Un tal Jesús
El gran comunicador
Jesús, más orador que escritor
Hoy el evangelio es un libro. Pero en un principio sus narraciones y enseñanzas se dieron en forma de conversaciones, en lenguaje corriente. Cuando Jesús hablaba no había muchos eruditos, sabios y profesionales a su alrededor. La mayoría de sus oyentes fueron gente del pueblo: amas de casa, pastores, artesanos, tejedores, comerciantes y pescadores; también niños que, como sabemos, se cuelan por todas partes. Y Jesús les habló no como quien escribe un libro, sino como quien charla amigablemente con un grupo de allegados y amigos en la plaza de mercado: con la natural unción y entusiasmo de quien tiene cosas importantes que comunicar. Por eso sus parábolas y pláticas suenan como las noticias del día, las que leemos en el periódico o escuchamos en la radio.
El oficio de profeta
Si consideráramos a Jesús sólo como un catedrático de ética o moral al estilo de Sócrates, el Sermón del Monte se parecería mucho a los manifiestos demagógicos de nuestros líderes políticos. Pero Jesús fue mucho más que eso; además de Hijo de Dios, Verbo encarnado, Palabra viva portador del amor y la misericordia divinas, Jesucristo fue el Gran Profeta.
El oficio del profeta es comunicar; el mismo término significa "el que habla en nombre de Dios". Jesucristo cumplió a la perfección este oficio de gran comunicador de la verdad y voluntad de su Padre. No sólo porque como Hijo de Dios las conocía a la perfección, sino porque las encarnó en su vida y persona. Jesucristo es, en sí mismo, una revelación.
Maestro en técnicas de comunicación
Jesús conocía además el alma humana: sus necesidades, angustias, aspiraciones, deseos, y para llegar a ella utilizó los mejores recursos de comunicación a su alcance. Un buen ejemplo de las técnicas de comunicación empleadas por Jesús son las parábolas. Estas son como un evangelio dentro del Evangelio, porque contienen la quintaesencia de su mensaje. Algunas de ellas son dignas de una antología universal por su sencillez, belleza y eficacia. Pero esta forma de comunicación tan simple y eficaz la encontramos en todos los tiempos y latitudes. Y es que el hombre piensa en imágenes e incluso, al formular verdades abstractas, debe convertirlas en imágenes habladas o escritas para entenderlas y comunicarlas. El lenguaje de la imagen es el más propio a nuestra naturaleza. La imagen tiene una fuerza que las ideas abstractas no poseen. Habla a la inteligencia, cautiva la imaginación, conmueve el corazón y se arraiga profundamente en el subconsciente. En una época como la nuestra, cuando el lenguaje de la imagen tiene tanta importancia en las pantallas grande y chica, en los periódicos y revistas y en la publicidad, las parábolas y enseñanzas vivas de Jesús cobran actualidad.
El lenguaje comunicativo de Jesús
En tiempos antiguos no había cine, ni televisión, aunque existieron maestros de la narrativa que supieron cautivar a la gente con su lenguaje imaginativo, portador de lecciones profundas y trascendentales. Uno de ellos, quizás el más sobresaliente por la hermosura y nobleza de su mensaje y la forma transparente como supo transmitirlo, fue Jesús. Veamos algunas características del lenguaje comunicativo de Jesús.
Maestro en el uso de comparaciones e imágenes tomadas de la naturaleza y de la vida real
Basta leer el Evangelio de Mateo para ver cómo llama a sus discípulos "pescadores de hombres", y habla de "remiendos nuevos en vestidos viejos"; de lámparas que no se encienden para colocarlas debajo de un cajón, sumen candeleros; de la levadura de los fariseos; del camello y de la aguja. Los ejemplos se multiplican si vamos a los otros Evangelios. Jesús describe a sus discípulos como sal de la tierra y luz del mundo, como ovejas en medio de lobos; los encarece a ser prudentes como serpientes, pero sencillos como palomas. A los falsos profetas los tilda de "lobos feroces disfrazados de ovejas".
