1 Cómo entran los demonios
Los demonios son personalidades perversas. Son
espíritus malos, son seres espirituales. Son los enemigos de Dios y del hombre.
Sus objetivos son tentar a los seres humanos, engañar, acusar, condenar,
oprimir, ensuciar, resistir, oponerse, controlar, robar, afligir, matar y
destruir.
Los demonios entran por medio de puertas
abiertas, si reciben una oportunidad. Deben hallar alguna abertura. En otras
palabras, no se coge un demonio al andar por la calle, y toparse
accidentalmente con alguno que ande buscando “casa”.
La organización del reino de Satanás le
capacita para atacar personalmente a cada uno de nosotros. No hay nadie en la
faz de la tierra que escape al acecho de Satanás. El traza un plan para
arruinar y destruir a todos. Es tremendo darse cuenta que usted y yo somos
blanco definido de las asechanzas de Satanás. Pero ¿cómo logra entrar?
1.1 Pecado
Uno mismo puede abrir la puerta para que
entren los demonios con los pecados de omisión o de comisión. En Hechos 5 se
menciona a una pareja constituida por Ana- nías y Safira. Vendieron su
propiedad para poder dar todo el producido en beneficio de la Iglesia. Pero se
volvieron codiciosos y decidieron guardar parte del dinero para su propio
provecho. A fin de encubrir su acto perpetraron una mentira. Mas Pedro recibió
una palabra sobrenatural de conocimiento sobre lo que habían hecho. Pedro
preguntó a Ananías por qué se había abierto al diablo:
“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás
tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la
heredad?”(Hechos 5:3).
A causa de su pecado Ananías y Safira abrieron
puertas para ser llenos de los espíritus de codicia, de mentira y de engaño. Lo
mismo puede suceder a todo el que peca voluntariamente.
En Gálatas 5 hay una lista de diecisiete
“obras de la carne”. Incluye los pecados de adulterio, fornicación, brujería,
odio, ira, contienda, envidia, homicidio, borrachera, etc. A través de mis
experiencias en liberación he encontrado demonios que responden a cada una de
estas designaciones. Entonces, ¿cuál es la relación entre las obras de la carne
y las obras de los demonios? Cuando el hombre cede a la tentación, peca en la
carne. Por medio de ese pecado se abre la puerta para la invasión del enemigo.
Entonces hay un problema compuesto, la carne y el diablo. La solución es doble:
crucificar la carne y expulsar los demonios.
Un ejemplo clásico de puerta abierta por el
pecado de omisión es no perdonar. En el caso del siervo injusto (Mateo 18), fue
entregado a los atormentadores porque no quiso perdonar a su consiervo después
que él mismo había sido perdonado por su amo. Dios nos advierte que todos los
que hemos experimentado su perdón y rehusamos perdonar a otros, seremos
entregados a los atormentadores. ¿Qué designación más clara se puede encontrar
para los espíritus demoníacos, que el nombre “atormentadores”? La falta de
perdón abre la puerta a la tortura del resentimiento, al odio y a otros
espíritus que se relacionan con ellos.
1.2 Circunstancias de la vida
Los espíritus del mal no tienen el sentido de
jugar limpio. Nunca vacilan en aprovechar completamente los momentos de
debilidad en la vida de una persona. Desde luego, el tiempo más débil en la
mayoría de las vidas es la niñez. Un niño depende por completo de otros para su
protección. Sin ninguna duda, casi todos los demonios encontrados durante mi
ministerio entraron en las personas durante la niñez. Los padres cristianos
necesitan comprender sus responsabilidades para proteger a sus hijos, y también
saber cómo liberarlos de opresiones demoníacas.
