El Ayuno del Señor
Por: Yiye Ávila
EL AYUNO DE VICTORIA
E1 día primero de noviembre de 1972 entré en
un ayuno que nunca soñé que ocurriría. No entré en el ayuno con la intención de
establecer un récord. Mucho menos de ayunar más que mi Señor, a quién amo más
que a mi vida. Tampoco pensé en alcanzar gracia con las personas o
impresionarlos. Sencillamente tenía problemas que me estaban atribulando en tal
forma que sentí entrar en ayuno y al empezar le dije al Señor: "No entrego
aunque me muera, hasta que Tú no me des la victoria". Estaba
automáticamente en el ayuno del Señor. Él iba a disponer los días y me iba a
dar la fortaleza. Yo no entendía aún esto, ni tenía una idea de los días que
iba a ayunar. Creo que si hubiese sabido que eran cuarenta y un días
probablemente hubiese sentido temor.
Los primeros días de este ayuno pasaron y
sentía una fortaleza sobrenatural. En ningún ayuno anterior sentí tanta
fortaleza. En esos días, Dios me había traído cinco hermanos a ayudarme en el
ministerio. Eso había aliviado un poco la carga y aunque tenía aún mucho
trabajo en el ministerio podía sacar más tiempo para orar. Al pasar las
primeras semanas yo mismo estaba sorprendido pues ni siquiera había sentido
debilidad. El Señor me despertaba casi siempre alrededor de las tres de la
mañana a orar y clamaba como hasta las siete de la mañana. Entonces tenía culto
con los hermanos que me ayudaban en el ministerio y el resto del día oraba y
atendía las responsabilidades del trabajo en el Señor.
Cuando llevaba alrededor de tres semanas en el
ayuno me visitó la hermana Elsa Ayala, misionera del Señor. Mientras
hablábamos, Dios le dio una visión y ella me dijo que vio una V muy grande, y
muchas otras V dentro de ella. Sentí enseguida que esto implicaba victoria por
medio de ese ayuno.
Para esos días sucedía algo raro que me
maravillaba. Todo el tiempo sentía un sabor raro en la boca que nunca antes en
ningún ayuno anterior había sentido. Parecía como si tuviera en la boca una
substancia que producía ese sabor raro pero agradable.
Para esos días recibí carta de la hermana
Sally Olsen que me decía que había tenido una revelación y vio ángeles que me
servían durante el ayuno. Algo me servían, y aquel sabor agradable en mi boca
me hacía sentir que alguna substancia celestial me era suministrada por los
ángeles. Gloria a Dios por sus misericordias. Era el ayuno del Señor y El
suplía la fortaleza.
Todos los días de madrugada Dios me daba
mensaje para los hermanos que trabajan conmigo y me revelaba enseñanzas
importantes para ellos. Uno de los hermanos tuvo una visión y vio ángeles que
me traían cartas. Entendí entonces cómo era que venían todos aquellos
conocimientos.
En uno de esos días oraba con confianza
sintiendo una gran fortaleza física. Le decía: "Señor, aunque tenga que
ayunar cuarenta días sé que Tú me das la victoria, pero creo que no tendré que
ayunar más de cuarenta pues Tú ayunaste cuarenta y yo no soy más grande que
Tú". En ese momento el Espíritu Santo me habló y me dijo: "Pero él
dijo, que obras más grandes que esas harían. Me quedé asombrado y no podía
sacar esas palabras de mi mente. Algo me hacía sentir que ayunaría más de
cuarenta días. Estaba tan fortalecido y tan confiado que ya nada me
atemorizaba.
Amanecía el día veintisiete del ayuno cuando
recibí carta especial de la hermana Merani Castro. Me decía que el Señor le
había revelado que yo ayunaba por un problema muy grande, pero que en siete
días me daría la victoria. Siete días implicaba el día número treinta y tres
del ayuno. Creí con toda mi alma que así sería. No lo sabía, pero estaba en el
ayuno del Señor que es ayuno de victoria. Ayunaba con Su fortaleza.
Decidí entonces apartarme solo con el Señor y
me encerré en una pequeña habitación en mi hogar. Oraba entonces más
intensamente que antes. Llegó por fin la noche número treinta y tres del ayuno.