Jesús es maestro del contraste
Este funciona magníficamente cuando habla de los fariseos que imponen cargas pesadas sobre los demás, mientras ellos no quieren tocarlas ni con un dedo; son los mismos que cuelan un mosquito y se tragan un camello; sepulcros blanqueados, limpios por fuera pero llenos de podredumbre por dentro.
Jesús ve las cosas con ojos de artista y poeta, para quien el mundo entero es una gran parábola que esconde mil verdades y sorpresas. Se ha fijado en los cuervos de color negro que ni siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y en los lirios blancos del campo, que no hilan ni tejen, pero que se visten con esplendor envidiable aun para el mismo Salomón. Y para hacer eficaz su comunicación, echa mano de otros elementos de la naturaleza como el relámpago que fulgura de un extremo al otro del horizonte; de los zorros del campo con sus cuevas, y de los pájaros con sus nidos. No se escapa la caña que agita el viento, el pastor que separa las ovejas, los buitres que se congregan donde está la mortecina, y la gallina clueca que arropa bajo sus alas a los polluelos.
Una gran cantera de imágenes, explotada por Jesús como eficaz instrumento de comunicación, es la vida humana. Pone . en acción su doctrina y mensaje utilizando ejemplos de tesoros escondidos, siervos fieles e infieles, pastores asustados, campesinos que aran la tierra, lazarillos que conducen a ciegos, criados que uncen yuntas de bueyes, penitentes vestidos de saco y ceniza; hombres que se divierten alegres, en banquetes y francachelas, o que, tristes, llevan a enterrar a sus muertos.
Jesús es además maestro de la paradoja que hace penetrar hasta el fondo en el sentido de su mensaje. Como aquella de que si tu ojo te escandaliza, sácatelo; córtate la mano o el pie si te fueren obstáculo para el Reino. El cielo y la naturaleza, los hombres con sus oficios, quehaceres y preocupaciones... todo es un gran libro donde lee Jesús con ojos de Maestro de la comunicación, recogiendo elementos ilustrativos para revelarnos su mensaje. Y al así hacerlo, él mismo se revela como el Gran Comunicador.
Jesús y los recursos de la comunicación
Pero no se queda aquí la habilidad comunicativa de Jesús. De él podemos aprender muchas técnicas de comunicación que están apenas descubriendo los expertos. Citemos algunas:
El diálogo: la habilidad para interrogar, inquietar y provocar respuestas. Tradicionalmente se le conoce como "método socrático". Y sobre el mismo se ha levantado todo un sistema que los sicólogos llaman "psicoanálisis". "¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? ... ¿Y ustedes quién dicen que soy?" (Mateo 16:13-16). Y su famosa pregunta-respuesta a los fariseos que le querían hacer quedar mal delante del pueblo con la cuestión de si era lícito o no pagar tributos al cesar:
—¿De quién son esta imagen y esta inscripción?
—Del cesar, contestaron.
—Denle, pues al cesar lo que es del cesar, y a Dios lo que es de Dios.
Marcos 12:16-17
Fueron muchas las ocasiones en las que Jesús hizo sacar a sus interlocutores la conclusión de sus enseñanzas, simplemente preguntándoles. Como a Simón el fariseo que criticaba en su interior el que Jesús se dejara lavar y besar los pies de una mujer pecadora. Después de referirle la historia de los dos deudores a quien el prestamista condonó sus deudas de 500 y 50 denarios o monedas de plata. Jesús preguntó: "Ahora dime, ¿cuál de los dos lo amará más?" (Lucas 7:36-50). Al maestro de la ley que deseaba conocer cuál era el mejor camino al cielo, Jesús pregunta: "¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?" (Lucas 10:25-37).
El drama: Cristo sabe utilizar recursos dramáticos cuando es necesario para que su mensaje sea eficaz. El drama más eficaz e impactante que ojos humanos hayan presenciado fue el del Calvario; allí Jesús fue el gran actor y al mismo tiempo el gran comunicador. Sus palabras, sus gestos y sus actitudes comunicaron en su tiempo, y siguen comunicando hoy, mil mensajes de amor, perdón, misericordia y salvación. Lo mismo podemos decir de su última reunión con los discípulos en el aposento alto, y de su oración y prendimiento en Getsemaní, con la traición de Judas de fondo. ¿Quién puede negar el dramatismo de su resurrección y las subsiguientes apariciones a sus discípulos? Hasta su despedida a los cielos fue dramática. Este y todos los dramatismos que rodean la vida del Maestro atraen la atención sobre la persona del Salvador y contribuyen a que su mensaje llegue y se grabe en las mentes y corazones de quienes lo reciben.
