Por qué creo en la Biblia
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. Deuteronomio 18:18
Existen muchas
razones por las cuales creo en la Biblia. La primera es la que el mismo Dios
da: "Profeta les levantaré ... y pondré mis palabras en su boca"
(Deuteronomio 18:18). Muchas personas han afirmado estar hablando en nombre de
Dios; ¿pero realmente hablan en nombre de Dios, o son falsos profetas? Dios
dice que hay una manera de poder saberlo: "Si el profeta hablare en nombre
de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová
no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de
él" (Deuteronomio 18:22). "Acordaos de las cosas pasadas desde los
tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante
a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que
aún no era hecho" (Isaías 46:9, 10). "En esto conoceréis… " Es
un asunto de profecía predictiva.
La Escritura
dice: "No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo
bueno" (1 Tesalonicenses 5:20, 21). Muchas personas han despreciado las
profecías de Dios, por cuanto nunca las han examinado ni probado para determinar
si son confiables y ciertas. Tal vez esto se debe a que las personas suponen
que la profecía no es real ni genuina, o que es algo que se hace todo el
tiempo. Las profecías bíblicas son muy específicas, reales y genuinas; son
únicas, por cuanto no existen en ninguna otra parte.
En todos los
escritos de Buda, Confucio y Lao-tse, no hallará usted un sólo ejemplo de
profecía predictiva. En el Corán (los escritos de Mahoma), hay un ejemplo de
profecía específica, en la cual el mismo Mahoma profetiza que regresará a la
Meca. Muy diferente de la profecía de Jesús, quien dijo que regresaría del
sepulcro. La primera se cumple fácilmente; la otra es imposible para cualquier
ser humano.
Pensemos en
algunos de los que hoy hacen profecías. Jeane Dixon probablemente es la más
famosa profetisa de los Estados Unidos de América hoy. ¿Predice ella el futuro?
Ella hace algunas adivinaciones hábiles, ¿pero se cumplen con exactitud así
como se cumplen las profecías de la Biblia? En la década que transcurrió entre
1950 y 1960, hubo tres elecciones presidenciales en los Estados Unidos de
América: en 1952, en 1956 y en 1960. Durante ese tiempo, Jeane Dixon profetizó
quién sería el candidato de cada uno de los dos principales partidos, en las
tres elecciones, y quién ganaría. ¿Cómo le fue a ella en sus predicciones?
Falló en cuanto a los candidatos, en cuanto a los partidos y en cuanto a los
ganadores en las tres elecciones.
Mi esposa guardó
un artículo de la revista National Enquirer
de hace dos años, que contenía las predicciones de los diez principales
videntes o profetas del mundo de hoy, con respecto a los eventos que debían de
ocurrir durante los últimos seis meses de ese año.[i] Yo
examiné cuidadosamente todas y cada una de esas 61 profecías. ¿Sabe usted
cuántas se cumplieron realmente? ¡Ninguna! Me parece que, si una persona
predice 61 eventos, debiera tener suficiente suerte para que se cumpla por lo
menos una. Tal vez Dios quiso mostrarle al pueblo cuan incapaces son ellos para
predecir el futuro.
Un gran historiador,
el doctor John H. Gerstner, dijo que los historiadores saben cuan difícil es
predecir el futuro, porque las ruedas del futuro se mueven sobre muchas
condiciones que se expresan con la conjunción "si..." ¿Pero qué
diremos de la Biblia? Sólo en el Antiguo Testamento hay 2000 profecías
predictivas; no unas pocas adivinaciones de suerte. Alguien dirá: "Bueno,
simplemente son cierta clase de vagas generalidades, como los dichos del
oráculo de Delfos, o como los oráculos sibilinos." Se dice que Majencio,
el emperador romano, acudió a uno de los oráculos sibilinos y le preguntó qué
ocurriría si atacaba al ejército de Constantino que se acercaba a Roma por el
otro lado del río Tíber. El oráculo respondió: "Ese día, el enemigo de
Roma será destruido." Así que, confiado en la victoria, atacó al ejército
de Constantino, pero el que resultó destruido fue Majencio. El oráculo falló en
definir quién era realmente el enemigo de Roma. Así, según el patrón de la
mayor parte de las declaraciones de los oráculos, la profecía se cumplía, sin
importar cuál fuera el resultado.
