Tips
Cualidades indispensables de un líder
Responsabilidad:
Si no llevas la bola, no puedes dirigir al equipo
El éxito en cualquiera escala requiere que asumas la responsabilidad … En último instancia, la única cualidad que toda persona de éxito tiene es la capacidad de asumir su responsabilidad.
—Michael Korda, editor en jefe de Simon & Schuster
Un líder puede abandonar cualquier cosa, menos la responsabilidad final.
—John C. Maxwell
Una nueva visita al álamo
En 1835 un grupo de rebeldes texanos sitió una pequeña misión convertida en fuerte en San Antonio, Texas. A finales del año, los soldados mexicanos que estaban en el fuerte se rindieron y se dirigieron al sur dejando el fuerte en manos de los rebeldes. El nombre del viejo edificio de la iglesia era el Álamo.
Ese hecho preparó el escenario para uno de los acontecimientos heroicos más grandes de la historia de los Estados Unidos. La batalla que ocurrió allí en febrero y marzo del siguiente año es una historia de valor y responsabilidad increíble.
La batalla en el Álamo entre los colonizadores estadounidenses y el ejército mexicano era inevitable. Por veinticinco años, los ciudadanos de Texas intentaron una y otra vez independizarse del gobierno mexicano y una y otra vez se enviaba prontamente a las tropas mexicanas para reprimir la rebelión. Pero esta vez fue diferente. El fuerte fue tomado por un grupo resuelto de 183 voluntarios que incluían soldados a sueldo y colonizadores como William Travis, Davy Crockett y Jim Bowie. Su lema era «Vencer o morir».
A finales de febrero varios miles de soldados mexicanos bajo el mando de Antonio López de Santa Ana marcharon sobre San Antonio y sitiaron el Álamo. Cuando ofrecieron a los defensores rebeldes los términos para la rendición, estos se mantuvieron firmes en su negativa, y cuando el enemigo les dijo que si luchaban no habría concesiones para ellos, no les importó.
Al ver que la batalla era inevitable, los sitiados enviaron a un joven para tratar de traer refuerzos del ejército de Texas. Su nombre era James Bonham. Aprovechando la oscuridad de la noche se escabulló fuera de la vieja misión y recorrió 153 km hasta Goliad, pero cuando llegó se le dijo que no había tropas disponibles.
Por once días Santa Ana acorraló a los rebeldes, y en la mañana del 6 de marzo de 1836 el ejército mexicano tomó por asalto la vieja misión. Al final de la batalla, ni un solo hombre de los 183 defensores quedó con vida, sin embargo, se llevaron con ellos a la tumba a seiscientos soldados enemigos.
¿Qué le sucedió al mensajero que habían enviado a Goliad? Para Bonham habría sido fácil escapar. Pero su sentido de responsabilidad era tan grande que en vez eso regresó al Álamo, se abrió paso entre las filas enemigas y se unió a sus compañeros para permanecer, luchar y morir con ellos.
Aunque los estadounidenses fueron derrotados en el Álamo, la batalla marcó el cambio de fuerzas en la guerra con México. «Recuerden el Álamo», se convirtió en el grito de estímulo en las siguientes batallas contra el General Santa Ana y sus tropas. Menos de dos meses más tarde Texas aseguró su independencia.
Al grano
En la actualidad en la cultura estadounidense raramente se ve el tipo de responsabilidad mostrada por James Bomham y sus compañeros. Hoy en día, la gente está más preocupada de sus derechos que de sus responsabilidades. Al reflexionar en las actitudes actuales, mi amigo Haddon Robinson hace la siguiente observación, «Si quieres hacerte rico, invierte en victimización, hoy por hoy es la industria estadounidense de más rápido crecimiento». Dice que millones de personas se están enriqueciendo al identificar, representar, entrevistar, tratar, asegurar y aconsejar víctimas.
Los buenos líderes nunca adoptan la mentalidad de la víctima. Reconocen que quiénes son y dónde están sigue siendo su responsabilidad, no de sus padres, sus conyuges, sus hijos, el gobierno, sus jefes, o sus compañeros de trabajo. Enfrentan lo que la vida les depara y dan lo mejor de sí, sabiendo que tendrán una oportunidad de guiar el equipo solo si han probado que pueden llevar el balón.
