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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

martes, 2 de agosto de 2011

Devocional Día 33

Devocional Día 33
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


JESÚS ES NUESTRO MODELO DE LA AUTORIDAD DEL DOMINIO

Jesús no sólo es el Único que reclamó nuestro dominio de autoridad, sino que Él también es nuestro modelo de cómo vivir en esta autoridad. Él fue lo que nosotros debemos ser. Su vida de oración es un ejemplo para la vida de oración que nosotros debemos tener.

Usted puede decir: "Sí, pero Jesús era diferente a nosotros. Él fue divino, y por eso Él tenía ventaja sobre nosotros".

Cuando Jesús vivió en la tierra, ¿estaba Él en mejor posición que la que estamos nosotros? No. Lo que Él realizó en la tierra, Él lo realizó en Su humanidad, no en Su divinidad. De lo contrario Él no podía haber sido el Representante y Sustituto del hombre. Como el Hijo del Hombre, Jesús mantuvo estrecha relación con el Padre a través de la oración. Él hizo lo que Dios le ordenó hacer y en lo que vio a Dios trabajando activamente para que se cumpliera en el mundo. Nosotros podemos hacer lo mismo.

Jesús dijo:

Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo también...De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace (Juan 5:17, 19-20).

Dios amó a Jesús porque Él fue perfectamente obediente y vivió para cumplir los propósitos de Dios. "Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida—para volverla a tomar" (Juan 10:17). Dios le reveló a Jesús lo que Él estaba haciendo en el mundo y cómo el ministerio de Jesús estaba relacionado con Su propósito general. Creo que Dios hará lo mismo con nosotros si vivimos y obramos en el Espíritu de Cristo.

Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que soy en el Padre, y en el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré (Juan 14:10-14).

Las oraciones de Jesús eran eficaces porque Él tenía una relación con Dios, conocía Sus propósitos y oró de acuerdo a la voluntad de Dios—de acuerdo a lo que Dios ya había hablado y prometido hacer. Debemos imitarlo a Él. Más que eso, debemos dejar que Su Espíritu y actitud gobiernen nuestras vidas. "La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús" (Filipenses 2:5, NVI). Debemos vivir en el nuevo pacto que Dios nos ha garantizado en Cristo, el cual nos restaura a la unidad del corazón y voluntad de Dios: "'Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días', dice Jehová: 'Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo'" (Jeremías 31:33).

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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