Hay otros muchos momentos dramáticos en la vida de Jesús que él aprovechó para comunicar su mensaje y pensamiento. Por ejemplo, el incidente con la mujer adúltera a quien los fariseos quisieron apedrear en su presencia, cuando tuvieron que retirarse avergonzados al ser expuestos en su hipocresía (Juan 8:1-11). No menos dramático es el caso de la mujer que unge a Jesús en casa de Simón; gesto que Jesús interpreta como un anticipo profético de su muerte y sepultura (Mateo 26:6-13). Pero ningún pasaje supera en dramatismo y a la vez en enseñanza, al de la resurrección de "Lázaro (Juan 11:1-44). Es tal el poder comunicativo de este milagro, que la narración se ha convertido en una pieza de la literatura universal, y sus enseñanzas dan la vuelta al mundo en boca no sólo de predicadores y maestros cristianos, sino de narradores y comunicadores seculares.
Comunicación conflictiva
El mensaje de Jesús crea siempre un desafío, por eso para muchos su comunicación es conflictiva. Esta es parte de su misión profética y de su estrategia de comunicación. He aquí algunos ejemplos: estuvo siempre zarandeando a los fariseos, como hoy su evangelio zarandea a los hipócritas, insinceros y falsos: "¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas. . .!" (Mateo 23:13-33). A la samaritana la intranquilizó, pidiéndole: "Ve a llamar a tu esposo y vuelve acá..." (Juan 4:16); a Pedro le reprochó sus expectaciones materialistas del Mesías con una frase dura que seguramente lo hizo reflexionar: "¡Aléjate de mí Satanás. . .!" (Marcos 8:33). Y Herodes debió comprender muy bien su mensaje de desprecio por su libertinaje e hipocresía, cuando le respondió diciendo: "¡Vayan y díganle a ese zorro. . .!" (Lucas 13:32).
Comunicación vivencial
La comunicación de Cristo es siempre "vivencial", o como otros dirían, "existencial". Es decir, corre pareja con la vida y actividad de sus oyentes; invita a vivir el mensaje, a actuarlo y a hacerlo parte de la propia existencia. "Vengan a ver con sus propios ojos", respondió a Juan y a Andrés cuando le preguntaron dónde vivía él. Y a los discípulos de Juan el Bautista, inquietos sobre si era él el Mesías, responde: "Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los que tienen lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas" (Mateo 11:4-5).
La comunicación "existencial" de Jesús se palpa vividamente en sus encuentros con la samaritana a la orilla del pozo; con Zaqueo, con la mujer adúltera, la Magdalena, y con las hermanas de Lázaro frente a su sepulcro. Después de estos encuentros, la vida de toda esta gente no volvió a ser la misma. Otro tanto podríamos decir de cada uno de los llamamientos a sus discípulos.
Comunicación orientada al hombre
Digamos por último que toda la comunicación de Jesús estuvo orientada al hombre, en el sentido más genérico de la expresión. Todos podían sentirse como personas dignas delante de él; desde Nicodemo, el doctor de la ley, hasta María la de Mágdala, de la que había sacado varios demonios; desde los niños inoportunos, hasta el ladrón de la derecha en la cruz y las mujeres que fueron primero a su tumba el día de su resurrección. A todos atiende y escucha tratando de comprender su situación; a todos comunica con oportuna sabiduría su mensaje de amor y salvación; a todos despide con palabras de perdón, salud y esperanza. Por eso el evangelio no pierde su vigencia hoy. Conserva no sólo su elocuencia comunicativa que fascina por su sencillez y claridad, sino su actualidad y valor, por la relevancia de sus enseñanzas y la riqueza de su mensaje.
Fuente: Jaramillo, L. (1998) Un tal Jesús. Ed. VIDA EE.UU.
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