Echa una mirada a las siguientes características de personas que asumen su responsabilidad:
1. Terminan el trabajo que comienzan
En un estudio de personas que se hicieron millonarios, el Dr. Thomas Stanley de la Universidad de Georgia descubrió que todos tienen algo en común: trabajan duro. A un millonario que le preguntaron por qué trabajaba de doce a quince horas diarias, respondió: «Pasé quince años trabajando para una gran organización, para darme cuenta que en nuestra sociedad se trabaja ocho horas diarias para sobrevivir, y si se trabaja solo ocho horas al día, no se hace más que sobrevivir, pero todo lo que se hace después de las ocho horas es una inversión para el futuro». Nadie puede hacer el mínimo y alcanzar el máximo potencial.
¿Cómo pueden las personas mantener una actitud de «termina lo que comenzaste»? Viéndose como trabajadores por cuenta propia. Si quieres lograr más y construir credibilidad con tus seguidores, adopta ese estado mental. Puede llevarte lejos.
2. Están dispuestos a ir la milla extra
Las personas responsables nunca dicen, «Ese no es mi trabajo». Estásn dispuestas a hacer lo que sea necesario para completar el trabajo que necesita la organización. Si quieres tener éxito, pone a la organizacion a la cabeza de tu agenda.
3. Son motivados por la excelencia
La excelencia es una gran motivadora. Las personas que desean la excelencia (y trabajan duro para lograrla) son casi siempre responsables. Y cuando lo dan todo, viven en paz. El experto en éxito Jim Rohn dice: «El estrés viene por hacer menos de lo que se puede». Haz de la alta calidad tu objetivo y la responsabilidad fluirá en forma natural.
4. Producen a pesar de la situación
La cualidad fundamental de una persona responsable es la capacidad de terminar lo que comenzó. En su libro An Open Road, Richard L. Evans escribe, «es de un valor incalculable encontrar a alguien que asuma su responsabiblidad, termine y continúe hasta el último detalle lo que ha emprendido; es decir, saber cuando alguien que ha aceptado una tarea la terminará efectiva y concientemente». Si quieres ser líder, tienes que producir.
Reflexionemos
Gilbert Arland ofrece este consejo: «Cuando un arquero falla al blanco, se vuelve hacia él y busca en él el problema. Cuando no se da en el blanco nunca es la falla del blanco. Para mejorar tu puntería, mejora tú».
¿Estás en el objetivo cuando viene la responsabilidad? ¿Te ven los demás como alguien que termina lo que comienza? ¿Te busca la gente para que lleves el balón en situaciones difíciles? ¿Te reconocen por tu excelencia? Si no has estado actuando a un elevado nivel de excelencia, necesitas cultivar un sentido de responsabilidad más fuerte.
Convencimiento
Para mejorar tu responsabilidad, haz lo siguiente:
• Manténte pendiente. A veces la inhabilidad de delegar a pesar de las circunstancias difíciles puede deberse a un problema de persistencia. La próxima vez que veas que no vas a poder cumplir a tiempo, deténte y busca la forma de resolverlo. Piensa en todas las posibilidades. ¿Puedes trabajar durante la noche? ¿Puedes llamar a un colega para que te ayude? ¿Puedes contratar a alguien o encontrar un voluntario que te ayude? La creatividad puede traer responsabilidad a tu vida.
• Admite lo que no es suficientemente bueno. Si tienes problemas en lograr la excelencia puede ser que hayas bajado tus metas. Busca en tu vida personal lugares donde hayas dejado que las cosas se hagan solas. Haz después cambios para establecer metas más altas. Esto te ayudará a restablecer tu propio nivel de excelencia.
• Busca mejores herramientas. Si encuentras que tus normas son altas, tu actitud es buena y trabajas duro pero todavía no lo logras de la forma en que te gustaría, equípate mejor. Mejora tus habilidades tomando clases, leyendo libros y escuchando grabaciones. Busca un consejero. Haz lo que sea necesario para mejorar lo que hace.
Para extraer diariamente
Un recluso de la cárcel Butte County Jail en California, explicó de esta forma a un asistente del alguacil de policía su ausencia de la cárcel: «Estaba practicando salto con garrocha, me acerqué demasiado a la pared y caí del otro lado. Cuando recuperé mis sentidos, corrí por todo aquel lugar tratando de buscar una forma de entrar, pero por no estar familiarizado con la zona me perdí. Lo próximo que supe fue que estaba en Chico». Pocas veces las personas se dan cuenta cuán débiles son sus excusas hasta que escuchan algunas de otros.
Fuente: Maxwell, J.C. (2000) Las 21 cualidades indispensables de un líder. Betania. EE.UU.
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