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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

martes, 21 de enero de 2014

Día 14: Cerdos en la sala




 Autoliberación

Con frecuencia se me hace esta pregunta, “¿puede una persona liberarse a sí misma de demonios?” Mi respuesta es: “Sí”, y es mi convicción que una persona no puede realmente mantenerse libre de demonios sino hasta cuando está caminando en esta dimensión de la autoliberación.
¿Y cómo es que una persona se puede liberar a sí misma? Como creyente (y esta es nuestra suposición) tiene la misma autoridad del creyente que se mueve en el ministerio de liberación. Tiene la autoridad del nombre de Jesús. Y Jesús promete a todos los que creen: “En mi nombre echarán fuera demonios” (Marcos 16:17).
Usualmente una persona sólo necesita aprender cómo practicar la autoliberación. Después que ha tenido una liberación inicial en las manos de un ministro con experiencia, puede comenzar a practicar la autoliberación.
Debemos mantener en la mente que la liberación es un proceso. Sería muy lindo si una persona pudiese sacar todos los demonios que están en su interior y luego olvidarse de ellos por el resto de su vida. Pero, ¿cómo podremos mantenemos completamente libres? Si nunca pecásemos en el pensamiento, con palabras, o con obras, nunca tendríamos necesidad de ninguna liberación. El pecado abre las puertas para que los demonios entren. Esto no quiere decir que cada vez que una persona cometa un pecado entra un demonio. Sin embargo, el pecado es una forma por la cual la puerta se abre y a veces no se necesita que quede abierta mucho tiempo.
El problema más grande que enfrenta la autoliberación es discernir con toda seguridad los espíritus. Casi todos los seres humanos tendemos a confundir las actividades demoníacas en nuestras vidas con las expresiones de nuestra personalidad. No es raro que una persona reaccione al discernimiento de un determinado espíritu con, “ ¡oh, pensé únicamente que yo era así!” Hay muchos que quieren seguir el camino de hágalo usted mismo, de manera que nadie conozca los pecados ocultos en su vida. Este no es un buen motivo con el cual se deba comenzar la autoliberación. La Palabra nos enseña que hay un lugar para la confesión; en efecto Santiago 5:16 dice:
“Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis, sanados. La oración eficaz del justo puede mucho”.
Hay algunos casos donde un fuerte espíritu de engaño controla a una persona hasta el punto que no puede ver nada equivocado en sí misma. En tales casos la persona es incapaz de recibir un verdadero discernimiento sobre ella. Me acuerdo de una mujer que llegó con el pretexto de querer una liberación, pero su verdadero motivo pronto salió a la luz. Había venido para propagar una falsa doctrina en la cual estaba involucrada. Entonces me dijo que tenía “el don de abrir su Biblia” para responder las preguntas acerca de sí misma y de otros. Antes de venir ese día, había abierto su Biblia, había colocado el dedo al azar y recibió este mensaje: “Hija, tu fe te ha sanado completamente”. Ella había interpretado esto para decir que no tenía ninguna necesidad de liberación. En nuestra conferencia se reveló que había vivido con un adivino durante algún tiempo, en el curso de los años formativos de su vida. La influencia de esta asociación abrió en ella la puerta para un ‘‘espíritu de adivinación” que obraba por medio de su práctica de abrir la Biblia para obtener alguna respuesta. Hay ocasiones en que un cristiano ha recibido una palabra del Señor en esta forma, pero cuando se depende de esto como la manera principal para escuchar de Dios, en realidad se patina sobre hielo muy delgado.
No es necesario andar pensando en los demonios todo el tiempo. Debemos mantener nuestros ojos fijos en Jesús y en todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, y todo lo que es de buen nombre. Entonces, cuando algo llega en forma de alguna perturbación que es del maligno, no deberíamos vacilar en reconocerla por lo que es y tratarla en la autoridad con que el Señor nos ha investido. El objetivo para tratar con el mal es quitar todos los obstáculos a nuestro compañerismo espiritual y a nuestro ministerio.
La autoliberación se experimenta en la misma forma como cuando una persona ministra a otra. La única diferencia es que la persona liberada es su propio ministrador. Por tanto, orará, hará su confesión a Dios que no quiere ninguna parte con el mal y desea que el Señor le libere por completo. Luego se dirigirá a los demonios llamándoles por su nombre, uno a uno y después que haya ordenado varias veces que un demonio específico salga en el nombre de Jesús, comenzará a expeler su aliento forzadamente unas pocas veces o iniciará una tos lo más profunda que sea posible.
Como las manifestaciones varían de una persona a otra, no se puede dar ninguna explicación sobre lo que debemos esperar. Como en el caso de otras liberaciones, la manifestación que acompaña la salida de los espíritus demoníacos puede variar mucho. En mi propia experiencia, tan pronto como me dirijo al demonio comienzo a sentir una presión en mi garganta seguida por tos y por la producción de flema. Luego experimento una liberación muy perceptible que algo ha salido. Algunos individuos son capaces de realizar esto con mayor confianza y mayor entusiasmo que otros.

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