Enfrentando problemas y preguntas
Hay algunas cosas sobre los demonios y la
liberación en las que no es muy sabio ser dogmático. También hay algunas
preguntas para las cuales no se pueden encontrar respuestas completas. Hay
diferencias honestas de opinión entre personas que son autoridades reconocidas
en este campo. En lugar de ignorar por entero estos problemas y preguntas
mencionaré varios que son muy notorios a mi propio pensamiento y haré algunos
comentarios.
¿Somos menos efectivos que Jesús?
Se puede sostener, y lo creo correctamente
así, que el Nuevo Testamento demuestra que Jesús liberó a quienes tenían
espíritus demoníacos con una autoridad mayor y una prontitud más grande que las
que se ven hoy. No retrocedamos de este ministerio porque no lo hagamos de
manera perfecta, ni esperemos hasta cuando podamos seguir exactamente el
ejemplo del Señor. Eso sería como la persona que sin saber nadar, decide no
entrar al agua sino has-ta cuando lo pueda hacer como un campeón olímpico.
He visto lo que creo que podría ser un error
serio en esta área. Cuando los resultados no son inmediatos, algunos declaran
con mucha suficiencia y mucho conocimiento que todo es cuestión de fe. En
consecuencia, hacen como una práctica de rutina ordenar a todos los demonios
que salgan de una persona y descansan “en fe” que esto ya se cumplió. Pero la
suposición no es fe. Cuando una persona no es liberada como consecuencia de
esto que se llama “fe”, entonces se debe admitir que algo salió mal.
Algunos que se supone fueron liberados de esa
manera, vinieron a buscar ayuda. Sufrían de engaños, de desilusiones y de
frustración. Se les había dicho que quedaron libres pero nada había cambiado.
En realidad, ¿el ministro de liberación fue suficientemente honesto? ¿Se tomó
todo el tiempo necesario para ver una ministración efectiva? ¿Buscó un
cortocircuito en lo referente a eficacia? ¿Cómo podemos juzgar?
Otro ministro y yo discutíamos esta espinosa
cuestión. Mientras conversábamos el Espíritu Santo habló a mi corazón y dijo
que la iglesia al final llegaría a tener un poder mayor en liberación. El
Espíritu dijo que él me podría proporcionar un avance de lo que iba a ser eso.
La esposa del otro ministro estaba en la habitación con nosotros y había
solicitado una liberación. El Espíritu me guió para ordenar a los demonios que
perturbaban a salir de ella. Ninguno de nosotros se movió de su silla. Señalé
con mi dedo a través de la habitación y ordené a los demonios salir de ella.
Hubo más o menos un minuto de silencio y luego explotó en tos. Cuando se dio
cuenta que había sido liberada, se puso de pie y levantó sus manos en alabanza
a Dios. Luego inmediatamente cayó al piso bajo el poder de la unción que estaba
sobre ella.
No estoy muy satisfecho con la unción que he
visto o experimentado en el ministerio de otros pastores. Creo que Dios puede
damos días mejores. Sin embargo, definitivamente he tenido algún crecimiento en
autoridad. Donde antes había batallas espirituales que necesitaban horas, ahora
solamente bastan minutos. Los demonios en una forma definida reconocen el
aumento de la autoridad y responden con más rapidez y con demostraciones más
escasas y menos prolongadas. En unos pocos ejemplos, los demonios dentro de
personas que están en la misma habitación con nosotros, han gritado al
reconocer simplemente que éramos un peligro y una amenaza para ellos. Esto
parece ser paralelo con la experiencia del Señor Jesucristo cuando entró en la
sinagoga y un espíritu inmundo en un hombre gritó (véase Marcos 1: 23-26).
Procuremos permanecer sensibles a las enseñanzas del Espíritu Santo.
Indudablemente el problema reside en el hombre y no en Dios.
¿Cómo puede un cristiano tener demonios?
¿Cómo puede un espíritu demoníaco habitar el
mismo cuerpo, al mismo tiempo que lo hace el Espíritu Santo? Parece lógico
presumir que esto no es posible, pero todas las cosas lógicas no siempre son
ciertas, y algunas veces la lógica se basa en premisas falsas.
