Atar y desatar
La Escritura declara que Jesús nos dio poder
para atar y desatar, con referencia a Satanás y a sus huestes. El contexto para
esta promesa se relaciona con la declaración de Pedro, “Tú eres el Cristo, el
Hijo del Dios viviente”. Ahora, hay que notar la respuesta del Señor Jesús:
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y
sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán
contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que
atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la
tierra será desatado en los cielos” (Mateo 16:1 8-19).
La interpretación de este pasaje ha causado
muchas controversias. Pero da mucha luz una vez que hemos obtenido un poco de
comprensión respecto al poder y la autoridad que el cristiano tiene sobre los
demonios. ¿Cuál es el contexto inmediato de la autoridad para atar y desatar?
La frase precedente inmediata es: “... y las puertas del infierno no
prevalecerán contra ella...”, es decir, contra la iglesia. En otras palabras, a
la iglesia se le da completa autoridad sobre las “puertas del infierno”. La
Biblia ampliada traduce esto, “Las puertas del Hades (los poderes de la región
infernal) no la dominarán, ni van a ser más fuertes, en detrimento de la
iglesia, o van a poder sostenerse contra ella”. Así se pinta a la iglesia como
algo militante. Nada la puede detener, ¡ni siquiera las fuerzas de Satanás!
El poder para atar y desatar con respecto a
Satanás se describe como “las llaves del reino de los cielos”. La palabra para
“reino” en griego es basileia que significa “gobernar”. Es la promesa de la
palabra de Dios para quienes herederán el reino de Dios y gobernarán con
Cristo.
“Pues si por la transgresión de uno solo reinó
la muerte, mucho más remarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben
la abundancia de la gracia y del don de la justicia” (Romanos 5:17).
Alabado sea Dios, nos ha prometido que
reinaremos o gobernaremos como reyes en la vida, ¡ahora! ¿Y cómo podríamos
hacer esto si no fuésemos capaces de atar el poder del demonio y de desatar a
quienes han sido hechos cautivos? Es precisamente esto lo que el Señor ha
prometido. Los cristianos necesitan despertar y darse cuenta que se les ha dado
mucha más autoridad de la que habían imaginado. Ya no es cosa de oración por la
cual clamemos: “Oh, Dios, por favor ven y haz algo contra estos demonios
horrorosos que nos han dado un tiempo tan difícil. Más bien es cuestión de
levantarnos en el poder en el nombre de Jesús y decir al demonio lo que debe
hacer.
Porque, ¿qué significa la frase: “... Será atado
en los cielos... será desatado en los cielos...”? El traductor de la Biblia
señala que la forma del verbo es el participio pasado pasivo que se refiere a
las cosas que se hallan en un estado de haber sido ya prohibidas (o
permitidas). Esto nos dice que cualquier cosa que el creyente ate y desate se
hace con base en lo que ya se ha hecho “en los cielos”, es decir, por el mismo
Señor Jesucristo.
Entonces, ¿qué es lo que el Señor ya ha atado
y que nos ha dado poder para atar otra vez? Jesucristo nos enseña así:
“Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa
del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá
saquear su casa” (Mateo 12:29).
En el contexto de este pasaje encontramos a
Jesús expulsando demonios. Su autoridad para hacerlo ha sido desafiada por las
autoridades religiosas. Le acusan de hacerlo por el poder del diablo mismo.
Jesús explica que puede controlar los demonios y hacer que le obedezcan porque
ya ató al hombre fuerte, Satanás. El hecho que los demonios le obedezcan prueba
que Satanás ha sido atado. Satanás ya fue atado “en los cielos” por el poder
del cielo. El poder de Satanás está roto y la llave nos ha sido dada a
nosotros. También tenemos poder sobre él. ¡Amén!
La palabra griega para atar en el pasaje
anterior es deo significa amarrar apretadamente, como con cadenas, como cuando
se ata a un animal para evitar que se mueva. Esto es maravilloso. Cuando
Satanás está.atado no puede seguir trabajando. Pierde su "capacidad para
obrar contra nosotros.
Un ejemplo de cómo obra esto, se mostró a mi
esposa hace varios años. Acabábamos justamente de saber de los espíritus
demoníacos y cómo tratar con ellos. Ella trabajaba en un banco y una o dos
veces por semana cierto cliente iba al banco. Este hombre usaba un lenguaje muy
sucio y era extremadamente escandaloso y extrovertido. Cada vez que abría su
boca puntualizaba toda frase con vulgaridades y blasfemias, profanando el
nombre de Jesús. Como mi esposa nunca se había expuesto a lenguaje tan sucio en
toda su vida, estaba horrorizada por eso. Comenzó a orar y le dijo a Dios,
“Señor, tú sabes que no me gusta escuchar estas cosas y que no las apruebo”.
Entonces Dios le habló y le dijo, “Hay un espíritu de blasfemia que hace que
ese hombre hable así, y tú tienes poder sobre ese espíritu”.