Por otra parte,
las profecías de la Biblia son increíblemente específicas y detalladas. Tienen
que cumplirse exactamente. No puede caber la posibilidad de que las profecías
sean sólo adivinaciones, porque se relacionaban con cosas de las cuales no
había (ni hay) probabilidad de que acontecieran alguna vez. Los profetas
bíblicos predijeron exactamente lo opuesto de las expectaciones naturales de
los seres humanos. No pudieron haberse escrito después de los eventos y
haberlas presentado como profecías, pues en centenares de casos, el
cumplimiento de la profecía no ocurrió hasta centenares de años después de la
muerte del profeta. En muchos casos, el cumplimiento vino después de haberse
terminado de escribir el Antiguo Testamento, y aun su traducción al griego en
el año 150 a.C.
¿Cuáles son
algunas de estas profecías increíblemente específicas y sorprendentes? Ya se
han cumplido unas 2000 profecías específicas. Por ejemplo, se relacionan con
veintenas de ciudades con las cuales tenía tratos Israel, y con docenas de
naciones contiguas o cercanas a Israel. Todo el futuro de esas naciones y
ciudades se describe en el Antiguo Testamento, y su exactitud la puede
verificar cualquiera que tenga una buena enciclopedia.
Consideremos las
profecías concernientes a Tiro y Sidón, las dos grandes ciudades de la costa
oriental del Mediterráneo. Tiro era para el mar lo que Babilonia era para la
tierra. La gran ciudad de Cartago fue simplemente una de las hijas de Tiro. Y
sin embargo, cuando Tiro se hallaba en su apogeo, el profeta del Antiguo
Testamento declaró que esa ciudad sería destruida, y que nunca más sería reconstruida,
y nunca volvería a ser habitada (Ezequiel 26:19-21). El profeta advirtió a la
ciudad de Sidón que sus habitantes serían diezmados, pero que la ciudad
continuaría (Ezequiel 28:21-23). Se produjeron los hechos: la ciudad de Sidón
fue atacada, fue traicionada por su propio rey, 40.000 de sus habitantes
fueron asesinados, pero la ciudad de Sidón continúa hasta hoy.
¿Qué le ocurrió a
la ciudad de Tiro? He aquí algunas de las profecías específicas con respecto a
ella. Ezequiel declaró cuando Tiro estaba en su apogeo: "Y demolerán los
muros de Tiro, y derribarán sus torres; barreré de ella hasta su polvo, y la
dejaré como una peña lisa. Tendedero de redes será en medio del mar, porque yo
he hablado, dice Jehová el Señor… y pondrán tus piedras y tu madera y tu polvo
en medio de las aguas… Y te pondré como una peña lisa… nunca más serás
edificada; porque yo Jehová he hablado" (Ezequiel 26:4, 5; 12-14). Unos
pocos años después de haberse escrito esta profecía, el gran Nabucodonosor de
Babilonia trajo su ejército contra Tiro y sitió la ciudad. Durante 13 años la
ciudad de Tiro resistió los esfuerzos del rey de Babilonia. Finalmente, los
muros de la ciudad se derrumbaron y las huestes del ejército babilonio entraron
en la ciudad y mataron al resto de sus habitantes a filo de espada. Millares de
ellos, sin embargo, habían huido mar adentro en embarcaciones, para formar la
nueva ciudad de Tiro en una isla situada a menos de un kilómetro en el
Mediterráneo. Por tanto, la profecía se cumplió sólo en parte.
