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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

jueves, 12 de septiembre de 2013

Día 7: Cerdos en la sala



1           Cómo entran los demonios

Los demonios son personalidades perversas. Son espíritus malos, son seres espirituales. Son los enemigos de Dios y del hombre. Sus objetivos son tentar a los seres humanos, engañar, acusar, condenar, oprimir, ensuciar, resistir, oponerse, controlar, robar, afligir, matar y destruir.

Los demonios entran por medio de puertas abiertas, si reciben una oportunidad. Deben hallar alguna abertura. En otras palabras, no se coge un demonio al andar por la calle, y toparse accidentalmente con alguno que ande buscando “casa”.

La organización del reino de Satanás le capacita para atacar personalmente a cada uno de nosotros. No hay nadie en la faz de la tierra que escape al acecho de Satanás. El traza un plan para arruinar y destruir a todos. Es tremendo darse cuenta que usted y yo somos blanco definido de las asechanzas de Satanás. Pero ¿cómo logra entrar?

1.1         Pecado

Uno mismo puede abrir la puerta para que entren los demonios con los pecados de omisión o de comisión. En Hechos 5 se menciona a una pareja constituida por Ana- nías y Safira. Vendieron su propiedad para poder dar todo el producido en beneficio de la Iglesia. Pero se volvieron codiciosos y decidieron guardar parte del dinero para su propio provecho. A fin de encubrir su acto perpetraron una mentira. Mas Pedro recibió una palabra sobrenatural de conocimiento sobre lo que habían hecho. Pedro preguntó a Ananías por qué se había abierto al diablo:

“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?”(Hechos 5:3).

A causa de su pecado Ananías y Safira abrieron puertas para ser llenos de los espíritus de codicia, de mentira y de engaño. Lo mismo puede suceder a todo el que peca voluntariamente.

En Gálatas 5 hay una lista de diecisiete “obras de la carne”. Incluye los pecados de adulterio, fornicación, brujería, odio, ira, contienda, envidia, homicidio, borrachera, etc. A través de mis experiencias en liberación he encontrado demonios que responden a cada una de estas designaciones. Entonces, ¿cuál es la relación entre las obras de la carne y las obras de los demonios? Cuando el hombre cede a la tentación, peca en la carne. Por medio de ese pecado se abre la puerta para la invasión del enemigo. Entonces hay un problema compuesto, la carne y el diablo. La solución es doble: crucificar la carne y expulsar los demonios.

Un ejemplo clásico de puerta abierta por el pecado de omisión es no perdonar. En el caso del siervo injusto (Mateo 18), fue entregado a los atormentadores porque no quiso perdonar a su consiervo después que él mismo había sido perdonado por su amo. Dios nos advierte que todos los que hemos experimentado su perdón y rehusamos perdonar a otros, seremos entregados a los atormentadores. ¿Qué designación más clara se puede encontrar para los espíritus demoníacos, que el nombre “atormentadores”? La falta de perdón abre la puerta a la tortura del resentimiento, al odio y a otros espíritus que se relacionan con ellos.

1.2         Circunstancias de la vida

Los espíritus del mal no tienen el sentido de jugar limpio. Nunca vacilan en aprovechar completamente los momentos de debilidad en la vida de una persona. Desde luego, el tiempo más débil en la mayoría de las vidas es la niñez. Un niño depende por completo de otros para su protección. Sin ninguna duda, casi todos los demonios encontrados durante mi ministerio entraron en las personas durante la niñez. Los padres cristianos necesitan comprender sus responsabilidades para proteger a sus hijos, y también saber cómo liberarlos de opresiones demoníacas.