Mi esposa nunca había intentado hacer esto
antes, pero actuó en la palabra que el Señor le dio. La siguiente vez que el
hombre entró en el banco y empezó a maldecir y a blasfemar como de costumbre,
ella se levantó a unos pocos pasos de él y en voz muy baja dijo, “A ti te hablo
demonio de blasfemia, Dios me ha mostrado que eres tú. Tengo poder sobre ti
para atarte en el nombre del Señor Jesucristo. No puedes maldecir en mi
presencia ni tomar el nombre de mi Salvador en vano”. Desde luego el demonio sí
escuchó esto pero el hombre no oyó nada. El color se fue de su cara y comenzó a
atragantarse como si algo se hubiera detenido en su garganta y nunca volvió a
decir una sola palabra sucia. De allí en adelante, cada vez que este cliente
entraba al banco ella ataba los espíritus en él y no podía maldecir. Los otros
empleados notaron el cambio en su comportamiento y hacían comentarios al
respecto. No tenían idea de lo que sucedió, pero el poder de Satanás se había
atado en la tierra porque ya había sido atado en los cielos.
Satanás tiene su “hombre fuerte” dispuesto
sobre naciones, sobre ciudades, sobre iglesias, sobre hogares y sobre
individuos. Dios nos muestra1 que estos hombres fuertes ya fueron derrotados y
atados por el poder de los cielos.
“Para esto apareció el hijo de Dios, para
deshacer las obras del diablo” (1 Juan 3:8b).
A nosotros se nos han dado las “llaves del
reino”. Hay poder para gobernar sobre las fuerzas de las tinieblas. No tenemos
que orar por eso.- La batalla ya se ganó en los cielos y estamos para atar en
la tierra lo que ya ha sido atado en los cielos.
Entonces, ¿a qué se refiere desatar? Desatar
es dejar a los cautivos libres. Por medio del ministerio de la liberación los
cautivos son liberados de las cadenas de la esclavitud que Satanás ha puesto
alrededor de ellos.
“... y había allí una mujer que desde hacía 18
años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se
podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de
tu enfermedad” (Lucas 13: 11,12). .
Cuando el pastor o el principal de la sinagoga
se enojó porque esta liberación había sido hecha en el día de reposo Jesús
respondió:
“... Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no
desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y
a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía
desatar de esta ligadura en el día de reposo?” (Lucas 13:15-16).
La palabra griega para desatar en este texto
es: luo. Luo se define en el lexicón de Thayers como “dejar flojo algo amarrado
o apretado; aflojar o desatar a alguien cautivo; liberar; sacar de la prisión;
poner en libertad de la esclavitud o de la enfermedad, como alguien a quien
Satanás tenía agarrado, por medio de la restauración de la salud”.
La victoria sobre los espíritus demoníacos ya
fue ganada por Jesús. En lo concerniente a los cielos todo cautivo ha sido
liberado. El principio es el mismo de la salvación. Jesús ha provisto la
salvación para todo hombre. Entonces, ¿por qué no son salvos todos los hombres?
La sangre se debe aplicar personalmente. Todo hombre que se aplica la sangre
por fe es salvo. Los que la rehúsan o se descuidan en aplicarse esa sangre
están perdidos. De esta manera Jesús ha provisto la liberación. En lo que
respecta a los cielos está terminada. La llave para desatar al cautivo ya se
dio al creyente. El puede desatarse a sí mismo y a otros sobre la tierra porque
esto ya se hizo en los cielos. ¡Gloria a Dios!
Ahora, hay quienes enseñan que la palabra
desatar significa desatar el Espíritu Santo o los ángeles para llenar el
espacio vacío que ha sido dejado por los demonios que salen. Como ya se
demostró, la palabra “desatar” se relaciona con quienes estaban en grilletes y
cadenas, entonces, ¿cómo es posible referir esto al Espíritu Santo o a los
ángeles? ¿Están ellos atados en algún sentido?
Además, no está dentro de la autoridad de los
hombres ordenar a los ángeles. Mientras es una verdad bendita que los ángeles
son “espíritus ministradores” en favor de todos los herederos de la salvación
(Hebreos 1:14), debemos ser muy cuidadosos al notar que son enviados a
ministrar en favor nuestro. ¿Quién es el que les envía? Pues, naturalmente
vienen de parte de Dios. Podemos orar y pedirle a Dios que envíe a sus ángeles,
pero no hay ningún precedente en las Escrituras para que nosotros les ordenemos
o para que nosotros mismos los dirijamos.
Es extremadamente peligroso elevar a los
ángeles por encima de la categoría que tienen establecida en las Escrituras,
pues entonces uno podría comenzar a mirar a los ángeles en lugar de buscar la
ayuda del Señor. De hecho, esto se relaciona con la idolatría y muy pronto
puede degenerar en una “adoración de ángeles”, que también está prohibida
(véase Colosenses 2:18). Buscar la ayuda de los ángeles y no la de Dios, es
dejar de mirar a la cabeza que es Cristo (Colosenses 2:19).
Para repetir, “atar” se refiere a Satanás y a
los demonios y “desatar” se refiere a las personas que han estado atadas por
las fuerzas de las tinieblas. Satanás es atado, la víctima es desatada. Esto
sucede como resultado de un ministerio de liberación efectivo.
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