Devocional Día 3
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración
EL FUNDAMENTO DE LA ORACIÓN
Para entender el principio de la oración, es necesario entender la mente y el propósito del Creador mismo. La oración es un resultado de la estructura de la autoridad entre el cielo y la tierra, la cual fue instaurada por Dios; como también es un producto de la fidelidad de Dios a Su Palabra. La oración es tan simple como el respeto a la autoridad de Dios. Esto es debido a que la oración surgió de los arreglos que hizo Dios para la asignación del hombre en la tierra; esto se dio cuando el Credo habló dos palabras durante el proceso de la creación: "y señoree". Estas palabras son anotadas en el primer capítulo del primer libro de la Biblia:
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra (Génesis 1:26-27, el énfasis fue añadido).
Estas palabras son cruciales para entender el principio de la oración, puesto que ellas definen la relación que el Creador había pensado y deseado con el hombre en el planeta tierra.
El mandato del Creador para que el hombre dominara la tierra fue establecido en la declaración, pero los parámetros del dominio fueron establecidos con las palabras, "y señoree".
Con estas palabras, el Creador definió los límites de Su derecho para legalmente influenciar e interferir en el reino terrenal. Esto se basa en el principio de la integridad y el compromiso de Dios para con Su Palabra. ¿Por qué es esto tan importante? Debido a estos cuatro principios:
El primer principio establece la verdad de que el compromiso del Creador a Su pensamiento original para la creación es una prioridad para Él y éste motiva y regula todas Sus acciones. En esencia, todo lo que Él hace va impulsado por Su deseo propuesto, el cual nunca cambia. De hecho, Su declaración es clara al decir, "Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá. Contentamiento es a los hombres hacer misericordia; pero mejor es el pobre que el mentiroso" (Proverbios 19:21-22). Una vez más, Él declara:
Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero (Isaías 46:10-11).
Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55:11-12).
En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Efesios 1:11).
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento (Hebreos 6:17).
Finalmente, Su compromiso para con Su propósito es expresado en las siguientes palabras:
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido (Mateo 5:18-19).
Estas declaraciones revelan el compromiso eterno de Dios, quien no hace concesiones con Su propósito y Sus planes. Su propósito es Su voluntad y deseo, los cuales Él mismo cumplirá. No obstante, es esencial saber que Su compromiso para cumplir Su propósito nunca será a expensas de violar Su palabra escrita o hablada.
Es ese compromiso a Su Palabra lo que da la base al principio de la oración. La Palabra de Dios no es solamente una ley para el hombre, porque también es llamada "la Ley de Dios". Esto implica que cada palabra que Dios enuncia es también una ley que Él mismo debe cumplir. Debido a Su integridad, Él se someterá a Sí mismo a Sus promesas y decretos.
En el libro de Salmos encontramos estas palabras:
Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad (Salmos 119:89-90).
Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas (Salmos 138:2-3).
El hecho de que Él coloca Su Palabra por sobre todas las cosas, incluyendo Su propio nombre, es un principio importante porque uno de los conceptos hebreos para dar nombres es "el ser" mismo. Por consiguiente, en su aplicación correcta, Dios coloca Su Palabra por encima de Él mismo, sometiéndose así a los mandatos de Su propia Palabra.
En efecto, cuando Dios habla, Él mismo está voluntariamente obligado a obedecer Su propia Palabra. Por ende, toda ley de Dios es una ley para Dios. Él permanece fiel a Su Palabra a toda costa. Habiendo entendido esto, podremos apreciar las implicaciones y el impacto de estas palabras iniciales enunciadas por el Creador durante la creación del hombre: "señoree...sobre la tierra" (Génesis 1:26).
Por favor, note lo que Él no dijo, "señoreemos", sino que más bien dijo, "señoree". Con esta declaración, Dios creó siete leyes principales:
Estas palabras son cruciales para entender el principio de la oración, puesto que ellas definen la relación que el Creador había pensado y deseado con el hombre en el planeta tierra.
El mandato del Creador para que el hombre dominara la tierra fue establecido en la declaración, pero los parámetros del dominio fueron establecidos con las palabras, "y señoree".
