Te invitamos a visitarnos en:

http://www.laquepagina.es.tl/


Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

viernes, 16 de septiembre de 2011

Devocional Día 71

Devocional Día 71
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración




PERDÓNANOS NUESTROS PECADOS, PORQUE TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS


"Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben". Jesús ahora trata con las relaciones. Él dice: "Tu oración debe tomar en consideración a aquellos con quien tú te relacionas". Cuando usted llegue ante Dios examine si alguien tiene algo contra usted o si usted tiene algo contra alguien. Si usted le pide a Dios que lo perdone pero usted mismo se rehúsa a perdonar a otros, no llegue ante la presencia de Dios esperando recibir respuesta a sus oraciones.

El mantener buenas relaciones es una de las claves para que nuestra oración sea contestada.

El evangelio de Mateo incluye esta lúcida declaración sobre la enseñanza de Jesús acerca de la oración: "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mateo 6:14-15). Y si Dios no le perdona, Él no contestará la oración que usted eleve.

A menudo pasamos por alto la importancia de nuestras relaciones—y de cómo esas relaciones afectan nuestras oraciones. El diablo usa esta tendencia en contra nuestra. Vamos a la iglesia y cantamos algunos cánticos de adoración, pero se nos olvida que estamos molestos con otras personas y no determinamos enmendar la situación. Dejamos que los cánticos cubran nuestro enojo. Pero éste se queda en nosotros. Cuando vamos a casa, nos recordamos de lo que nos enojó y seguimos molestos hasta que eso se vuelve en amargura. Sin embargo, en lo que a Cristo respecta, el mantener buenas relaciones es una de las claves para que nuestra oración sea contestada:

"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allítu ofrenda delante del altar, y anda, reconcilióte primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda" (Mateo 5:23-24).

No podemos llevar a cabo ninguna acción en el altar santo si tenemos un corazón amargado. Debemos perdonar abiertamente. "Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete" (Mateo 18:21-22).

Cuando usted ore y ayune, Dios le revelará a usted toda herida, amargura y molestia que usted guarda contra los demás. Habrá convicción en su vida porque Dios le recordará de la relación rota que usted había olvidado. ¿Por qué? Porque Él ahora puede hablarle a usted acerca de ellas.

Finalmente Él puede llegarle porque ahora usted está presto para escuchar.

Quizás usted dirá, "tengo fe para creer que Dios contestará mi oración", pero usted retiene su falta de perdón. La Biblia dice, "ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión, sino la fe que obra por el amor" (Gálatas 5:6). Así que Dios le dirá: "Sí, pero la fe obra cuando el amor está en orden y tú no vives en el perdón". No importa cuánta fe usted tenga, si sus relaciones no son claras, éstas obstruirán su fe al punto que la misma no funcionará. Usted necesita de fe para agradar a Dios (Hebreos 11:6), pero también necesita amor porque "Dios es amor" (1ra Juan 4:8, 16). El perdón liberará sus oraciones para que las mismas puedan funcionar.

Por lo tanto, examine si sus relaciones son correctas. ¿Ha hecho usted algo malo en contra de alguien? ¿Guarda usted rencor? ¿Hay alguien en su familia o iglesia local, alguien en su trabajo con quien usted no mantiene una buena relación? Dios busca por manos limpias y un corazón puro (Salmos 24:3-4). El Señor no ignorará ni despreciará al corazón quebrantado o contrito (Salmos 51:17). Si guardamos iniquidad en nuestros corazones, el Señor no nos escuchará (Salmos 66:18). Sin embargo, cuando perdonamos a los demás, Dios también nos perdonará a nosotros—y se abrirá el camino para que Él escuche y conteste nuestras oraciones.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por tu comentario

Create your own visitor map