En este escrito hemos tomado la posición que
los cristianos pueden ser y de hecho son habitados por demonios. La explicación
de cómo esto es posible se basa primeramente, hasta donde he podido
determinar-, en una comprensión clara de la diferencia entre alma y espirítu.
La palabra del Nuevo Testamento para “espíritu" es “pneuma". Al
contrario de lo natural, psíquico o anímico, el espíritu es aquella parte del
hombre que tiene la capacidad de aprehender y percibir las cosas de Dios.
“Pero ei hombre natural no percibe las cosas
que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente”
(1 Corintios 2:14).
La palabra griega para “alma" es
“psyche”. Este término define la vida del yo, las emociones, el intelecto y la
voluntad. Pablo muestra que el hombre es un ser triple o tripartita.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por
completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Sefíor Jesucristo”
(1 Tesalonicenses 5:23).
Pablo enseña también que antes de la salvación
el hombre está muerto en sus delitos y pecados (Efesios 2:1). El hombre no es
que esté muerto físicamente, pues su corazón aún late; pero está muerto
espiritualmente, es decir, no tiene comunicación con Dios y no comprende ni
puede percibir los misterios divinos. El nuevo nacimiento (salvación) renueva
la condición del Espíritu en los hombres. Su espíritu es avivado, es decir, es
hecho vivo, por la presencia de Dios que entra. Jesús llega al espíritu del
hombre y coloca en él su vida.
“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado
vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el
que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12).
De esto vemos que el Espíritu Santo habita el
espíritu humano en el momento de la salvación. Los espíritus demoníacos quedan
confinados al alma y al cuerpo del creyente. Los demonios atacan las emociones,
la voluntad, la mente, y el cuerpo físico, pero no el espíritu de un cristiano.
El objeto de una liberación es sacar los
demonios invasores del alma y del cuerpo para que Jesús también pueda reinar
sobre estas áreas. Jesús ha hecho una provisión adecuada para el hombre total,
pero parte de la responsabilidad ahora descansa en nosotros, como nos muestra
la siguiente Escritura:
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y
temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer,
por su buena voluntad” (Filipenses 2:12b-13).
Esto nos dice que Dios está trabajando en
nosotros, pero la salvación de que se habla no está completa. Necesita ser
trabajada, es decir, ocuparse de la salvación con temor y temblor. El término
para “salvación” en este pasaje es soteria. El lexicón de Thayers trae como
significado primario de esta palabra “liberación de los espíritus que
molestan”. El cuadro así se hace muy claro. Cristo ha liberado nuestro espíritu
del poder de Satanás; ahora nos dice, “Ocúpate de tu propia liberación, de la
molestia de los enemigos, hasta cuando obtengas la liberación completa y quedes
libre de alma y de cuerpo”.
¿Puede un no cristiano ser liberado?
La respuesta obvia a esta pregunta es sí. Los
demonios deben obedecer a quienes ejercen la autoridad en el nombre de Jesús.
Nunca he ministrado la liberación en favor de un incrédulo, pero no dudo que
los demonios responderían y obedecerían. Sin embargo, tengo dudas acerca de qué
tan sabia sea tal liberación por dos razones. Primera, ¿qué esperanza habría de
mantener esos demonios fuera? ¿No volverían pronto? Uno debe personalmente
resistir al diablo, y el inconverso no tiene terreno para hacerlo, a menos que
se someta al Señor. El pecado abre la puerta para que los demonios entren y un
pecador no creyente que no se ha arrepentido de sus pecados es una presa
abierta para el demonio. Segunda, de acuerdo con la Escritura, se le puede
hacer más daño que beneficio. Según Mateo 12: 43-45, cuando un espíritu inmundo
es expulsado, busca volver. Si nada de Dios reemplaza el sitio vacío, entonces
el espíritu inmundo puede regresar y traer consigo otros espíritus aún más
perversos que él de manera que “el último estado de ese hombre es peor que el
primero”.
No veo razones para ministrar la liberación a
un incrédulo, a un inconverso, a no ser que sea una orden directa del Señor.
