Abril 22
Cheques del Banco de la Fe - C.H.Spurge
Jehová abre los ojos a los ciegos;
Jehová levanta a los caídos.
Salmos 146:8
¿Estoy caído? Presentaré esta palabra de
gracia delante del Señor. Su modo de ser, su costumbre, su promesa
y su mayor gozo es levantar a los caídos. Lo que ahora me
aflige ¿es el sentimiento de mis pecados, y, por lo tanto, un abatimiento
de espíritu? La obra de Jesucristo es precisamente sacarme
de mi quebranto y hacerme descansar. ¡Oh, Señor, levántame
por tu misericordia!
¿Tal vez lo que nos apesadumbra es la pérdida
de un ser querido y la quiebra de muchos bienes? Aquí
también el divino Consolador nos consolará. ¡Qué gran misericordia
para nosotros saber que una de las personas de la Santísima
Trinidad se haya hecho nuestro Consolador! Y esta misericordia
ha sido hecha, ya que una persona tan gloriosa se ha encargado
de dispensarla.
Algunos andan tan agobiados que sólo Jesús
puede librarles de su enfermedad. Puede y quiere hacerlo.
Puede restituirnos la salud, la esperanza y la alegría. Así lo ha
hecho en otras pruebas, y como es el mismo Salvador, no hay
duda de que repetirá sus obras de misericordia. Los que andamos
tristes y caídos, seremos levantados tan altos que quienes ahora
nos menosprecian serán confundidos. ¡Qué honor ser ensalzado
por el Señor! Bien vale la pena estar abatidos para que experimentemos
el poder de ser levantados.
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