Algunos pudieran
decir que Ezequiel escribió esta profecía después de ocurridos los eventos,
pero eso sería imposible. Pasaron los siglos. Unos 250 años después, cuando ya
hacía tiempo que Ezequiel se había vuelto polvo en su sepulcro, la mayoría de
los muros de Tiro aún se elevaban hacia el cielo: mudo testimonio de que la
profecía no se había cumplido. Millones de toneladas de piedras, escombros y
madera quedaban, y sin embargo, Dios había dicho que la ciudad quedaría pelada
como una roca lisa; que las piedras, la madera y el mismo polvo de la ciudad
serían echados al mar. ¿Qué loco hubiera podido presentarse 250 años después
para completar el cumplimiento de esta profecía? Parecía que Dios se hubiera
equivocado. Sin embargo, la Biblia había declarado; "… yo Jehová he
hablado."
Luego, como un
llamado de clarín, llegó una conmoción de terror procedente del norte, cuando
apareció en el horizonte un poderoso conquistador. Alejandro Magno estaba
acampado frente al estrecho de los Dardanelos, preparando su ataque contra el
dominante imperio persa. Cruzó el estrecho y le propinó al rey de Persia su
primera derrota demoledora. El poderoso ejército persa retrocedió y huyó hacia
el sur, luego tierra adentro hacia el este, siendo perseguido ardientemente por
Alejandro. Sin embargo, antes de internarse tierra adentro para perseguir al
ejército que huía, Alejandro, como gran estratega, decidió anular los efectos
de la poderosa armada persa. Cerró completamente todos los puertos del
Mediterráneo oriental. Una tras otra, las ciudades capitularon y se rindieron.
Finalmente, Alejandro liego a la nueva Tiro, que había sido construida con
murallas inexpugnables a menos de un kilómetro fuera de la costa del
Mediterráneo. Ordenó a la ciudad que se rindiera. Cuando los habitantes se
rieron por el mandato de Alejandro, éste, con un principal ingeniero, Diades,
concibió el más osado y atrevido plan de toda la historia de la guerra:
construirían una calzada a través de casi un kilómetro del mar Mediterráneo,
hasta la isla en que estaba la nueva Tiro. ¿Dónde hallarían los materiales para
semejante calzada? El gran rey dio la orden: "Derribad los muros de Tiro,
tomad las maderas y las piedras, los escombros y los leños, echadlos al
mar." Así el gran ejército de Alejandro obedientemente comenzó a cumplir
la palabra de Dios.
Hace unos años,
compré un librito que versa sobre Alejandro Magno, escrito por Charles Mercer,
con la asesoría de Cornelius C. Vermeule III, el encargado de Artes Clásicas en
el Museo de Bellas Artes de Bostón. Este libro contiene la más asombrosa
descripción de los eventos relacionados con Tiro: "La ciudad de Tiro que
estaba en tierra firme fue arrasada, y sus materiales fueron llevados al sitio
de construcción. Entre tanto, se traían a rastras grandes troncos de árboles
desde los bosques del Líbano, y se abrían canteras en las montañas para proveer
las piedras para la fabulosa carretera de Diades… El mismo Alejandro llevó
piedras al hombro."[ii] ¡Polvo,
madera, piedras! Estos son los mismos materiales de que habló el profeta
Ezequiel hace miles de años. Las piedras y la madera y el polvo fueron llevados
y echados en el mar. La historia nos dice que incluso rasparon el sitio mismo
de la ciudad para sacar cuanto pudieran para hacer esta calzada, a fin de
destruir la nueva ciudad de Tiro. Al fin la nueva ciudad fue sitiada, destruida
y arrasada.
Pero la profecía
no se había cumplido aún por completo. Dios había dicho que destruirían los
muros de Tiro y que El la pondría como una peña lisa. Había dicho que se
convertiría en un tendedero de redes. Un miembro de mi iglesia visitó
recientemente el sitio de la antigua ciudad de Tiro y regresó con fotografías
de la que fue la nueva ciudad de Tiro. En las fotografías se ven redes
tendidas sobre la roca lisa que una vez había sido la orgullosa ciudad de Tiro.
