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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

martes, 11 de febrero de 2014

Día 8: El Ayuno del Señor

El Ayuno del Señor

Por: Yiye Ávila




EL AYUNO DE VICTORIA


E1 día primero de noviembre de 1972 entré en un ayuno que nunca soñé que ocurriría. No entré en el ayuno con la intención de establecer un récord. Mucho menos de ayunar más que mi Señor, a quién amo más que a mi vida. Tampoco pensé en alcanzar gracia con las personas o impresionarlos. Sencillamente tenía problemas que me estaban atribulando en tal forma que sentí entrar en ayuno y al empezar le dije al Señor: "No entrego aunque me muera, hasta que Tú no me des la victoria". Estaba automáticamente en el ayuno del Señor. Él iba a disponer los días y me iba a dar la fortaleza. Yo no entendía aún esto, ni tenía una idea de los días que iba a ayunar. Creo que si hubiese sabido que eran cuarenta y un días probablemente hubiese sentido temor.

Los primeros días de este ayuno pasaron y sentía una fortaleza sobrenatural. En ningún ayuno anterior sentí tanta fortaleza. En esos días, Dios me había traído cinco hermanos a ayudarme en el ministerio. Eso había aliviado un poco la carga y aunque tenía aún mucho trabajo en el ministerio podía sacar más tiempo para orar. Al pasar las primeras semanas yo mismo estaba sorprendido pues ni siquiera había sentido debilidad. El Señor me despertaba casi siempre alrededor de las tres de la mañana a orar y clamaba como hasta las siete de la mañana. Entonces tenía culto con los hermanos que me ayudaban en el ministerio y el resto del día oraba y atendía las responsabilidades del trabajo en el Señor.

Cuando llevaba alrededor de tres semanas en el ayuno me visitó la hermana Elsa Ayala, misionera del Señor. Mientras hablábamos, Dios le dio una visión y ella me dijo que vio una V muy grande, y muchas otras V dentro de ella. Sentí enseguida que esto implicaba victoria por medio de ese ayuno.

Para esos días sucedía algo raro que me maravillaba. Todo el tiempo sentía un sabor raro en la boca que nunca antes en ningún ayuno anterior había sentido. Parecía como si tuviera en la boca una substancia que producía ese sabor raro pero agradable.

Para esos días recibí carta de la hermana Sally Olsen que me decía que había tenido una revelación y vio ángeles que me servían durante el ayuno. Algo me servían, y aquel sabor agradable en mi boca me hacía sentir que alguna substancia celestial me era suministrada por los ángeles. Gloria a Dios por sus misericordias. Era el ayuno del Señor y El suplía la fortaleza.

Todos los días de madrugada Dios me daba mensaje para los hermanos que trabajan conmigo y me revelaba enseñanzas importantes para ellos. Uno de los hermanos tuvo una visión y vio ángeles que me traían cartas. Entendí entonces cómo era que venían todos aquellos conocimientos.

En uno de esos días oraba con confianza sintiendo una gran fortaleza física. Le decía: "Señor, aunque tenga que ayunar cuarenta días sé que Tú me das la victoria, pero creo que no tendré que ayunar más de cuarenta pues Tú ayunaste cuarenta y yo no soy más grande que Tú". En ese momento el Espíritu Santo me habló y me dijo: "Pero él dijo, que obras más grandes que esas harían. Me quedé asombrado y no podía sacar esas palabras de mi mente. Algo me hacía sentir que ayunaría más de cuarenta días. Estaba tan fortalecido y tan confiado que ya nada me atemorizaba.

Amanecía el día veintisiete del ayuno cuando recibí carta especial de la hermana Merani Castro. Me decía que el Señor le había revelado que yo ayunaba por un problema muy grande, pero que en siete días me daría la victoria. Siete días implicaba el día número treinta y tres del ayuno. Creí con toda mi alma que así sería. No lo sabía, pero estaba en el ayuno del Señor que es ayuno de victoria. Ayunaba con Su fortaleza.