Una de las primeras preguntas que se hace en
la consejería antes de ministrar la liberación es: “¿Cómo te relacionabas con
tus padres cuando eras niño?” En la mayoría de los casos esta pregunta abre la
puerta para una lista de quejas por las cuales se culpa a los padres. Cuán a
menudo he escuchado respuestas como: “Mi padre era alcohólico”. Y siguen
relatando diversos temores que se asociaban con esta condición del hogar. Había
inseguridad, y a menudo pobreza, porque el padre no podía suministrar todo lo
indispensable para el hogar, porque gastaba el ingreso familiar en mantener su
adicción al alcohol. Si un niño crece en un hogar así, desde pequeño va a
sentirse preocupado y avergonzado. La forma más rápida de entender qué puertas
se han abierto para que entren los demonios es oir un relato de la niñez de la
persona.
1.3 La astucia de la herencia
Se han encontrado muchos casos donde los
espíritus inmundos pudieron habitar personas mediante la artimaña de la
herencia. Si a un niño se le dice que será como sus padres y que puede esperar
heredar sus debilidades, entonces se vuelve vulnerable. Mi propia madre era una
persona muy nerviosa. Cuando yo era muchacho, ella tuvo una crisis nerviosa.
Entonces, desarrollé el temor de heredar esa debilidad. El temor de ser
nervioso en realidad me abrió para que fuera así. Mis nervios comenzaron a
fallar. Era como si algo, estuviera dentro de mi cuerpo y se arrastrara por
toda mi persona. Así me debilitaba y no podía cumplir mis responsabilidades
como pastor. El médico me ordenó barbitú- ricos que me convirtieron en una
persona somnolienta y no hacía más que dormir. Mi carga de trabajo se acumulaba
y me ponía más nervioso. Estaba, pues, en un círculo vicioso, del cual no veía
escapatoria. Varias veces estuve a punto de renunciar a la iglesia y dejar el
ministerio. Hace cinco años fui liberado del demonio del nerviosismo y de sus
espíritus relacionados. A partir de entonces no hubo más nervios hormigueantes
ni necesidad de más drogas. Los demonios que me habían dicho que yo debía ser
como mi madre eran todos mentirosos.
Si permitimos al diablo hacerlo, nos dará
nuestra herencia, pero el salmista dijo de Dios;
“El nos elegirá nuestras heredades” Salmo
47:4a.
El nos escogerá nuestra herencia. He visto a
muchos otros que, como yo, habían aceptado las mentiras y los temores sugeridos
por el diablo. Muchas personas están a punto de sufrir colapso por el temor de
una enfermedad mental. Como uno de los padres tuvo este problema, el diablo
dice, “esta es tu herencia”. ¿Sabía que tal persona puede estar tan poseída por
el temor de una enfermedad mental que, eventualmente, puede terminar en un
hospital psiquiátrico? He visto a muchas personas liberadas de este particular
miedo atormentador.
Mi padre murió de un ataque al corazón. Mi
madre agonizaba por problemas cardíacos. Mis tíos y tías habían muerto de la
misma forma. El diablo se mantenía dicién- dome que esa era mi herencia. Cuando
fui al médico para un chequeo, comenzó a preguntarme sobre la historia médica
de mi familia, y al saber todos esos antecedentes me predijo que yo también
enfermaría del corazón. A la edad de 46 años ingresé al hospital por fuertes
dolores en el tórax. En el momento del ataque alguien me dio una tableta de
nitroglicerina y el dolor desapareció instantáneamente. El médico no pudo
encontrar ninguna lesión en mi corazón pero estaba seguro que yo había
experimentado un ataque cardíaco leve. Dos meses después de haber dejado el
hospital tuve un segundo ataque. Me dio un domingo en la mañana antes de
levantarme. Por esa época ya había sabido de la forma en que obraban los
demonios y anuncié a la congregación que tendríamos una reunión especial esa
tarde donde ellos ministrarían liberación y echarían fuera el demonio del
ataque cardíaco. De esto hizo ya cinco años, y desde entonces nunca he vuelto a
experimentar ningún dolor en mi pecho y no espero experimentar un solo dolor de
nuevo. No acepto la herencia propuesta por el diablo, sino acepto la sanidad y
la salud del Señor Jesucristo.
“El ladrón no viene sino para hurtar, matar y
destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia” (Juan 10:10).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
gracias por tu comentario