres personalidades en una sola sustancia divina, coeternas, que existen lado a lado eternamente: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios" (Juan 1:1).

Creo en el Espíritu Santo no sólo debido a que la Biblia dice quién es El, sino debido a que la Biblia dice qué hace El. Las Escrituras nos ofrecerf un asombroso informe sobre sus actividades. Por cierto que la lista es excesivamente larga como para incluirla aquí, pero entre sus obras están las siguientes: El creó el mundo; siendo éste creado por voluntad del Padre, por medio del Hijo y por el Espíritu Santo. El Espíritu Santo inspiró la escritura de la Biblia, de tal modo que la Biblia no es como ningún otro libro, sino que Dios el Espíritu Santo es el autor de ella, habiendo obrado a través de los hombres como instrumentos. El Espíritu Santo hizo que Cristo fuera concebido en el vientre de María, a quien se le dijo: "El Espíritu Santo vendrá sobre ü." Fue el Espíritu Santo el que bautizó a Jesús, el que lo dirigió y lo llenó de poder. También se nos dice que el Espíritu fue el que levantó a Jesús de entre los muertos. El Espíritu Santo, al ser derramado sobre los creyentes, fue el que fundó la Iglesia cristiana el día de Pentecostés.

El Espíritu Santo regenera a los hombres y les da vida cuando están muertos en pecado. Jesús dijo que tenemos que nacer otra vez del Espíritu. A menos que hayamos sido regenerados por el Espíritu Santo no somos cristianos. El Espíritu Santo mora en todo creyente: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?" (1 Corintios 3:16). El Espíritu Santo santifica, limpia, nos hace puros y santos, y así es particularmente el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no viene a glorificarse ni a magnificarse a Sí mismo; usted notará que El ni siquiera tiene un nombre distintivo. Jesús dijo: "Pero cuando venga el Consolador ... él dará testimonio acerca de mí" (Juan 15:26).

Cuando el Espíritu Santo viene sobre alguien, una de las evidencias es que esa persona habla con respecto a las maravillosas obras que Dios realizó en Cristo el Redentor. El Espíritu Santo es el que trae la gracia y capacita al creyente a vivir la vida cristiana. "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad bondad, fe, mansedumbre, templanza" (Calatas 5:22, 23).

Una razón adicional por la que creo en el Espíritu Santo es la experiencia que tengo de que El mora en mí. Los que conocen al Espíritu Santo saben que han recibido "las arras" de su herencia, porque el Espíritu Santo también nos da la seguridad de que tenemos vida eterna. El Espíritu Santo es el que da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. El Espíritu Santo es el que clama: "Abba, Padre", y nos hace entender que Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus hijos que hemos sido redimidos, y que vamos camino al cielo. Es el Espíritu Santo el que nos capacita como creyentes para decir: "Bendita seguridad, Jesús es mío. ¡Oh, que gusto anticipado de gloria divina!" Si tenemos esta seguridad y esta certidumbre en nuestro corazón, entonces sabemos que tenemos al Espíritu Santo en nosotros.

La Biblia dice que todos los cristianos reciben el Espíritu Santo cuando reciben a Jesucristo como su Salvador personal. Pero luego, debemos buscar ser llenos del Espíritu Santo. "Sed llenos del Espíritu" (Efesios 5:18). Necesitamos tener la plenitud de su presencia. Creo que la razón por la cual hay tantos cristianos derrotados y desalentados es que no están llenos del Espíritu Santo. ¿Hay en nuestros hogares amor, gozo, paz, benignidad, bondad? ¿O hay contiendas, desánimo, altercados, preocupación, ansiedad, tristeza? Todo esto es evidencia de que el Espíritu de Dios no está allí, pues El es el Espíritu de gozo, de paz y de amor. El amor de Dios es derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo.
Si usted carece de la plenitud del Espíritu de Dios en su vida, y le gustaría experimentarla, si quiere vivir y servir a Dios como El quiere, tengo una sugerencia para usted. El doctor Bill Bright preguntó esto a la congregación de nuestra iglesia en un culto, hace varios años, y en ese tiempo tuvo un profundo efecto. El recomendó a todos los que quisieran no ser sólo oidores de la Palabra, sino también hacedores, que fueran a su casa, buscaran un papel de buen tamaño y escribieran en él todos los pecados específicos que estuvieran presentes en sus vidas. Hagan una lista de los pecados de disciplina, dijo él: impaciencia, amargura, envidia, celos, rencores, desprecios no perdonados, animosidad, ira, pasiones, lascivia, pensamientos impuros, avaricia, concupiscencia, codicia, y otros. Sean específicos; den nombres, fue la instrucción. No olviden los pecados de omisión: falta de oración, frialdad del corazón para con Dios, infidelidad a su Palabra, no servir al Señor, no dar testimonio de Cristo, y otros por el estilo. No los escondan en su corazón ni dejen de meditar en ellos.

Cuando terminen, dijo el doctor Bright, entonces oren para que el Espíritu Santo los escudriñe y los pruebe, y vea si aún hay alguna cosa perversa en ustedes que no hayan confesado ni abandonado. Cuando el Espíritu les traiga alguna otra cosa a la mente, mientras están esperando en su presencia, escríbanla. Habiéndola escrito, sigan esperando y pidan: "Espíritu Santo de Dios, examíname y prueba mi corazón, y ve si aún hay algo perverso en mí." Vuelvan a esperar, y recibirán una carta por entrega especial. Continúen pidiendo y esperando hasta que puedan esperar delante de Dios, tal vez y muy probablemente por primera vez en su vida, con una conciencia libre de ofensa hacia Dios y hacia sus semejantes. No puedo pensar en una bendición más grande. Aun esto no significa que somos perfectos, por supuesto, pero significa que no hay nada que llegue a la mente que no hayamos confesado, de lo cual no nos hayamos arrepentido, ni hayamos abandonado.

Ahora, escriban con letras grandes a través de la página o de las páginas: "La sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado." Reclamen esta promesa por fe. Créanla. En ese momento, por primera vez, tal vez, estarán preparados para hacer lo que Jesús dijo: para pedir que el Padre los llene del Espíritu Santo. "Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13). Pidan al Padre que les dé el Espíritu Santo. El no puede venir cuando estamos llenos de egoísmo v de pecado, de justicia propia y de orgullo y de espíritu farisaico. Si nos humillamos ante Dios y confesamos nuestros pecados y nuestra actitud de obstinación, entonces Dios vendrá y cumplirá su promesa y nos llenará con su Espíritu: el Espíritu de amor y de gozo. Nos dará un nuevo corazón; un corazón tierno.

Ahora, tomen el papel y quémenlo. (En una ocasión, cuando pedí a una congregación que probaran este modo de confesión, alguien me preguntó: "¿Qué vamos a hacer? ¿Firmar esto y entregarlo? ¡Eso pudiera hacernos parar en la cárcel!") ¡Rómpanlo! ¡Tírenlo! Pero reclamen la promesa, y crean en Dios, y salgan a vivir y a andar en el Espíritu, y a servir a Dios por el poder de su Espíritu: "… seas lleno del Espíritu Santo" (Hechos 9:17).

Este es nuestro desafío. Santiago dice que no seamos como los que oyen la Palabra y se van y no hacen nada con respecto a ella; ni como aquellos que se ven la cara en un espejo y se van y se olvidan de su apariencia. Creo que sólo cuando pidamos esta limpieza y esta plenitud del Espíritu Santo, entraremos en una experiencia de bienaventuranza, en una comunión con Dios y una comprensión de su presencia en nosotros, que nunca antes habíamos experimentado.

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