Decidí entonces apartarme solo con el Señor y me encerré en una pequeña habitación en mi hogar. Oraba entonces más intensamente que antes. Llegó por fin la noche número treinta y tres del ayuno. Oraba esperando la victoria y de pronto algo como un rayo de luz bajó del cielo, vino sobre mí. Sentí que penetró profundo a través de todo mi ser. Sentí que una paz increíble me invadió y tuve que gritar: "Gracias que por fin me he convertido verdaderamente a ti". Yo era convertido. Tenía salvación. ¿Por qué grité así? Era que sentía una libertad increíble. Algo que nunca antes había experimentado. El gozo era sobrenatural. Joel 2:12 dice: Convertíos a mí de todo corazón con ayuno y llanto.

Estaba experimentando la experiencia de la plena conversión resultado del ayuno del Señor.

En aquel momento el Señor empezó a hablarme y me dijo: "¿Y el problema"? Le grité: ¿Qué problema? El gozo y la paz eran tan profundos que me reía en el Espíritu sin poderlo evitar. Gloria a Dios. El Señor me siguió hablando y me dijo: Te he liberado. Estabas ligado en tu espíritu, por eso estabas atribulado y triste y lleno de tantas dudas. En el ayuno has esperado en Mí lo suficiente para yo librarte. Muchos de mis siervos también están ligados en el espíritu y necesitan liberación. Necesitan entrar en mi ayuno hasta que sean liberados y se llenen de paz, de gozo y poder de Dios. Ya tú eres libre. Te he honrado. Te liberté en treinta y tres días. Es la edad de mi Hijo. Tu ayuno ha terminado.

En aquel instante sentí gritarle: "Señor sería yo injusto si ahora que siento esa paz maravillosa rompiera el ayuno. Deseo seguir adelante ocho días más, siete para completar cuarenta, y hacer tus obras y uno adicional para hacer obras mayores conforme a tu Palabra. Esos días adicionales son para que me llenes de poder y me des unción especial para llevar liberación a los "hippies", a los adictos a drogas, las rameras, los endemoniados, los retardados mentales, los afeminados, los locos, ciegos, mudos, paralíticos, leprosos y tantos otros oprimidos por el diablo". Sentí una profunda aprobación del Señor y continué en el ayuno. Pasaron los cuarenta días y me sentía muy bien. ¿Cómo es posible? Es el ayuno del Señor. Sus fuerzas estaban sobre mí. Los ángeles que le servían a Él me sirvieron a mí también y le servirán a cualquiera que entre en su ayuno. El ayunó cuarenta días en el desierto y las fuerzas de Dios que le sostuvieron nos sostendrán a nosotros si entramos en su ayuno. En esos cuarenta días sentí debilidad en una ocasión. Estuve como dos horas sintiéndome débil. Me senté en el piso a orar. Reprendí al diablo y de nuevo la fortaleza usual me envolvió. El Señor me mostró que Él me había soltado por un ratito para que yo pudiese entender cómo hubiese sido sin su fortaleza. Entiende que es cuestión de su fortaleza y no la fuerza y resistencia nuestra. Por eso al entrar en el ayuno del Señor tú tienes la fe de que sus fuerzas no fallarán en sostenerte.

Al pasar cuarenta días con tanta fortaleza pensé que el día número cuarenta y uno sería igualmente fácil, pero no fue así. En ese día una debilidad extrema me invadió por dentro y por fuera. La piel parecía que se me iba a quemar. Me sentía lastimado en mi interior. Tuve que tirarme en la pequeña camita del cuarto donde estaba encerrado y orar acostado. Fue un día de tormento. Un martirio indecible. Pensaba: ¿"Cómo es posible que después de cuarenta días tan fáciles, en este día todo se haya deshecho"? ¿Qué pasaba? En ese momento no lo entendí pero luego que entregué el ayuno, Dios me reveló todo. El Señor me mostró que su ayuno fue de cuarenta días y en ese tiempo yo ayuné con Su fortaleza. Al entrar en los cuarenta y un días, ya yo estaba prácticamente por mi cuenta. Por eso ese día final fue prácticamente un martirio, pero logré resistir y terminar el ayuno para la gloria de Dios.

