Febrero 24
Cheques del Banco de la Fe - C.H.Spurge
Si permanecéis en mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo
que queréis, y os será hecho.
Juan 15:7
Adviértase bien, si deseamos que Jesús nos escuche, es necesario que nosotros le oigamos a Él. Si no prestamos atención a Cristo, tampoco Él nos oirá; en la medida en que oímos, seremos oídos.
A mayor abundamiento, lo que se ha oído ha de permanecer y vivir en nosotros y después influir en nuestro carácter como una fuerza poderosa. Debemos aceptar las verdades que Jesucristo enseñó, los mandamientos que nos dejó y seguir los impulsos del Espíritu en nosotros; de lo contrario, no tendremos poder alguno ante el trono de su gracia.
Si recibimos las palabras de nuestro Señor y permanecen en nuestros corazones, ¡qué campo sin límites de bendiciones se abre ante nuestros ojos! Podemos expresar nuestra voluntad en la oración porque ya la hemos sometido antes a la voluntad del Señor. De este modo son preparados los Elías para manejar las llaves del cielo y cerrar o desatar las nubes. Un hombre así vale más que mil cristianos ordinarios. ¿Deseamos humildemente ser intercesores con la Iglesia, con el mundo, y, como Lutero, obtener del Señor cuanto queramos? Inclinemos nuestro oído a la voz del Amado, recojamos sus palabras y cumplámoslas fielmente. El que quiera orar con eficacia debe «oír atentamente».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por tu comentario