Oraba esperando la victoria y de pronto algo como un rayo de luz bajó del
cielo, vino sobre mí. Sentí que penetró profundo a través de todo mi ser. Sentí
que una paz increíble me invadió y tuve que gritar: "Gracias que por fin
me he convertido verdaderamente a ti". Yo era convertido. Tenía salvación.
¿Por qué grité así? Era que sentía una libertad increíble. Algo que nunca antes
había experimentado. El gozo era sobrenatural. Joel 2:12 dice: Convertíos a mí
de todo corazón con ayuno y llanto.
Estaba experimentando la experiencia de la
plena conversión resultado del ayuno del Señor.
En aquel momento el Señor empezó a hablarme y
me dijo: "¿Y el problema"? Le grité: ¿Qué problema? El gozo y la paz
eran tan profundos que me reía en el Espíritu sin poderlo evitar. Gloria a
Dios. El Señor me siguió hablando y me dijo: Te he liberado. Estabas ligado en
tu espíritu, por eso estabas atribulado y triste y lleno de tantas dudas. En el
ayuno has esperado en Mí lo suficiente para yo librarte. Muchos de mis siervos
también están ligados en el espíritu y necesitan liberación. Necesitan entrar
en mi ayuno hasta que sean liberados y se llenen de paz, de gozo y poder de
Dios. Ya tú eres libre. Te he honrado. Te liberté en treinta y tres días. Es la
edad de mi Hijo. Tu ayuno ha terminado.
En aquel instante sentí gritarle: "Señor
sería yo injusto si ahora que siento esa paz maravillosa rompiera el ayuno.
Deseo seguir adelante ocho días más, siete para completar cuarenta, y hacer tus
obras y uno adicional para hacer obras mayores conforme a tu Palabra. Esos días
adicionales son para que me llenes de poder y me des unción especial para
llevar liberación a los "hippies", a los adictos a drogas, las
rameras, los endemoniados, los retardados mentales, los afeminados, los locos,
ciegos, mudos, paralíticos, leprosos y tantos otros oprimidos por el
diablo". Sentí una profunda aprobación del Señor y continué en el ayuno.
Pasaron los cuarenta días y me sentía muy bien. ¿Cómo es posible? Es el ayuno
del Señor. Sus fuerzas estaban sobre mí. Los ángeles que le servían a Él me
sirvieron a mí también y le servirán a cualquiera que entre en su ayuno. El
ayunó cuarenta días en el desierto y las fuerzas de Dios que le sostuvieron nos
sostendrán a nosotros si entramos en su ayuno. En esos cuarenta días sentí
debilidad en una ocasión. Estuve como dos horas sintiéndome débil. Me senté en
el piso a orar. Reprendí al diablo y de nuevo la fortaleza usual me envolvió.
El Señor me mostró que Él me había soltado por un ratito para que yo pudiese
entender cómo hubiese sido sin su fortaleza. Entiende que es cuestión de su fortaleza y no la fuerza y resistencia
nuestra. Por eso al entrar en el ayuno del Señor tú tienes la fe de que sus
fuerzas no fallarán en sostenerte.
Al pasar cuarenta días con tanta fortaleza
pensé que el día número cuarenta y uno sería igualmente fácil, pero no fue así.
En ese día una debilidad extrema me invadió por dentro y por fuera. La piel
parecía que se me iba a quemar. Me sentía lastimado en mi interior. Tuve que
tirarme en la pequeña camita del cuarto donde estaba encerrado y orar acostado.
Fue un día de tormento. Un martirio indecible. Pensaba: ¿"Cómo es posible
que después de cuarenta días tan fáciles, en este día todo se haya deshecho"?
¿Qué pasaba? En ese momento no lo entendí pero luego que entregué el ayuno,
Dios me reveló todo. El Señor me mostró que su ayuno fue de cuarenta días y en
ese tiempo yo ayuné con Su fortaleza. Al entrar en los cuarenta y un días, ya
yo estaba prácticamente por mi cuenta. Por eso ese día final fue prácticamente
un martirio, pero logré resistir y terminar el ayuno para la gloria de Dios.