Durante estos días de ayuno sucedieron cosas maravillosas. En uno de los días, pasaron un papelito por debajo de la puerta y decía que había una hermanita que tenía que hablar conmigo pues Dios la había llamado a dejar su trabajo para ayudarme en el ministerio. Le abrí la puerta y entró bañada en lágrimas y hablando en lenguas. Era la hermana Carmen Ramos, maestra de la escuela superior de Camuy. Dios me mostró que ella estaría al frente del departamento de correspondencia en nuestras oficinas generales. Pocos días más tarde ya ella estaba fuera de la escuela y trabajando en nuestro ministerio. Gloria a Dios. Mientras yo seguía encerrado en el ayuno Dios siguió llamando hermanos a ayudar en el ministerio y pocos días después de entregar el ayuno habían ya más de veinte hermanos que dejaron sus trabajos y sus estudios y se añadieron al ESCUADRON CRISTO VIENE que trabaja conmigo en la obra del Señor. Al entrar en el ayuno habíamos seis personas en el ministerio y al salir del ayuno había más de veinte llamados por Dios a ayudarme. Esta ha sido una de las grandes bendiciones fruto del ayuno del Señor. Mientras yo estaba encerrado en el ayuno los hermanos del Escuadrón daban cultos en diversos lugares y usaban las grabaciones de mis campañas. Muchos se salvaban y eran sanados por el poder de Dios. En otros lugares pasaba una de las películas del ministerio y Dios obraba en forma gloriosa. A pesar de estar encerrado en ayuno seguía ministrando con los mensajes grabados y la película, y multitud de almas se salvaban.

Para los últimos días del ayuno el diablo me lanzó un ataque tratando de romperme el ayuno. Sentí un malestar insoportable. Al quitarme la ropa me quedé asombrado pues tenía una infección en el cuerpo y salía pus en gran abundancia. Me puse la mano, oré y reprendí al diablo en el nombre de Jesús. Me sentí mejor y en pocos días la infección desapareció. "Y por cuya herida fuisteis sanados". 1 Pedro 2:24.

El Señor me visitó dos veces durante el ayuno. En ambas ocasiones yo oraba de rodillas y El entró en la habitación y me tocó por la espalda con su dedo. La segunda vez que lo hizo le pregunté qué significaba eso pues el dedo extendido que me tocaba estaba en posición de señalar. El Espíritu me habló y me dijo: "Eres señalado".

Faltando pocos días para terminar el ayuno el Señor me habló una noche que tenía un ómnibus Oldsmobile del 1970 y que la enviara a buscar a cambio de la mía que era del 1969. Envié a un hermano del ESCUADRON a la agencia de carros, y cuando el hermano le dijo que Dios me había dicho que aquel ómnibus era para mí, el comenzó a llorar, profundamente impresionado y se lo dio enseguida a cambio del ómnibus del 1969. No quiso aceptar devolución de dinero de ninguna manera. Cuando yo salí del ayuno el ómnibus estaba ya estacionado en la terraza de mi hogar tal y como el Señor me había mostrado.

Al entregar el ayuno me pesé y había rebajado treinta y seis libras. Pesaba sólo 129 libras. Subí a la parte superior del hogar a darme un baño. Al mirarme en el espejo y ver aquel cuerpo esquelético, sólo pude decir: "Dios mío permite que por cada libra que he rebajado miles de almas se salven". Creo que Dios escuchó esa plegaria pues en la primera campaña después del ayuno en el sector Levittown de Cataño, Puerto Rico, 2.303 almas aceptaron a Cristo en catorce días. En la segunda campaña en Bayamón 3.450 almas vinieron a Cristo y en Santo Domingo 4.972 almas vinieron al Señor en veintiún días de luchas, un total de 10.725 almas en las tres campañas después del ayuno. Es ayuno de victoria.