"Porque yo he hablado, dice Jehová el Señor" (Ezequiel 26:5). ¡Que
algún incrédulo explique estas profecías!
Consideremos
otras dos ciudades: Samaria y Jerusalén. Samaría fue la capital de Israel, el
Reino del Norte; Jerusalén fue la capital de Judá, el Reino del Sur. Mientras
ambas ciudades estaban en su plenitud, los profetas declararon que Jerusalén no
sólo sería destruida y sus habitantes llevados en cautividad, sino que el muro
sería destruido (Jeremías 24:9; 29:21; 35:17). Los profetas dijeron, además,
que la ciudad y el muro serían reconstruidos por el pueblo que regresaría
(Isaías 4:3-6). Con respecto a Samaría, los profetas dijeron que sus muros
serían derribados; que se convertiría en tierra para plantar viñas; y que sus
cimientos serían descubiertos (Miqueas 1:5, 6). ¿Y qué ocurrió con las murallas
de Jerusalén? Fueron destruidas, pero fueron reconstruidas. He caminado por
encima de los grandes muros de Jerusalén.
En relación con
mi visita a Samaría, recuerdo tres cosas acerca de esa ciudad. Posteriormente,
aprendí que éstas son las tres profecías específicas que se mencionan en la
Escritura. Recuerdo que miré desde un empinado muro enclavado en una alta
montaña, y en el valle vi inmensas piedras que una vez habían constituido los
muros de Samaría. También recuerdo que nuestro guía nos señaló las viñas, los
olivos y otros árboles. Recuerdo que vi las grandes excavaciones en la tierra,
que tenían unos diez a 14 metros de profundidad, y mostraban los cimientos de
la gran fortaleza que una vez había sido Samaría. "Haré, pues, de Samaría
montones de ruinas, y tierra para plantar viñas; y derramaré sus piedras por el
valle, y descubriré sus cimientos" (Miqueas 1:6). ¿Qué diríamos si el
muro de Jerusalén fuera destruido hoy? ¿Qué diriamos si los muros de Samaria
fueran reconstruidos? Se demostraría que la profecía fue falsa.
¿Cuáles fueron
las profecías concernientes a las ciudades de Edom? Edom fue una nación cercana
al mar Muerto, que se opuso al pueblo de Dios; por tanto, Dios pronunció una
maldición sobre ella. Dijo: "He aquí yo estoy contra ti, oh monte de Seir,
y extenderé mi mano contra ti, y te convertiré en desierto y en soledad. A tus
ciudades asolaré, y tú serás asolado; y sabrás que yo soy Jehová… Yo te pondré
en asolamiento perpetuo, y tus ciudades nunca más se restaurarán; y sabréis que
yo soy Jehová" (Ezequiel 35:3, 4, 9). Alexander Keith ha coleccionado
declaraciones de algunos escépticos con respecto a estas profecías. (Esos
escépticos no tenían ninguna idea de que estaban haciendo referencia a
profecías, sino sólo a estos lugares.) Constantine Volney, el escéptico que fue
responsable del escepticismo de Lincoln, dijo con respecto a Edom: "…uno
se encuentra los vestigios de muchas ciudades. En el presente, todo este país
es un desierto." El notable explorador y viajero suizo John L. Burkhardt
declara que todo el llano presenta a la vista una expansión de arenas
movedizas. Esteban, un cristiano que se paró entre las ruinas de Petra, una de
las grandes ciudades de Edom, declara: "Si el escéptico se parase, como yo
me paré, entre las ruinas de esta ciudad, entre las rocas, y allí abriese el
Sagrado Libro, y leyese las palabras del inspirado escritor, escritas cuando
este lugar desolado era una de las ciudades más grandes del mundo, yo podría
ver cómo se detiene la burla, cómo palidecen sus mejillas, cómo sus labios
tiemblan y su corazón se sacude de temor, pues las ruinas de la ciudad le
hablarían con una voz alta y poderosa, como si alguien se hubiera levantado de
entre los muertos. Aunque no creyera a Moisés ni a los profetas, creería la
escritura del mismo Dios en la desolación y ruina perpetua que lo
circundarían."
