Las piedras hablan a gritos
Por: D.J. Kennedy
El, respondiendo,
les dijo: Os digo que si éstos
callaran, las
piedras clamarían. Lucas 19:40
Durante la última
parte del siglo 18, comenzó a desarrollarse en Alemania lo que se conoció con
el nombre de escuela de alta crítica, que llegó a su cénit a mediados del siglo
19. Los eruditos literarios de esa época basaron todas sus conclusiones en
presuposiciones literarias. Hicieron pedazos la Biblia y la volvieron a
integrar, de una manera completamente diferente. Jesucristo había dicho que, si
sus seguidores callaban con respecto a la alabanza a El, las piedras mismas
clamarían. Cuando los principales eruditos cristianos comenzaron a callar, y de
esa manera a negar la Biblia, Dios comenzó a cumplir esa predicción, y las
piedras comenzaron a hablar a gritos.
Junto con el
adelanto de la escuela de alta crítica vino el adelanto de la arqueología,
ciencia que comenzó a principios del siglo 19. Muchos se preguntaban si la
arqueología confirmaría las conclusiones de la alta crítica, o la creencia en
la historicidad de la Biblia. ¿Comprobarían los hechos la fantasía, o las
fantasías de los críticos serian anuladas por los hechos?
Tal vez usted se
haya preguntado por qué la Biblia está llena de numerosos detalles que parecen
ser excrecencias del mensaje fundamental de la Palabra de Dios. El capítulo 33
de Números, por ejemplo, contiene una lista de 42 sitios diferentes que se
usaron en el Éxodo. En otros pasajes se mencionan numerosos lugares, ciudades,
reyes e individuos. Los lectores a menudo se atascan en las genealogías, las
personas y la historia, y se preguntan por qué no podemos sacar todo eso y
entrar directamente al mensaje. El hecho es que al tratar de hacerle
correcciones a las Escrituras, uno descubre que inadvertidamente le está cortando
órganos vitales. El erudito R.A. Torrey dijo que "la abundancia de
detalles era como las marcas de filigrana en el papel, que daban indeleble
evidencia del tiempo y el plan de la manufactura".[i]
Así como un detective puede, mediante una marca de filigrana, determinar muchas
cosas acerca del papel — por ejemplo, su origen —, la ciencia de la arqueología
ha descubierto, a partir de estos detalles, una inmensa riqueza de información
con respecto a las Escrituras.
En un tribunal,
los abogados frecuentemente hacen a los testigos muchas preguntas detalladas
que no parecen tener relación directa con el asunto que se está ventilando. Con
eso intentan establecer, con toda clase de maneras corroborativas, si el
testigo está diciendo la verdad o mintiendo. Según un historiador, es
imposible establecer una mentira en medio de una historia bien conocida. A
medida que los detalles salen a la luz y quedan confirmados o negados, así la
verdad de la historia también queda confirmada o negada. Un erudito sostiene:
"Para mí, la verdad absoluta y los detalles locales (los cuales no es
posible inventarlos cuando están dispersos a lo largo de un período histórico
que abarca muchos siglos) dan pruebas casi absoluta de la verdad del relato.
Esa clase de prueba es la que tenemos para todas las partes de la Biblia."
El distinguido
erudito y orientalista alemán Julius Wellhausen contaba con abrumadoras
credenciales académicas, que hacían que la gente pusiera atención a lo que él
decía. En 1889, este erudito sometió el capítulo 14 de Génesis a un ataque
crítico. Este capítulo relata que cuatro reyes de Mesopotamia y Babilonia se
trasladaron a Palestina y atacaron a un grupo de cinco reyes de alrededor del
mar Muerto, entre los cuales estaban incluidos los de Sodoma y Gomorra.