He escrito en detalles sobre este ayuno pues así me lo indicó el Señor para que multitud de hermanos se beneficien con estas experiencias y puedan entender lo que el ayuno del Señor implica, y alcanzar crecimiento espiritual pleno para dar fruto abundante para Dios y estar preparados para el Rapto. Nunca ha pasado por mi mente la idea de ostentar nada ni vanagloriarme de nada. Si esa hubiese sido mi actitud, Dios no le hubiese dado el crecimiento glorioso que le ha dado al ministerio después del ayuno. Los hombres juzgan superficialmente pero Dios que escudriña lo profundo del corazón honra conforme a nuestros esfuerzos. Por sus frutos los conoceréis. El fruto glorioso y gigante de este ayuno muestra que fue efectuado en la plena voluntad de Dios. Ora tú hermano y entra en el ayuno del Señor y conquista tú también la victoria.

Los días que siguen después del ayuno son días de gran bendición, pero también días peligrosos. En esos días Dios comienza a darnos bendición espiritual y mayor unción para el ministerio. El diablo también trata en esos días de arruinar el ayuno. Debemos estar alerta y orar con mucha frecuencia y madrugar a orar para darle la oportunidad a Dios de manifestar la bendición. Apenas yo salí del encierro para entregar el ayuno de los cuarenta y un días, Satanás me estaba esperando afuera y me lanzó un ataque cruel para tratar de atribularme pero guiado por el Espíritu me libré de la trampa. Cuando Cristo terminó su ayuno de cuarenta días y sintió hambre, el diablo vino a tentarlo tratando de que creara pan de las piedras. Jesús estaba muy alerta espiritualmente y lo reprendió con la palabra.

Cuídate de no caer en la tentación de comer de más en esos primeros días. Clama a Dios por templanza para comer conforme a la orientación que este libro te sugiere. Satanás puede traer contra ti esta y otras múltiples tentaciones.

Después del ayuno el Señor me enseñó a cantar y a danzar en el Espíritu. Me dio un género de lenguas para interceder en el Espíritu durante la oración. Cuando me unge para ello oro en lenguas prolongadamente mientras al mismo tiempo oro en el pensamiento con entendimiento.

Hay un punto muy importante que no queremos omitir. Cuando entres en el ayuno del Señor no propongas tú los días, sino que entra y pídele al Señor cuántos días son en tu caso Olvídate de los que ayunó otro siervo. No trates de imitar al que ayunó cuarenta y uno, o al que ayunó veintiuno. En la República Dominicana un hermano entró en el ayuno y él pensaba ayunar veintiún días. Durante el ayuno oraba al Señor y Dios le reveló que sólo eran siete días los que tenía que ayunar. Después de esos días se fue a predicar y el Señor lo bendijo poderosamente salvando almas y sanando enfermos. Cuando salimos de Puerto Rico en el mes de abril de 1973 para la gran campaña en Santo Domingo. Dios nos reveló los hermanos del ESCUADRON CRISTO VIENE que me acompañarían. Entre ellos Dios reveló y confirmó en forma especial a la misionera Margarita Hernández de Gurabo. No nos imaginábamos uno de los propósitos por los cuales Dios la enviaba. Durante la segunda semana de campaña Dios me mostró que había que extender la cruzada una semana más. Reuní los pastores y les informé conforme Dios me había mostrado. Casi todos estuvieron de acuerdo. Mientras hablábamos uno de los pastores dijo: "Deseo contar una revelación muy importante que Dios me dio mientras oraba muy de mañana". Contó el hermano que había tenido una visión y me vio a mí con el grupo que había ido de Puerto Rico. Vio entonces que la hermana Margarita Hernández se salió del grupo y le puso las manos y comenzó a orar por él. En ese momento él pudo ver que yo me acerqué y le dije a la hermana: "Actúa en el ayuno del Señor". El pastor vio entonces que comenzaba a caer una gran lluvia en el lugar y se formaba un gran río. Entendí que Dios iba a llamar a la hermana Margarita a entrar en el ayuno del Señor para provocar una bendición adicional en la campaña. Se lo informé a ella y esperamos.