Con estas palabras, el Creador definió los límites de Su derecho para legalmente influenciar e interferir en el reino terrenal. Esto se basa en el principio de la integridad y el compromiso de Dios para con Su Palabra. ¿Por qué es esto tan importante? Debido a estos cuatro principios:
- El propósito de Dios es más importante que nuestros planes.
- Dios ha colocado Su Palabra incluso por sobre Él mismo.
- Dios nunca violará o incumplirá Su palabra.
- La santidad de Dios es el fundamento de Su integridad y fidelidad.
El primer principio establece la verdad de que el compromiso del Creador a Su pensamiento original para la creación es una prioridad para Él y éste motiva y regula todas Sus acciones. En esencia, todo lo que Él hace va impulsado por Su deseo propuesto, el cual nunca cambia. De hecho, Su declaración es clara al decir, "Muchos pensamientos hay en el corazón del hombre; mas el consejo de Jehová permanecerá. Contentamiento es a los hombres hacer misericordia; pero mejor es el pobre que el mentiroso" (Proverbios 19:21-22). Una vez más, Él declara:
Que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero (Isaías 46:10-11).
Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié (Isaías 55:11-12).
En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad (Efesios 1:11).
Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento (Hebreos 6:17).
Finalmente, Su compromiso para con Su propósito es expresado en las siguientes palabras:
Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido (Mateo 5:18-19).
Estas declaraciones revelan el compromiso eterno de Dios, quien no hace concesiones con Su propósito y Sus planes. Su propósito es Su voluntad y deseo, los cuales Él mismo cumplirá. No obstante, es esencial saber que Su compromiso para cumplir Su propósito nunca será a expensas de violar Su palabra escrita o hablada.
Es ese compromiso a Su Palabra lo que da la base al principio de la oración. La Palabra de Dios no es solamente una ley para el hombre, porque también es llamada "la Ley de Dios". Esto implica que cada palabra que Dios enuncia es también una ley que Él mismo debe cumplir. Debido a Su integridad, Él se someterá a Sí mismo a Sus promesas y decretos.
En el libro de Salmos encontramos estas palabras:
Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad (Salmos 119:89-90).
Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas (Salmos 138:2-3).
El hecho de que Él coloca Su Palabra por sobre todas las cosas, incluyendo Su propio nombre, es un principio importante porque uno de los conceptos hebreos para dar nombres es "el ser" mismo. Por consiguiente, en su aplicación correcta, Dios coloca Su Palabra por encima de Él mismo, sometiéndose así a los mandatos de Su propia Palabra.
En efecto, cuando Dios habla, Él mismo está voluntariamente obligado a obedecer Su propia Palabra. Por ende, toda ley de Dios es una ley para Dios. Él permanece fiel a Su Palabra a toda costa. Habiendo entendido esto, podremos apreciar las implicaciones y el impacto de estas palabras iniciales enunciadas por el Creador durante la creación del hombre: "señoree...sobre la tierra" (Génesis 1:26).
Por favor, note lo que Él no dijo, "señoreemos", sino que más bien dijo, "señoree". Con esta declaración, Dios creó siete leyes principales:
- La autoridad legal para dominar la tierra fue dada solamente a la humanidad.
- Dios no se incluyó a Sí mismo en la estructura legal de autoridad sobre la tierra.
- El hombre pasó a ser el mayordomo legal del dominio sobre la tierra.
- El hombre es un espíritu con un cuerpo físico; por consiguiente, solamente los espíritus con cuerpos físicos pueden legalmente funcionar en el reino terrenal.
- Cualquier espíritu sin cuerpo es ilegal en la tierra.
- Cualquier influencia o interferencia del reino sobre natural en la tierra es legal solamente por medio de la humanidad.
- Dios mismo, quien es un Espíritu sin cuerpo físico, se sujetó a esta ley.
- La autoridad legal en la tierra está en manos de la humanidad.
- El Creador, debido a Su integridad, no violará la ley de Su Palabra.
- Nada ocurrirá en el reino terrenal sin el permiso activo o pasivo del hombre, quien tiene la autoridad legal.
- El Creador y los seres celestiales no pueden interferir en el reino terrenal sin la cooperación o el permiso de la humanidad.
- Dios debe obtener el acuerdo y la cooperación de una persona para lo que Él desea hacer en la tierra.
Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.
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