Durante estos días de ayuno sucedieron cosas
maravillosas. En uno de los días, pasaron un papelito por debajo de la puerta y
decía que había una hermanita que tenía que hablar conmigo pues Dios la había
llamado a dejar su trabajo para ayudarme en el ministerio. Le abrí la puerta y
entró bañada en lágrimas y hablando en lenguas. Era la hermana Carmen Ramos,
maestra de la escuela superior de Camuy. Dios me mostró que ella estaría al
frente del departamento de correspondencia en nuestras oficinas generales.
Pocos días más tarde ya ella estaba fuera de la escuela y trabajando en nuestro
ministerio. Gloria a Dios. Mientras yo seguía encerrado en el ayuno Dios siguió
llamando hermanos a ayudar en el ministerio y pocos días después de entregar el
ayuno habían ya más de veinte hermanos que dejaron sus trabajos y sus estudios
y se añadieron al ESCUADRON CRISTO VIENE que trabaja conmigo en la obra del
Señor. Al entrar en el ayuno habíamos seis personas en el ministerio y al salir
del ayuno había más de veinte llamados por Dios a ayudarme. Esta ha sido una de
las grandes bendiciones fruto del ayuno del Señor. Mientras yo estaba encerrado
en el ayuno los hermanos del Escuadrón daban cultos en diversos lugares y
usaban las grabaciones de mis campañas. Muchos se salvaban y eran sanados por
el poder de Dios. En otros lugares pasaba una de las películas del ministerio y
Dios obraba en forma gloriosa. A pesar de estar encerrado en ayuno seguía
ministrando con los mensajes grabados y la película, y multitud de almas se
salvaban.
Para los últimos días del ayuno el diablo me
lanzó un ataque tratando de romperme el ayuno. Sentí un malestar insoportable.
Al quitarme la ropa me quedé asombrado pues tenía una infección en el cuerpo y
salía pus en gran abundancia. Me puse la mano, oré y reprendí al diablo en el
nombre de Jesús. Me sentí mejor y en pocos días la infección desapareció.
"Y por cuya herida fuisteis sanados". 1 Pedro 2:24.
El Señor me visitó dos veces durante el ayuno.
En ambas ocasiones yo oraba de rodillas y El entró en la habitación y me tocó
por la espalda con su dedo. La segunda vez que lo hizo le pregunté qué
significaba eso pues el dedo extendido que me tocaba estaba en posición de
señalar. El Espíritu me habló y me dijo: "Eres señalado".
Faltando pocos días para terminar el ayuno el
Señor me habló una noche que tenía un ómnibus Oldsmobile del 1970 y que la
enviara a buscar a cambio de la mía que era del 1969. Envié a un hermano del
ESCUADRON a la agencia de carros, y cuando el hermano le dijo que Dios me había
dicho que aquel ómnibus era para mí, el comenzó a llorar, profundamente
impresionado y se lo dio enseguida a cambio del ómnibus del 1969. No quiso
aceptar devolución de dinero de ninguna manera. Cuando yo salí del ayuno el
ómnibus estaba ya estacionado en la terraza de mi hogar tal y como el Señor me
había mostrado.
Al entregar el ayuno me pesé y había rebajado
treinta y seis libras. Pesaba sólo 129 libras. Subí a la parte superior del
hogar a darme un baño. Al mirarme en el espejo y ver aquel cuerpo esquelético,
sólo pude decir: "Dios mío permite que por cada libra que he rebajado
miles de almas se salven". Creo que Dios escuchó esa plegaria pues en la
primera campaña después del ayuno en el sector Levittown de Cataño, Puerto
Rico, 2.303 almas aceptaron a Cristo en catorce días. En la segunda campaña en
Bayamón 3.450 almas vinieron a Cristo y en Santo Domingo 4.972 almas vinieron
al Señor en veintiún días de luchas, un total de 10.725 almas en las tres
campañas después del ayuno. Es ayuno de victoria.
He escrito en detalles sobre este ayuno pues
así me lo indicó el Señor para que multitud de hermanos se beneficien con estas
experiencias y puedan entender lo que el ayuno del Señor implica, y alcanzar
crecimiento espiritual pleno para dar fruto abundante para Dios y estar
preparados para el Rapto. Nunca ha pasado por mi mente la idea de ostentar nada
ni vanagloriarme de nada. Si esa hubiese sido mi actitud, Dios no le hubiese
dado el crecimiento glorioso que le ha dado al ministerio después del ayuno.