Vencieron a estos reyes, se llevaron todos sus bienes y a muchos cautivos,
entre los cuales estaba un joven llamado Lot, sobrino de Abram. Al oír esto,
Abram reunió a sus siervos y salió a perseguirlos, alcanzándolos cerca de
Damasco (una jornada muy larga hacia el norte), y se trabó con ellos en
combate. Habiendo derrotado al enemigo, Abram rescató a Lot, a su familia y
todos sus bienes. Los críticos insistían, ante todo, que no existía ninguna
clase de relación entre Babilonia y Palestina. En aquellos días, decían ellos,
los viajes de esa clase eran inauditos, y posiblemente no hubieran podido
ocurrir. Wellhausen declaró: "Que cuatro reyes del golfo Pérsico, 'en el
tiempo de Abraham' hubieran hecho una incursión a la península sinaítica, que
en tal ocasión hubieran atacado a cinco reyezuelos del litoral del mar Muerto,
y los hubieran llevado prisioneros, y Finalmente que Abraham, acompañado de 318
siervos, hubiera salido a perseguir a los vencedores que se retiraban y los hubiera
obligado a entregar el botín; todos estos incidentes son puras imposibilidades,
que no logran nada de credibilidad por el hecho de que estén colocados en un
mundo que ya había pasado."[ii]
Ahora, ese mundo
ha vuelto a la luz. Desde sus tumbas y diversos lugares, las voces de los
muertos claman, y aquel mundo de imposibilidad ha cambiado considerablemente.
Wellhausen no fue el único que tuvo tal opinión. El gran crítico Theodor
Noldeke dijo que la crítica había refutado para siempre la pretensión de la Biblia
de ser histórica.[iii]
Sin embargo, eso es precisamente lo que afirma ser el capítulo 14 de Génesis.
Como resultado de
amplias excavaciones realizadas en 1890 en las secas arenas de Egipto por el
doctor Flinders Petrie y otros, ahora sabemos quiénes fueron estos cuatro reyes
del golfo Pérsico. Al hacer la transliteración del semítico al babilónico,
descubrimos que el rey llamado Amrafel no es otro que el mismo hombre famoso
conocido en la historia secular como Hammurabi. El gran Hammurabi, quien nos legó
su código de leyes, y otros tres reyes, descendieron y atacaron a esos reyes de
la zona del mar Muerto. Ahora ha quedado demostrado, fuera de toda duda, que
todo esto es un hecho histórico. Los nombres de estos reyes han sido
verificados, como también los sitios en que acamparon.[iv]
Otra fuente de
deleite para los críticos estaba constituida por el hecho de que la Biblia
menciona centenares de reyes, pueblos, ciudades y aun naciones enteras, que no
fueron mencionadas por los historiadores de la antigüedad, ni en ninguna parte
de la literatura secular. Si los historiadores nunca mencionaron una nación,
obviamente, tal nación no existió. Uno de los pueblos "míticos" con
el cual supuestamente pelearon los judíos fueron los héteos, que se mencionan
en ocho distintos capítulos del Antiguo Testamento. Un notable arqueólogo dijo
que él no creía que alguna vez existiera el pueblo de los héteos.
Cuando el doctor
Hugo Winkier fue a la región para excavar en la parte donde se suponía que
habían vivido los héteos, descubrió más de 40 de las ciudades de ellos, incluso
su capital, junto con un gran número de monumentos que describían sus
actividades.[v]
Al comentar sobre el caso del tratado efectuado entre los héteos y los
egipcios, que describe la Biblia, un crítico inglés dijo que no había más
posibilidad de que hubiera existido un tratado entre los egipcios y los héteos,
que la que pudiera haber de un tratado entre los ingleses y los indios
choctawas de Norteamérica. Sin embargo, escrito en la pared de un palacio de una
de las ciudades de Egipto que fueron desenterradas, ¡se halló todo el tratado
entre los egipcios y los heteosi Numerosas inscripciones babilónicas han
confirmado ahora que los héteos constituyeron una gran superpo-tencia que
estaba localizada entre Egipto y Babilonia, tan grande que se consideraba que
todos los egipcios y los babilonios habían sido tribus de los héteos.
La Biblia nos
dice que Faraón oprimió a los israelitas e hizo que le construyeran las
ciudades de almacenaje Pitón y Ramesés. Recordamos la historia que nos dice que
ellos construían con argamasa y paja. Luego tuvieron que recoger su propia
paja, y finalmente tuvieron que hacer los ladrillos sin paja de ninguna clase
(Éxodo 5). Cuando Sir Flinder Petrie descubrió posteriormente los sitios de
Pitón y Ramesés, notó algo increíble con respecto a ellas. Habían sido
construidas con argamasa, algo que no se halló en ninguna otra parte de Egipto.
