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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

viernes, 8 de enero de 2010

Devocional - Enero 8

Enero 8
Cheques del Banco de la Fe - C.H.Spurgeon


Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios.
Mateo 5:8


La limpieza de corazón es uno de los fines principales que debemos perseguir. Importa mucho que seamos purificados interiormente por el Espíritu Santo y por medio de la Palabra, y en verdad lo seremos exteriormente por una mayor consagración y obediencia. Existe una relación íntima entre el corazón y la inteligencia. Si amamos el mal, jamás podremos comprender el bien. Si el corazón está manchado, el ojo estará oscurecido. ¿Cómo podrán estos hombres ver al Dios Santo, si aman el pecado?

¡Cuán singular es el privilegio de ver a Dios en la tierra! Una sola mirada sobre Él constituye para nosotros un verdadero paraíso. En Cristo Jesús contemplan al Padre los limpios de corazón. En Él vemos a Dios, la verdad, su amor, su santidad, sus designios, su soberanía, su alianza. Empero estas cosas solamente se perciben cuando se impide la entrada del pecado en el corazón. Sólo quienes aspiran a la santidad pueden exclamar: «Mis ojos están siempre hacia Jehová». El deseo de Moisés: «ruégote que me muestres tu gloria», solamente puede tener cumplimiento en nosotros cuando estemos limpios de toda iniquidad. Nosotros «le veremos como Él es»; y «cualquiera que tiene esta esperanza en Él, se purifica». El gozo de la presente comunión y la esperanza de la visión beatífica son dos poderosas razones para que andemos en pureza de corazón y de vida.

¡Crea, Señor, en nosotros un corazón puro para que podamos ver tu rostro!

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