Los hombres juzgan superficialmente pero Dios que escudriña lo profundo del
corazón honra conforme a nuestros esfuerzos. Por sus frutos los conoceréis. El
fruto glorioso y gigante de este ayuno muestra que fue efectuado en la plena
voluntad de Dios. Ora tú hermano y entra en el ayuno del Señor y conquista tú
también la victoria.
Los días que siguen después del ayuno son días
de gran bendición, pero también días peligrosos. En esos días Dios comienza a
darnos bendición espiritual y mayor unción para el ministerio. El diablo
también trata en esos días de arruinar el ayuno. Debemos estar alerta y orar
con mucha frecuencia y madrugar a orar para darle la oportunidad a Dios de
manifestar la bendición. Apenas yo salí del encierro para entregar el ayuno de
los cuarenta y un días, Satanás me estaba esperando afuera y me lanzó un ataque
cruel para tratar de atribularme pero guiado por el Espíritu me libré de la
trampa. Cuando Cristo terminó su ayuno de cuarenta días y sintió hambre, el
diablo vino a tentarlo tratando de que creara pan de las piedras. Jesús estaba
muy alerta espiritualmente y lo reprendió con la palabra.
Cuídate de no caer en la tentación de comer de
más en esos primeros días. Clama a Dios por templanza para comer conforme a la
orientación que este libro te sugiere. Satanás puede traer contra ti esta y
otras múltiples tentaciones.
Después del ayuno el Señor me enseñó a cantar
y a danzar en el Espíritu. Me dio un género de lenguas para interceder en el
Espíritu durante la oración. Cuando me unge para ello oro en lenguas
prolongadamente mientras al mismo tiempo oro en el pensamiento con
entendimiento.
Hay un punto muy importante que no queremos
omitir. Cuando entres en el ayuno del Señor no propongas tú los días, sino que
entra y pídele al Señor cuántos días son en tu caso Olvídate de los que ayunó
otro siervo. No trates de imitar al que ayunó cuarenta y uno, o al que ayunó
veintiuno. En la República Dominicana un hermano entró en el ayuno y él pensaba
ayunar veintiún días. Durante el ayuno oraba al Señor y Dios le reveló que sólo
eran siete días los que tenía que ayunar. Después de esos días se fue a
predicar y el Señor lo bendijo poderosamente salvando almas y sanando enfermos.
Cuando salimos de Puerto Rico en el mes de abril de 1973 para la gran campaña
en Santo Domingo. Dios nos reveló los hermanos del ESCUADRON CRISTO VIENE que
me acompañarían. Entre ellos Dios reveló y confirmó en forma especial a la
misionera Margarita Hernández de Gurabo. No nos imaginábamos uno de los
propósitos por los cuales Dios la enviaba. Durante la segunda semana de campaña
Dios me mostró que había que extender la cruzada una semana más. Reuní los
pastores y les informé conforme Dios me había mostrado. Casi todos estuvieron
de acuerdo. Mientras hablábamos uno de los pastores dijo: "Deseo contar
una revelación muy importante que Dios me dio mientras oraba muy de
mañana". Contó el hermano que había tenido una visión y me vio a mí con el
grupo que había ido de Puerto Rico. Vio entonces que la hermana Margarita
Hernández se salió del grupo y le puso las manos y comenzó a orar por él. En
ese momento él pudo ver que yo me acerqué y le dije a la hermana: "Actúa
en el ayuno del Señor". El pastor vio entonces que comenzaba a caer una
gran lluvia en el lugar y se formaba un gran río. Entendí que Dios iba a llamar
a la hermana Margarita a entrar en el ayuno del Señor para provocar una
bendición adicional en la campaña. Se lo informé a ella y esperamos.
El miércoles de la tercera semana de campaña
todo el ESCUADRON estaba en ayuno. Íbamos a entregar a eso de las cinco de la
tarde para luego comer y marchar a la campaña. Cuando fuimos a sentarnos a la
mesa noté que la hermana Margarita se fue a orar a una habitación del hogar.