Además, los estratos inferiores estaban construidos con ladrillos en los cuales
había rastrojo en vez de paja. En la parte siguiente de la construcción y en la
parte más alta había ladrillos que habían sido hechos sin paja.
Durante más de
100 años, los críticos habían dicho que Moisés no escribió el Pentateuco en
absoluto. Pero el doctor William F. Albright, de la Universidad Johns Hopkins,
que probablemente sea el arqueólogo norteamericano más destacado del siglo 20,
dice: "En consecuencia, es pura hipercrítica negar el carácter
sustancialmente mosaico de la tradición del Pentateuco."[vi]
También está la historia
de Jericó Josué libró la batalla de Jericó, pero los críticos decían que eso
nunca ocurrió. Simplemente, uno no camina alrededor de una ciudad y con ello
logra que sus muros se derrumben. ¿Pero qué descubrió el profesor John
Garstang, arqueólogo inglés y autoridad en lo relativo a la civilización hetea,
cuando llegó al sitio de Jericó para efectuar excavaciones? El declaró:
"En cuanto al hecho principal, no queda duda de que los muros se
derrumbaron hacia afuera en forma tan completa, que los atacantes pudieran
encaramarse sobre ellos y por encima de las ruinas entrar en la ciudad."7[vii]
¿Por qué es tan raro esto? Porque los muros no caen hacia afuera.
Ordinariamente caen hacia adentro, pero en este caso, algún poder superior hizo
que cayeran hacia afuera, como lo dice la Biblia. Los críticos también
declaraban que el relato era obviamente fatuo, por cuanto dice que los
israelitas marcharon alrededor de la ciudad siete veces en un día. Uno no
podría caminar alrededor de una ciudad moderna de 100.000 habitantes y darle
siete vueltas en un día. Y a Jericó se la describía como una gran ciudad. Pero
la investigación de Garstang ofreció un interesante hecho con respecto a esta
ciudad: era más pequeña que los sitios sobre los cuales se erigen muchas
iglesias metropolitanas de gran tamaño. ¡Como yo he estado en Jericó muchas
veces, sé que podría caminar alrededor de ella siete veces en una mañana y
todavía jugar una partida de tenis antes del almuerzo! Otra vez se demostró que
los críticos estaban equivocados.
Albright declara:
"Hasta hace poco, era costumbre de los historiadores bíblicos tratar los
relatos patriarcales del Génesis como si hubieran sido creaciones artificiales
de los escribas israelitas del tiempo del reino dividido. O tal vez eran
leyendas que contaban los rapsodas imaginativos en torno a las fogatas
israelíes."[viii]
"Los descubrimientos arqueológicos que se han realizado a partir de 1925
han cambiado todo esto. Aparte de unos pocos intransigentes que hay entre los
eruditos más antiguos, casi no hay ni un historiador bíblico que no haya
quedado impresionado con la rápida acumulación de datos que apoyan la
historicidad sustancial de la tradición patriarcal."[ix]
Un artículo
escrito por uno de estos intransigentes, y que apareció recientemente en el diario
Miami Heraid, proclamaba que no había ni un erudito bíblico que sostuviera que
los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron escritos por los autores
cuyo nombre llevan. Dijo que todo erudito sabe esto, y nadie cree que ellos
escribieron esos libros. Aparentemente, este hombre había leído un libro
escrito por alguien que había llegado a tal conclusión, la cual estaba en boga
en el siglo 19, cuando se suponía que los Evangelios habían sido escritos en el
segundo y tercer siglos. Ahora se han descubierto manuscritos que datan de cien
años antes de eso. Sin embargo, los intransigentes aún echan a borbotones
conclusiones críticas del siglo 19 que han sido completamente desacreditados en
tiempos recientes. "Muchos arqueólogos han quedado impresionados por lo
que han descubierto", dice Albright. Varios de ellos no sólo han quedado
impresionados, sino que se han convertido.
Uno de los más
notables fue Sir William Ramsay. El era ateo, hijo de ateos; era rico y
ostentaba el título de Doctor en Filosofía de la Universidad de Oxford. Entregó
su vida entera a la arqueología, con la determinación de refutar la Biblia.