Solamente Dios sabe el futuro y si ese hombre aceptará a Jesús como su
Salvador. Además, ¿qué motivación podría tener un inconverso para querer la
liberación? Hasta cuando permanezca en su incredulidad, su motivo no sería para
la gloria del Señor. Su motivo sería completamente egoísta. La liberación no es
un juego. Es una cosa supremamente seria. Es para quienes saben lo que
significa tratar con Dios. La pregunta, entonces no es: ¿puede un no cristiano
ser liberado? sino, ¿debería ser liberado? Normalmente su espíritu debería ser
liberado primero y esto se hace por el nuevo nacimiento.
¿Qué sucede a los demonios que son expulsados?
La Biblia no abunda mucho sobre este tema.
Nuestra referencia principal se encuentra en Mateo 12:43 donde se lee:
“Cuando el espíritu inmundo sale del hombre,
anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo haya”.
Nuestro problema está en saber cuán
literalmente se debe interpretar este versículo. Como los demonios son seres
espirituales qué tanto se afectarían por un desierto literal o por una región
desierta. Quizás se pretende que las palabras sean figuradas. Así se pinta a
los demonios como si caminaran o pasearan en un lugar aparte y distinto de su
habitación humana. Los demonios están intranquilos y descontentos fuera del
cuerpo humano porque sólo cuando habitan y controlan la vida humana pueden
perpetrar sus propósitos perversos.
. Hay un pasaje muy interesante en el libro de
Job que es muy descriptivo sobre quienes andan en lugares secos. Como el libro
de Job trata de un hombre que estuvo bajo el ataque de Satanás, la descripción
es mucho más llena de significado. En el curso de varias liberaciones he usado
esta porción contra los demonios. Les recuerdo que deben salir e ir a lugares
secos. Los demonios definitivamente son atormentados al escuchar la lectura de
este pasaje. Parecen comprender mejor que nosotros lo que allí se describe. El
lector debería examinar todo el capítulo 30 de Job, del cual vamos a citar unos
pocos versículos:
“Por causa de la pobreza y del hambre andaban
solos; huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto. Recogían
malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse. Eran arrojados
de entre las gentes, y todos les daban grita como tras el ladrón. Habitaban en
las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las rocas.
Bramaban entre las matas, y se reunían debajo de los espinos. Hijos de viles, y
hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra” (Job 30: 3-8).
¿Podemos decir a los demonios a dónde ir?
Esta pregunta se relaciona con la anterior.
Fuera de decirnos que los demonios expulsados “caminan por lugares secos” no
hay ninguna referencia sobre lo que les sucede a ellos. Nunca se ha informado
que Jesús o los discípulos siquiera impusiesen el más leve juicio sobre los
demonios enviándolos al infierno, al abismo, o a cualquier sitio semejante. Los
demonios evidentemente comprenden que su juicio final, todavía es futuro. Ellos
lo indicaron así cuando hablaron por medio del endemoniado gadareno:
“¿Que tienes con nosotros, Jesús, Hijo de
Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?” (Mateo 8: 29).
La escritura no nos autoriza a imponer un
tormento prematuro a los demonios. Ese tiempo ya está fijado por el designio de
Dios.
¿Entonces, podemos enviarles a otro sitio o a
otra localidad? El demonio que se identificó a sí mismo como “Legión” le rogó a
Jesús que no lo mandara a otro lugar:
“(Legión)... le rogaba mucho que no los
enviase fuera de aquella región” (Marcos 5:10).
De esto parece que los demonios pueden ser
enviados a otras partes del mundo. ¿Debería hacerse esto en cada ocasión o sólo
en algunas? Ha habido momentos en que el Espíritu Santo me ha dirigido a
ordenar a los demonios que se fueran a países específicos del mundo. En tales
oportunidades he oído a los demonios hablar con una protesta muy violenta. Un
demonio me pidió no enviarlo a África, quejándose del exceso de calor allí. Por
alguna razón, obviamente prefería permanecer en una sola localidad.
¿Por qué los demonios en el gadareno le
pidieron a Jesús que los enviara a los cerdos y por qué les dio tal permiso?
Seguramente el Señor no tenía ninguna clase de simpatía por los demonios. Su
razón debe haber tenido como base el bienestar del hombre endemoniado. Mi
propia teoría es que el hombre había sido severamente atormentado por una
legión de espíritus que resistían la expulsión (Jesús nunca advirtió a los
demonios no molestar a una persona a medida que salían). Como a los demonios se
les permitió un lugar seguro para ir, no opusieron resistencia. Así pronto
resultó que los cerdos fueron destruidos y los demonios quedaron de nuevo sin
un “hogar".