Una de las primeras preguntas que se hace en la consejería antes de ministrar la liberación es: “¿Cómo te relacionabas con tus padres cuando eras niño?” En la mayoría de los casos esta pregunta abre la puerta para una lista de quejas por las cuales se culpa a los padres. Cuán a menudo he escuchado respuestas como: “Mi padre era alcohólico”. Y siguen relatando diversos temores que se asociaban con esta condición del hogar. Había inseguridad, y a menudo pobreza, porque el padre no podía suministrar todo lo indispensable para el hogar, porque gastaba el ingreso familiar en mantener su adicción al alcohol. Si un niño crece en un hogar así, desde pequeño va a sentirse preocupado y avergonzado. La forma más rápida de entender qué puertas se han abierto para que entren los demonios es oir un relato de la niñez de la persona.

1.3         La astucia de la herencia

Se han encontrado muchos casos donde los espíritus inmundos pudieron habitar personas mediante la artimaña de la herencia. Si a un niño se le dice que será como sus padres y que puede esperar heredar sus debilidades, entonces se vuelve vulnerable. Mi propia madre era una persona muy nerviosa. Cuando yo era muchacho, ella tuvo una crisis nerviosa. Entonces, desarrollé el temor de heredar esa debilidad. El temor de ser nervioso en realidad me abrió para que fuera así. Mis nervios comenzaron a fallar. Era como si algo, estuviera dentro de mi cuerpo y se arrastrara por toda mi persona. Así me debilitaba y no podía cumplir mis responsabilidades como pastor. El médico me ordenó barbitú- ricos que me convirtieron en una persona somnolienta y no hacía más que dormir. Mi carga de trabajo se acumulaba y me ponía más nervioso. Estaba, pues, en un círculo vicioso, del cual no veía escapatoria. Varias veces estuve a punto de renunciar a la iglesia y dejar el ministerio. Hace cinco años fui liberado del demonio del nerviosismo y de sus espíritus relacionados. A partir de entonces no hubo más nervios hormigueantes ni necesidad de más drogas. Los demonios que me habían dicho que yo debía ser como mi madre eran todos mentirosos.

Si permitimos al diablo hacerlo, nos dará nuestra herencia, pero el salmista dijo de Dios;

“El nos elegirá nuestras heredades” Salmo 47:4a.

El nos escogerá nuestra herencia. He visto a muchos otros que, como yo, habían aceptado las mentiras y los temores sugeridos por el diablo. Muchas personas están a punto de sufrir colapso por el temor de una enfermedad mental. Como uno de los padres tuvo este problema, el diablo dice, “esta es tu herencia”. ¿Sabía que tal persona puede estar tan poseída por el temor de una enfermedad mental que, eventualmente, puede terminar en un hospital psiquiátrico? He visto a muchas personas liberadas de este particular miedo atormentador.

Mi padre murió de un ataque al corazón. Mi madre agonizaba por problemas cardíacos. Mis tíos y tías habían muerto de la misma forma. El diablo se mantenía dicién- dome que esa era mi herencia. Cuando fui al médico para un chequeo, comenzó a preguntarme sobre la historia médica de mi familia, y al saber todos esos antecedentes me predijo que yo también enfermaría del corazón. A la edad de 46 años ingresé al hospital por fuertes dolores en el tórax. En el momento del ataque alguien me dio una tableta de nitroglicerina y el dolor desapareció instantáneamente. El médico no pudo encontrar ninguna lesión en mi corazón pero estaba seguro que yo había experimentado un ataque cardíaco leve. Dos meses después de haber dejado el hospital tuve un segundo ataque. Me dio un domingo en la mañana antes de levantarme. Por esa época ya había sabido de la forma en que obraban los demonios y anuncié a la congregación que tendríamos una reunión especial esa tarde donde ellos ministrarían liberación y echarían fuera el demonio del ataque cardíaco. De esto hizo ya cinco años, y desde entonces nunca he vuelto a experimentar ningún dolor en mi pecho y no espero experimentar un solo dolor de nuevo. No acepto la herencia propuesta por el diablo, sino acepto la sanidad y la salud del Señor Jesucristo.

“El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

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