Salió para la Tierra Santa, y decidió refutar el libro de los Hechos. Después
de 25 años o más de trabajo (durante los cuales publicó libro tras libro),
quedó increíblemente impresionado por la exactitud de Lucas en sus escritos.
Finalmente declaró que Lucas fue exacto, hasta en los más mínimos detalles. En
su intento de refutar la Biblia, Sir William Ramsay descubrió centenares de
cosas que confirmaban la historicidad del libro de los Hechos. Finalmente, en
uno de sus libros, conmovió a todo el mundo de la crítica al declararse
cristiano.[x]
La autoridad más grande del mundo en lo relativo al libro de los Hechos y a los
viajes del apóstol Pablo, se convirtió por medio de sus excavaciones, como
también se han convertido otros numerosos arqueólogos a través de los siglos.
Daniel era otro
libro que deleitaba especialmente a los que estaban tratando de desacreditar la
Biblia. Una de las muchas cosas que trataban de refutar en este libro era la
idea de que Belsasar fue el último rey de Babilonia y que murió el día en que
Ciro y su ejército entraron en la ciudad de Babilonia. Los historiadores
seculares habían declarado que, aunque la Biblia dice que Belsasar fue hijo de
Nabucodonosor, sin embargo, Nabonido había sido el hijo de Nabucodonosor, y
Nabonido fue el último rey de Babilonia.
Deán Parrar, uno
de los críticos, dijo: "Belsasar — la historia no sabe nada de tal
rey."[xi]
Si un historiador secular dice una cosa, y la Biblia dice otra, obviamente, la
Biblia tiene que ser la incorrecta. Esta presuposición penetra tanto en la
mente de los críticos, que es sorprendente cómo proclaman continuamente tales
conclusiones, sin tomar en cuenta lo que revelan los hechos.
En la ciudad de
Ur de los caldeos, Babilonia, se descubrieron cuatro cilindros de arcilla del
rey Nabonido. Se refieren a la construcción del templo dedicado a la diosa
Luna, en el cual había una oración a esa diosa a favor del hijo del rey, Belsasar.
Se descubrió que Belsasar y Nabonido reinaron conjuntamente en Babilonia;
mientras Nabonido estaba en el campo, Belsasar reinaba en la capital. Además,
uno de estos cilindros decía que Gobrias (el general del ejército de Ciro)
entró en Babilonia y que Belsasar murió ese día. A Belsasar se lo menciona
numerosas veces con relación a contratos que él hizo, tierras de cultivo que
compró y otros asuntos de esa naturaleza.12[xii]
¡Otra vez estalló la burbuja de los críticos!
La confirmación
arqueológica del diluvio de los días de Noé es enorme. Se han hallado relatos
sobre el diluvio de Noé en casi todas las civilizaciones del mundo. Entre los
más interesantes están los que se han hallado en Babilonia y en Acadia. Ofrecen
sustancialmente la misma descripción, excepto las perversiones que entraron en
la versión babilónica posterior, que fue escrita unos 800 años después del
relato de Moisés.
En Babilonia
también hay una tablilla en la cual uno de los reyes babilonios menciona el
gozo que sentía al leer los escritos de los que vivieron antes del diluvio. Los
argumentos según los cuales ni siquiera existía la escritura en el tiempo de
Moisés, ahora han sido rechazados con el conocimiento de que 500 años antes de
Moisés, en los días de Abraham, existieron bibliotecas con millares de
volúmenes. Ahora sabemos que bastante más de mil años antes del tiempo de
Abraham, de hecho, ya se practicaba la escritura, y ahora tenemos documentos de
los que escribieron aun antes del diluvio.
Otra tablilla
babilónica da una interesante confirmación. La de Noé fue la décima generación
a partir de Adán, según la Biblia, y esta tablilla babilónica nombra los diez
reyes de Babilonia que vivieron antes del diluvio. Otra tablilla nombra a todos
los reyes de Babilonia, y después de los primeros diez, aparecen las palabras:
"Vino el diluvio… " Luego continúa el relato en las tablillas.
Las palas de los
arqueólogos han descubierto innumerables hechos que confirman las Escrituras.