Los demonios prefieren habitar a los seres
humanos. Su segunda elección es un animal. No es muy satisfactorio para mi
orgullo darme cuenta que si un demonio no puede habitarme, su segunda opción
puede ser un cerdo. Los demonios pueden habitar, y de hecho viven, dentro de
animales.
¿Se puede prohibir a los demonios que vuelvan a entrar en una persona?
Se nos dice que Jesús solamente en una
oportunidad prohibió regresar a los demonios. Fue el caso del muchacho en poder
de un espíritu sordo y mudo, que fue traído a Jesús por su padre.
“Y cuándo Jesús vio que la multitud se
agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo
te mando, sal de él, y no entres más en él” (Marcos 9:25).
Este parece ser un procedimiento excepcional.
Como hemos visto en Mateo 12: 43-45, el demonio intentará regresar y tendrá
éxito al hacerlo, a menos que la persona liberada haga lo que es necesario para
mantenerlo fuera. En el caso de los niños, los padres son los guardianes
espirituales. El padre en el ejemplo en cuestión, mostró una debilidad en su fe
cuando dijo, “Creo; ayuda a mi incredulidad”. Jesús estaba alentando la fe del
hombre cuando fueron interrumpidos por la multitud que se juntaba. Puede haber
sido entonces un acto soberano de Jesús en favor de un niño que no tenía una
adecuada protección espiritual por parte de su padre.
Este ejemplo no parece ser prueba suficiente
como para sobre él construir todo un patrón de conducta. Si en todos los casos
tuviésemos la autoridad para prohibir el regreso a los demonios, se
simplificaría la liberación, pero también se eliminaría el esfuerzo para
permanecer libres y que tiene la gran utilidad de fortalecer al creyente. Con
seguridad el Señor nos dará dirección en cualquier situación donde él tenga
como propósito limitar la actividad de un demonio y negarle su regreso
posterior a una persona. Dios es capaz de limitar el poder de Satanás contra
una persona. El diablo tuvo que pedir permiso a Dios antes de poder volverse de
nuevo contra Job:
“Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas
guarda su vida” (Job 2: 6).
Si Dios muestra por una palabra de
conocimiento, que a un demonio se le debe prohibir volver a habitar de nuevo en
una persona, uno puede entonces decirle al demonio, “Con la autoridad del Señor
Jesucristo, te ordeno que no entres más en él”.
¿Se pueden limpiar las casas de espíritus malignos?
Debido a mi trabajo con demonios en el
ministerio de la liberación, he escuchado informes de actividades demoníacas
poco comunes en relación con casas y objetos. Frecuentemente se me pide
expulsar demonios de las casas. Se sabe desde hace mucho tiempo que los libros
y los objetos identificados con algo que se relacione con el reino de Satanás,
atraen a los demonios. Las actividades pecaminosas por parte de residentes
anteriores son responsables de que algunas casas necesiten ser limpiadas.
Muchos han mencionado voces o sonidos que se escuchan en sus casas. A tales
manifestaciones se les llama a veces “poltergeist” una palabra alemana que
significa “fantasmas ruidosos o golpeadores”.
Mientras se ministraba a una niña de nueve
años, la mamá nos dijo que la pequeña se levantaba cada noche hacia la
medianoche. La madre estaba muy preocupada y no veía una razón para esa
conducta. La ministración de la niña no mostró nada sospechoso. Entonces
pedimos examinar el dormitorio y encontramos tres cosas que según habíamos
descubierto antes, podían atraer a los espíritus del mal. Había un libro sobre
una bruja, seguramente obtenido en la biblioteca de la escuela. Luego, un
juguete de felpa, una rana muy grande. Y encima de la cama un móvil donde
danzaban más o menos unos seis búhos o lechuzas que parpadeaban en la
oscuridad.
La familia estuvo de acuerdo en quitar estos
objetos y destruirlos. Ordenamos a todos los demonios que se escondían en la
habitación salir inmediatamente en el nombre de Jesús y luego pedimos que la
pieza y la niña fueran cubiertas con la sangre de Jesús.
