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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

lunes, 27 de febrero de 2012

Santificación sexual

Sanidad Sexual
Plan de Dios para la Santificación



Fuente: Foster, D.K. (1998) Sanidad Sexual, El plan de Dios para la santificación de vidas quebrantadas. Mastering Life Ministries. Hermitage, TN, EE.UU. (http://www.masteringlife.org/)


Estaba sentado en silencio, esperando que se iniciara la sesión de la tarde de la conferencia. Los sonidos de la gente que esperaba proporcionaban un maravilloso fondo difuso a mis pensamientos. La sesión de la mañana había sido útil, pero nada que no hubiera escuchado antes, así que esperaba ansiosamente el siguiente tema: Sexo y Vergüenza. "Tal vez habrá algo nuevo a lo que poder aferrarme", pensé. Me preguntaba si se hablaría realmente sobre el tema. De una manera práctica, específica, directa, en lugar de mantener un enfoque vago y teórico como el que siempre había escuchado.

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había asistido a una conferencia sobre "Sanidad interior". Me había mantenido al margen de esas conferencias por algún tiempo hasta que hubieran aprendido a eliminar técnicas de imágenes guiadas. Había demasiado peligro en inmiscuirse de esa manera con cosas demoniacas. Pero yo sabía que Dios sana al hombre interior y yo quería más de eso.

"¡David!" La voz sonaba familiar. "¿Alguien me está llamando?" me pregunté.

"¡David!" Ahí estaba la voz de nuevo. Un ligero toque finalmente me sacó del estado de trance en que me encontraba. Era la esposa del pastor.

"¡Ah, hola! Discúlpeme. ¿Puedo hacer algo por usted?", pregunté.

"Se trata de su testimonio, el que le dio a Bill para que lo leyera".

"Sí".

"Bueno, yo lo estaba leyendo y repentinamente sentí la presencia del Espíritu Santo y creo que deberíamos orar al respecto".

"¿Orar sobre qué?", respondí.

"No sé. Sólo sé que deberíamos orar. Al estarlo leyendo, la presencia del Espíritu Santo me invadió por alguna razón".

Nunca me habían hablado de una manera tan extraña antes, pero bueno, era la esposa del pastor. Así que oramos, y en pocos segundos el Espíritu Santo empezó a emerger de mí como un geiser, como una fuente ele agua viva.

"El Espíritu Santo está también haciendo algo en mí", dije.

"¿Qué significa esto?" preguntó ella.

"Yo tampoco lo sé", repliqué.

Entonces ella me miró a los ojos y dijo, "¿Crees que tal vez Dios quiera que compartas tu pasado sexual con el grupo?".

Estaba más que sorprendido. ¿Cómo lo sabía ella? Había tenido cuidado con ser vago acerca de la parte sexual, en el pedazo de papel que le había dado a su esposo, por si acaso cayese en manos equivocadas. Nadie excepto unos cuantos consejeros privados conocían mi pasado. Mis mejores amigos no lo conocían. Mi familia no lo conocía. ¡Mi pastor no lo conocía! ¿Y ella quería que me levantara y se lo contara a todo el mundo? ¡¿Estaba loca?!

Esos eran mis pensamientos, pero no mis palabras. Estaba claro que el Espíritu Santo estaba preparando algo y Su sugerencia parecía posible. Yo le había prometido al Señor que si El me daba una clara señal de que quería que contara mi pasado, yo lo haría. Antes de tener tiempo de pensarlo nías, me oí decir: "Está bien".

¡Pardiez! ¡Ahora estaba loco! "Oh bueno, es ahora o nunca", concluí. Y lo hice. El conferencista programado cedió su tiempo y de repente yo me convertí en el centro de atención de toda la gente que participaba en el seminario. ¡Dios me había emboscado! Él sabía que yo sólo tendría el valor de decir "Sí" si no tenía tiempo para pensarlo realmente.

E1 hombre, realmente tenía miedo! Pero también sentía el poder y la presencia de Dios dentro de mí empujándome suavemente. Mi padre estaba llamándome y yo lo amaba tanto que simplemente no podía decirle no.

Así empecé la historia de mi pasado sexual. Dios me había dicho que mi vida era una parábola para otros y ahora yo le estaba contando al mundo la peor parte de la historia — ¡y nada menos que para ser grabada!

Durante mi juventud logré esclavizarme a casi todo tipo de conducta sexual conocida al hombre. Fui un adicto sexual, compulsivo y fuera de control. Mi lema era, "Probaré todo una vez", y con pocas excepciones eso fue exactamente lo que hice.

Durante esos años, fui de una atadura a otra, de manera que cuando finalmente me llené con el Espíritu de Dios y fui perdonado a los 29 años, estaba completamente plagado de cicatrices sexuales, psicológicas y emocionales. Era un cadáver emocional.

Aparte de mi vida sexual privada (alocada como era), siete años en las calles de Hollywood participando en prostitución masculina me expuso a prácticamente todo. Yo iba a toda velocidad a través de la vida destruyéndome en una perversión tras otra, escapando por misericordia sólo a las actividades más depravadas.