Envié otra hermana a investigar lo que le sucedía. La hermana regresó y me
dijo: "Ella dice que no siente entregar el ayuno sino seguir
adelante". Después de la comida nos movimos varios hermanos a orar con la
hermana Margarita. Allí se manifestó el poder de Dios en forma gloriosa y el
Señor me mostró que se cumplía la visión del pastor y que la hermana entraba en
el ayuno del Señor. No sabíamos los días pero al tercer día del ayuno ella se
sintió tan mal que pensó entregar al siguiente día por la mañana. Oramos y el
Espíritu nos mostró que eran cuatro días. A pesar de lo mal que se sentía ella
obedeció al Señor. Ese cuarto día de su ayuno era sábado y marchamos por la
noche a la campaña. Había como 20.000 personas y Dios derramó el Espíritu Santo
en forma sobrenatural. Pastores, evangelistas y multitud de hermanos danzaban
en el Espíritu. El poder tomó a la hermana Margarita y danzó en el Espíritu.
Nos quedamos asombrados pues sabíamos lo débil que había estado, y a la mañana
siguiente era que entonces entregaría. Multitudes fueron llenas esa noche por
el poder de Dios. Se cumplió en forma literal la visión del pastor, que el
ayuno del Señor al cual llamaría a la hermana provocaría una gran lluvia de poder
en la campaña. Dios la llamó y determinó los días y esos cuatro días provocaron
una de las bendiciones más grandes de la cruzada y 355 almas vinieron esa noche
a Cristo. Fíjate hermano que lo importante es dejar que Él señale los días y la
bendición será gloriosa.
Alguien me dijo: "No hay tal ayuno del
Señor". ¿Será cierto? Para escribir la última parte de este libro Dios me
apartó con El por siete días en una casa. Después de esta semana en ayuno y
oración casi terminé el libro. Entregué el ayuno el martes 19 de junio de 1973.
Ese día usé jugos como alimento y algunas frutas frescas. Seguí todo el día
trabajando en el libro. Amanecía el día miércoles, y yo oraba de madrugada al
Señor. De pronto el Espíritu me reveló lo que tenía que escribir para finalizar
el libro. Dios me mostró: “Cristo predicó y dijo: Id y predicad el Evangelio a
toda criatura”. Marcos 16:15. Por lo tanto como el Señor dijo: Predicad el
Evangelio, decimos que es el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo o sea la
palabra del Señor. Él también dijo: Entonces ayunarán. Por lo tanto como el
Señor dijo ellos ayunarán, es el ayuno del Señor. En el nuevo testamento el
ayuno nos fue dado por el apóstol Pablo. El hizo tres días de ayuno, no entregó
hasta que Dios no le habló, lo sanó y lo bautizó con el Espíritu Santo. Era el
ayuno del Señor y Dios usó al apóstol de más fruto para ilustrarlo. Después de
esto la Biblia dice que Pablo vivió en ayunos, vigilias y ganando almas para
Dios. El ministerio más grande en el nuevo testamento comenzó con el ayuno del
Señor.
La iglesia apostólica comenzó su ministerio en
el ayuno del Señor. Cristo les dijo que cuando El fuera quitado ellos
ayunarían, y en el Aposento Alto la primera iglesia esperó por diez días hasta
que cayó el poder de Dios. El Señor les ordenó a ayunar. Él lo ordenó. Era Su
ayuno. ¿Qué clase de ayuno era? Esperando en El hasta conseguir la victoria. Al
décimo día Dios derramó su Espíritu sobre ellos y los colmó de poder. La
iglesia más poderosa que ha existido en el nuevo testamento nació en el ayuno
del Señor.
Observa bien, el apóstol más grande que existió y la poderosa iglesia apostólica, dos
columnas del cristianismo, nacieron en el ayuno del Señor.
Estos datos finales de este libro me los dio
el Señor orando de madrugada, un día después de entregar un ayuno de siete
días, al cual El me llamó para escribir este libro. Gloria a Dios. Entra tú en
el ayuno del Señor y demanda pleno crecimiento espiritual Y Dios lo hará.
Por eso ahora dice Jehová, convertíos a mí con todo
vuestro corazón, con ayuno, y lloro
y lamento.
Joel 2:12.
FIN
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