Desde entonces la niña ha dormido con entera
tranquilidad y mucha paz.
¿Qué acerca de las ranas y de los búhos o
lechuzas? Estos animales se clasifican entre las criaturas mencionadas en
Deuteronomio 14: 7-19 como seres inmundos y abominables. Son ejemplos o tipos
de espíritus diabólicos. Mi ministerio me ha llevado a muchas casas y me he
dado cuenta cómo muchas de estas criaturas inmundas se convierten en objetos de
arte que se usan en decoración. Esto es especialmente cierto de los búhos o
lechuzas y de las ranas. Es más que una coincidencia que ambas criaturas sean
de la oscuridad. Salen sólo de noche para cazar su presa. Los demonios son
asimismo criaturas de las tinieblas. No pueden obrar en la luz.
Vimos también un niño de doce años que tenía
dificultades para conciliar el sueño. Era muy nervioso y todo lo asustaba. La
casa estaba atestada de muchos objetos traídos de África. Había una máscara de
hechicero y varios fetiches usados por los médicos brujos y en la adoración
pagana. Muchas veces el valor sentimental o económico de tales objetos
significan más para las personas que el bienestar de la familia. Oigamos lo que
Dios dijo a su pueblo Israel sobre tales cosas:
“Las esculturas de sus dioses quemarás en el
fuego, no codiciarás plata ni oro de ellas para tomarlo para ti, para que no
tropieces en ello, pues es abominación a Jehová tu Dios; y no traerás cosa
abominable a tu casa, para que no seas anatema; del todo la aborrecerás y la
abominarás, porque es anatema”. (Deuteronomio 7: 25-26).
A los demonios les atraen definidamente las
casas con objetos y literatura que pertenecen a falsas religiones, a sectas, a
cosas del espiritismo y del ocultismo. Tales materiales se deben quemar o
destruir en forma semejante. Las casas o los edificios sospechosos de estar
invadidos por demonios se deben limpiar mediante la autoridad del nombre de
Jesús. Quienes viven en tales lugares deben permanecer en la provisión de la
sangre de Cristo.
¿Es necesario llamar a los demonios por nombres específicos?
Algunas cosas interesantes resultan en el
curso de las ministraciones de liberación con respecto a los nombres o
designaciones para los demonios. Hay veces en que los demonios saldrán sin ser
llamados con un nombre específico. Tal liberación puede continuar por una hora
inclusive sin que se nombre ningún espíritu específico. En otras ocasiones
sucede justamente lo contrario. Ningún demonio saldrá sino hasta cuando sea
llamado por su nombre.
En una liberación había llamado y expulsado un
demonio de rechazo. Más tarde pude discernir un espíritu de temor al rechazo.
Entonces pregunté ¿Por qué estás aún allí? ¿Por qué no saliste cuando llamé al
rechazo?” Y el demonio respondió, “Porque no me llamaste por mi nombre. Yo no
soy rechazo; soy temor al rechazo".
Los demonios usualmente responderán a una
descripción de lo que producen. Por ejemplo, “Tú, demonio que haces que esta
persona tenga esos malos sueños y pesadillas nocturnas, fuera en el nombre de
Jesús”. La mayoría de los demonios aceptará este acercamiento en lugar de un
título específico, y tendrá que salir.
Personalmente creo que la insistencia de un
demonio para que se le llame con un nombre .específico es una táctica
dilatoria. He escuchado que tales demonios se resisten a salir y declaran,
“Pero, ese no es mi nombre”. En tales casos usualmente digo, “Bueno, tendrás
que irte de todas formas, fuera contigo”. Y deben salir.
El valor principal de conocer los nombres o
designaciones de los demonios, es hacer que la persona a quien se está
liberando sepa lo que ha tenido lugar. Cuando cualquiera de los demonios
intenta regresar, es importante conocer cuáles han sido expulsados. De esta
manera la persona debe estar alerta y también puede tratar con esa área en la
carne como para cerrar la puerta contra los demonios que procuran volver.
Algunos demonios son muy jactanciosos. Parecen
gozar cuando dicen sus nombres. Uno de tales espíritus habló altivamente “Soy
el único que él ha dejado”, y así reclamaba que era el último demonio en salir;
y continuó, “Soy el orgullo. Todo orgullo viene por mí”.
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