La masturbación compulsiva empezó antes de la pubertad. Esto llevó a animarme a que otros jovencitos me tocaran de manera inapropiada; después, la pornografía; más adelante, promiscuidad heterosexual; actividades homosexuales, incluyendo abuso por parte de pedófilos; exhibicionismo; voyerismo; prostitución; actividades sexuales en grupo; satirismo; siendo el principal problema la adicción sexual. Cuando llegué a los 29 años, me consideraba loco, aunque técnicamente no lo era. Me estaba arriesgando absurdamente y haciendo cosas que ni siquiera quería hacer. Era como si una extraña fuerza me hubiera capturado y me estuviera forzando a hacer todo eso.

Si alguna vez yo retornaba a algo siquiera remotamente parecido a lo normal, tendría que haber un Dios en el cielo para lograrlo. Yo estaba ya muy por encima de lo que cualquier ayuda humana puede lograr.

El final maravilloso de esa historia es que encontré a Dios, y El me restableció a la normalidad, y aún más. El restableció mi inocencia. Aunque todavía tengo una mente que puede recordar lo que viví antes, Dios me ha dado el espíritu de un niño que nunca ha conocido la corrupción o el dolor. Hoy, hasta puedo sonrojarme nuevamente.

Este libro está diseñado para animarlo a buscar y encontrar a ese mismo Dios, el único verdadero Dios y Padre de Jesucristo, quien está esperando para restaurarlo. No piense que usted ya no tiene esperanzas. No existe tal cosa para Dios. Su perdón se extiende a cada pulgada del universo y a cada persona en ese universo que venga a Él como un niño, humildemente y con un espíritu arrepentido.

Él le sanará si usted así lo quiere. Él le perdonará si usted se lo pide. ¡Eso muestra lo maravilloso que Él es!

Cuando había terminado de compartir mi historia con la gente del seminario, habían muy pocos ojos secos. Y cuando el líder preguntó si había alguien que deseaba acercarse al frente para pedir sanidad, más de la mitad del grupo lo hizo. El poder del Espíritu Santo no sólo los dirigió hacia el frente, sino que empezó a manifestar Su presencia con poder. Muchos recibieron el toque de sanidad de Dios ese día.

Yo también recibí una sanidad maravillosa. Cuando había dicho mi última frase, Dios hizo que empezaran a emanar corrientes de poder a través de mi pecho. Podía sentir Su complacencia cuando me decía a Su manera lo feliz que estaba por lo que yo había hecho. Fue maravilloso sentir la complacencia de Dios y saber que yo era la causa de esa alegría. Fue un momento que jamás olvidaré.

En el proceso de exponer los pecados que habían estado ocultos en los lugares oscuros de mi alma, la luz maravillosa de Dios pudo inundar esas regiones turbias, y yo me sentí profundamente liberado del yugo que representaban. ¿Se da cuenta de que al mantener el yo real oculto, nunca había podido ser yo mismo? Había estado caminando por la vida, por así decirlo, con una máscara puesta, y no había permitido que la luz de sanidad de Dios alcanzara los lugares más oscuros.

No estoy sugiriendo que usted declare sus pecados al mundo de la manera pública en que yo lo hice. Ese fue un claro llamado de Dios para que yo lo hiciera. Pero lo que estoy sugiriendo es que hasta que usted no encuentre a alguien en el cuerpo de Cristo a quien pueda revelar su verdadero yo, todo el poder de sanidad de Dios no podrá operar.

Una vez que encuentre ese confidente, estará listo para iniciar esc increíble viaje de restauración y así recibir la sanidad de Dios para las cicatrices de su pasado sexual. Este libro no está diseñado para darle pasos que lo sanarán, sino para mantenerlo en el camino adecuado de manera que pueda recibir el plan de Dios para su sanidad individual. El le reve-lará con precisión lo que usted necesita hacer para ser sanado. Puedo yo decirle como pararse bajo la luz, pero es la Luz quien hace el resto.

No importa cuál haya sido su problema sexual, Dios puede sanarlo. En las siguientes páginas he tratado las disfunciones sexuales más comunes y lo que Dios me ha enseñado sobre la manera de sanar de ellas. Este no es un ejercicio intelectual o teórico sobre el cual deberá trabajar, sino una recomendación práctica, basada en la vida real, de lo que realmente funciona. En ese sentido es también un libro de alabanza al único Hijo de Dios, al Señor Jesucristo, quien es el único que puede restaurar su salud sexual.

Es importante que lea cada capítulo de este libro, hasta aquellos que se refieren a problemas que usted no tiene. Hay principios en cada capítulo que se aplican más allá de la disfunción sexual que se trata en ese capítulo. Por ejemplo, el capítulo sobre "Confusión en la identidad sexual" incluye un plan prototipo para sanar cualquier tipo de compulsión sexual profunda. Sus principios pueden utilizarse con algunas alteraciones menores, para problemas de masturbación, pornografía, adicción sexual y más. Lo menos que hará por usted, es equiparlo para aconsejar a alguien que conoce (o conocerá en el futuro) que sufre de ese problema.

Una vez que este tipo de corazón de siervo haya empezado a reinar en su vida, usted habrá descubierto una de las señales que prueban que Dios ha estado obrando profundamente en su hombre interior, el mismo lugar en el que El necesita trabajar para sanarlo de su problema sexual.


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