El miércoles de la tercera semana de campaña todo el ESCUADRON estaba en ayuno. Íbamos a entregar a eso de las cinco de la tarde para luego comer y marchar a la campaña. Cuando fuimos a sentarnos a la mesa noté que la hermana Margarita se fue a orar a una habitación del hogar. Envié otra hermana a investigar lo que le sucedía. La hermana regresó y me dijo: "Ella dice que no siente entregar el ayuno sino seguir adelante". Después de la comida nos movimos varios hermanos a orar con la hermana Margarita. Allí se manifestó el poder de Dios en forma gloriosa y el Señor me mostró que se cumplía la visión del pastor y que la hermana entraba en el ayuno del Señor. No sabíamos los días pero al tercer día del ayuno ella se sintió tan mal que pensó entregar al siguiente día por la mañana. Oramos y el Espíritu nos mostró que eran cuatro días. A pesar de lo mal que se sentía ella obedeció al Señor. Ese cuarto día de su ayuno era sábado y marchamos por la noche a la campaña. Había como 20.000 personas y Dios derramó el Espíritu Santo en forma sobrenatural. Pastores, evangelistas y multitud de hermanos danzaban en el Espíritu. El poder tomó a la hermana Margarita y danzó en el Espíritu. Nos quedamos asombrados pues sabíamos lo débil que había estado, y a la mañana siguiente era que entonces entregaría. Multitudes fueron llenas esa noche por el poder de Dios. Se cumplió en forma literal la visión del pastor, que el ayuno del Señor al cual llamaría a la hermana provocaría una gran lluvia de poder en la campaña. Dios la llamó y determinó los días y esos cuatro días provocaron una de las bendiciones más grandes de la cruzada y 355 almas vinieron esa noche a Cristo. Fíjate hermano que lo importante es dejar que Él señale los días y la bendición será gloriosa.

Alguien me dijo: "No hay tal ayuno del Señor". ¿Será cierto? Para escribir la última parte de este libro Dios me apartó con El por siete días en una casa. Después de esta semana en ayuno y oración casi terminé el libro. Entregué el ayuno el martes 19 de junio de 1973. Ese día usé jugos como alimento y algunas frutas frescas. Seguí todo el día trabajando en el libro. Amanecía el día miércoles, y yo oraba de madrugada al Señor. De pronto el Espíritu me reveló lo que tenía que escribir para finalizar el libro. Dios me mostró: “Cristo predicó y dijo: Id y predicad el Evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15. Por lo tanto como el Señor dijo: Predicad el Evangelio, decimos que es el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo o sea la palabra del Señor. Él también dijo: Entonces ayunarán. Por lo tanto como el Señor dijo ellos ayunarán, es el ayuno del Señor. En el nuevo testamento el ayuno nos fue dado por el apóstol Pablo. El hizo tres días de ayuno, no entregó hasta que Dios no le habló, lo sanó y lo bautizó con el Espíritu Santo. Era el ayuno del Señor y Dios usó al apóstol de más fruto para ilustrarlo. Después de esto la Biblia dice que Pablo vivió en ayunos, vigilias y ganando almas para Dios. El ministerio más grande en el nuevo testamento comenzó con el ayuno del Señor.

La iglesia apostólica comenzó su ministerio en el ayuno del Señor. Cristo les dijo que cuando El fuera quitado ellos ayunarían, y en el Aposento Alto la primera iglesia esperó por diez días hasta que cayó el poder de Dios. El Señor les ordenó a ayunar. Él lo ordenó. Era Su ayuno. ¿Qué clase de ayuno era? Esperando en El hasta conseguir la victoria. Al décimo día Dios derramó su Espíritu sobre ellos y los colmó de poder. La iglesia más poderosa que ha existido en el nuevo testamento nació en el ayuno del Señor.

Observa bien, el apóstol más grande que existió y la poderosa iglesia apostólica, dos columnas del cristianismo, nacieron en el ayuno del Señor.

Estos datos finales de este libro me los dio el Señor orando de madrugada, un día después de entregar un ayuno de siete días, al cual El me llamó para escribir este libro. Gloria a Dios. Entra tú en el ayuno del Señor y demanda pleno crecimiento espiritual Y Dios lo hará. 

Por eso ahora dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno, y lloro y lamento.
Joel 2:12.

FIN

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