Pensemos en la
magnífica ciudad de Babilonia, tal vez la ciudad más grande de los tiempos
antiguos. Sus muros tenían unos 23 a 24 kilómetros por lado, o sea, más de 90
km alrededor. La ciudad tenía un área de más de 500 kilómetros cuadrados, y la
más bella arquitectura, jardines colgantes y palacios, templos y torres. No
abastecía sus almacenes de ningún país extraño. Inventó un alfabeto, resolvió
problemas de aritmética, inventó aparatos para medir el tiempo, y en ciencia
avanzó más que todos los pueblos que le precedieron. Sin embargo, cuando
Babilonia era la ciudad más grande del mundo, Dios dijo de ella: "Y
Babilonia, hermosura de reinos y ornamento de la grandeza de los caldeos, será
como Sodoma y Gomorra, a las que trastornó Dios" (Isaías 13:19).
Hay más de cien
profecías específicas concernientes al destino de Babilonia. Considérense los
grandes muros de Babilonia. El historiador Herodoto nos dice que esos muros
tenían torres que se elevaban a 92 metros de altura, por encima de la altura de
los muros mismos que era de 61 metros. Los muros tenían 57 metros de espesor en
la base, y encerraban una superficie de más de 500 kilómetros cuadrados. La
ciudad de Babilonia era inexpugnable. Pero Dios dijo con respecto a esas torres
y a esa ciudad: "El muro ancho de Babilonia será derribado enteramente
… este lugar … para siempre ha de ser asolado"
(Jeremías 51:58, 62). ¿Es vaga o ambigua esa profecía? ¡De ninguna manera!
La Gran Muralla
China no es ni aproximadamente tan grande ni tan fuerte como lo fue la de
Babilonia; con todo, y aunque es más vieja, aún permanece hoy. Los muros de
Jerusalén aún están erguidos. ¿Pero qué les pasó a los muros de Babilonia?
Major Keppel dice, en la Narrativa de sus viajes: "No descubrimos en
absoluto ni huellas de los muros de la ciudad." Los muros de Babilonia
fueron destruidos, pero sólo gradualmente. El profeta no hubiera tenido la
posibilidad de escribir su predicción después del evento, pues la profecía no
se cumplió por completo hasta después del tiempo de Cristo. El Antiguo
Testamento se había completado y había sido traducido al griego 500 años antes
del cumplimiento cabal de dicha profecía.
En el siglo
cuarto d.C., Juliano el Apóstata llegó al trono de Roma. Su deseo predominante
era destruir el cristianismo y restablecer las religiones paganas de Roma.
Mientras se hallaba en guerra contra los persas acerca de las ruinas de
Babilonia, Juliano destruyó completamente los restos de los muros de la ciudad,
a fin de que en el futuro no ofrecieran protección alguna al ejército persa.
Así, uno de los más grandes oponentes que la Biblia haya tenido en todos los
tiempos, cumplió cabalmente la profecía.
Pero Dios había
dicho mucho más con respecto a esta ciudad: "Por la ira de Jehová no será
habitada, sino será asolada toda ella… nunca más será poblada ni se habitará
por generaciones y generaciones" (Jeremías 50:13, 39). ¿Pudiera haber algo
más específico que esto? ¿Se han cumplido estas profecías.' Yo he visto
fotografías de Babilonia. Es un intransitable yermo de inmensos montículos y
cúmulos de tierra, habitado sólo por chacales, víboras y escorpiones. Los
mismos escépticos la han descrito como nada, sino montones de tierra; nos dicen
que esas ruinas son los únicos restos de Babilonia. Ruinas como las de
Babilonia, compuestas por montones de escombros impregnados de nitro, no se
pueden cultivar. En Babilonia, cuyos campos alrededor de la ciudad eran tan
fértiles que Herodoto se negó a escribir acerca de ellos, no fuera a ser que la
gente pensara que él estaba loco, ahora no crece nada, porque Dios condenó esa
área a perpetua desolación, y ni una hoja de grama sobrevivirá. Es un desierto
árido. Las ruinas son casi la única indicación de que fue habitada alguna vez.