Se han descubierto más de 25.000 sitios pertenecientes a lo que refiere la
Biblia. También se han hallado registros de miles y miles de individuos y
eventos. El testimonio más reciente y continuo de la arqueología, como todo el
testimonio de esa naturaleza hallado anteriormente está definida y
uniformemente a favor de las Escrituras, según su valor literal o tradicional,
y no como fue reconstruida por los críticos. El doctor William Albright dice:
"No puede haber duda de que la arqueología ha confirmado la historicidad
sustancial de la tradición del Antiguo Testamento."[xiii]
El excesivo
escepticismo demostrado hacia la Biblia por las importantes escuelas
crítico-históricas de los siglos 18 y 19, que colocaban toda clase de fases de
la Biblia en una fecha posterior a la que tradicionalmente se había estimado,
ha sido desacreditado por un descubrimiento tras otro. La exactitud de innumerables
detalles ha producido un reconocimiento creciente del valor de la Biblia como
fuente histórica. Millar Burrows, de la Universidad de Yaie, observa: "En
muchos casos, la arqueología ha refutado los puntos de vista de los críticos
modernos. En numerosos casos se ha demostrado que esos puntos de vista
descansan en falsas suposiciones y en esquemas irreales y artificiales del
desarrollo histórico. El excesivo escepticismo de muchos teólogos liberales no
brota de una cuidadosa evaluación de los datos disponibles, sino de una enorme
predisposición contra lo sobrenaural."
Sir Frederic
Kenyon, del Museo Británico, uno de los grandes eruditos de nuestro tiempo,
también señala el hecho de que la arqueología ha confirmado la Escritura.
Nelson Glueck, el renombrado arqueólogo judío, dijo: "Se puede declarar
categóricamente que ningún descubrimiento arqueológico ha controvertido jamás
una referencia bíblica." Luego continuó afirmando "el casi
increíblemente exacto recuerdo histórico de la Biblia, particularmente cuando
vemos que la misma se fortifica mediante los hechos históricos." Declaró
categóricamente que ningún hallazgo arqueológico ha controvertido ninguna
referencia bíblica sobre algún hecho.[xiv]
Volvemos a ver
que cuando los críticos fueron dejando de alabar a Cristo, tal como Dios lo
dijo, ¡las piedras comenzaron a hablar a gritos! A través de todas las
investigaciones recientes efectuadas en Palestina, Asiría, Babilonia, Egipto y
otros lugares, esas piedras han demostrado que las Escrituras son en realidad
la inspirada Palabra de Dios. Se ha demostrado en muchos miles y miles de
detalles que la Biblia es verdadera.
No es por causa
de alguna falta de datos históricos que la gente no cree en la Biblia ni en
Cristo. Eso se debe, más bien, a la falta de disposición moral para rendir la
vida al señorío y autoridad de Jesucristo. La mayor parte de los no creyentes
confrontan un problema moral.
Repito que éstas
son algunas más de las razones por las cuales creo en la Biblia. Creo en el
Cristo que ella describe y a quien nos presenta como el Salvador viviente,
resucitado y glorificado, que puede traer perdón, paz, gozo y seguridad a todos
los que se arrepientan de sus pecados y pongan su fe y su confianza en el que
murió por nosotros. "Si éstos callaran, las piedras clamarían."
[i] R.A. Torrey, The Higher Criticism and the New
Theology (La alta crítica y la nueva teología). Montrose, Montrose Christian
Literature So-ciety, 1911, pág. 129
[vi] William F. Albright, The Archaeology of
Palestino (La arqueología de Palestina). Nueva York, Pelican Books, Penguin Books, pág. 225
[vii] . Josh McDoweIl, Evidencia que exige un
veredicto. Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo, Editorial Vida,
1,982, pág. 71
[viii] William F. Albright, The Biblical
Period from Abraham to Ezra (El período bíblico desde Abraham hasta Esdras). Nueva York, Harper & Row, 1960
[ix] McDoweIl, Evidencia que exige un
veredicto, pág. 70
[x] Ibíd., pág. 72.
[xi] T.W. Fawthrop, The Stones Cry Out
(Las piedras claman). Londres, Marshall, Morgan & Scott, Ltd., 1934, pág 46
[xii] Ibíd.
[xiii] McDoweIl, Evidencia que exige un
veredicto,
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