Consideremos las
siguientes dos profecías específicas, pero aparentemente contradictorias:
"Subió el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas fue
cubierta" (Jeremías 51:42). La otra profecía describe a Babilonia como
"tierra seca y desierta, tierra en que no morará nadie" (versículo
43). Ahora, notemos el sorprendente cumplimiento. Claudius James Rich, en su
obra Narrativo of a Joumey to the Site of Babylon in 1811 (Narrativa de un
viaje al sitio de Babilonia en 1811), señala: "Por espacio de dos meses
cada año, las ruinas de Babilonia quedan inundadas por el desbordamiento anual
del Eufrates, que hace que muchas partes de ellas sean inaccesibles, pues los
valles cubiertos se convierten en marismas." Después que bajan las aguas,
hasta los montículos bajos vuelven a ser ruinas quemadas por el sol, y el sitio
de Babilonia, como el de otras ciudades de Caldea, es un desierto seco, un
llano ardiente y reseco. Pero Dios dijo que nunca se volvería a reconstruir.
Esta era una profecía totalmente contraria a todas las expectaciones del
pasado, cuando toda ciudad del Cercano Oriente que había sido destruida, se
había vuelto a reconstruir. Babilonia se hallaba situada en la pane más fértil
del valle del Eufrates; y sin embargo, 2500 años han venido y se han ido, y
Babilonia permanece como un desierto deshabitado hasta el día de hoy.
Dios dijo que la
ciudad no se volvería a reconstruir. Sin embargo, el hombre más poderoso que el
mundo haya visto jamás, Alejandro Magno, decidió reconstruir a Babilonia. Al
pasar por las ruinas de la ciudad, determinó convertirla en la capital de su
imperio mundial. Dio orden para que se dieran 600.000 raciones a sus soldados
para que reconstruyeran la dudad de Babilonia. ¿Sería refutado Dios? La
historia registra el hecho de que inmediatamente después de hacer la
declaración de reconstruir a Babilonia, Alejandro Magno cayó muerto, y toda la
empresa quedó abandonada. Porque Dios había dicho que nunca más se volvería a
reconstruir.
Estas son más o
menos una docena de las 2000 profecías especificas que se hallan sólo en el
Antiguo Testamento. Yo creo que los que dicen que la Biblia fue escrita por
hombres, simplemente expresan su propia ignorancia sobre el tema. No hay nada
parecido a esto en toda la literatura del mundo, ni en la religiosa ni en la
irreligiosa. ¡La mano que escribió estas Escrituras no fue la de ningún otro,
sino la de Aquel que pudo decir: "Yo soy el primero y el último; soy el
principio y el fin; soy el que sabe todas las cosas; soy el que declara las
cosas que aún están por venir." Las predicciones son también promesas.
Creo que Dios nos dio más de 2000 predicciones a fin de que aprendamos a creer
sus promesas. Dios prometió que los muros de Jerusalén serían reconstruidos;
que los muros de Babilonia nunca se volverían a reconstruir; que Tiro sería
destruido; que Sidón continuaría — para que nosotros creamos sus promesas.
El también
prometió que el que cree en el Hijo nunca morirá, sino que tiene vida eterna; y
que el que no cree en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está
sobre él. La veracidad de estas palabras y la certidumbre de su cumplimiento
están confirmadas por más de 2000 profecías que ya se han cumplido. Cualquiera
que las desprecie, no tiene que echarle a nadie la culpa de su propia destrucción,
sino a sí mismo.
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