Te invitamos a visitarnos en:

http://www.laquepagina.es.tl/


Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

viernes, 12 de agosto de 2011

Devocional Día 42

Devocional Día 42
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


DIEZ PASOS EN LA PREPARACIÓN PARA ORAR

1. Apropiarse de la gracia de Dios

Primero, necesitamos una clara apropiación de la gracia de Dios en nuestras vidas. Levítico 16:3, dice: "Con esto entrará Aarón en el santuario: con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto". Desde el versículo cinco hasta el once se explica que Aarón iba a tomar dos machos cabríos. Uno era sacrificado como una ofrenda por los israelitas. El otro era la "victima expiatoria"—ese macho cabrío representa el que llevaría el pecado del pueblo al enviarlo al desierto con los pecados de los israelitas sobre su cabeza.

Dios quiere bendecirnos y contestar nuestras oraciones. Es por eso que Él nos dice que nos arrepintamos del pecado.

Dios instruyó a Aarón que ofreciera sacrificio de animales para hacer expiación por los pecados de Israel. Aarón no podía entrar en el santuario sin la ofrenda por el pecado y la ofrenda para el holocausto. Similarmente, Dios nos dice: "Si tú deseas entrar en Mi presencia, tu pecado debe ser tratado". Por consiguiente, el primer sujeto de la oración no es nuestra lista de peticiones. En vez de eso, necesitamos preguntarnos nosotros mismos: "¿Estoy en posición de acercarme en santidad a Dios? ¿He examinado mi propia vida? ¿He explorado la posibilidad que haya pensado, dicho, o me haya envuelto en cosas que son contrarias a Su Palabra y Su ley de amor?"

Obviamente, estos no serán siempre pecados evidentes. Algunas veces serán más sutiles. No siempre consideramos la manera en la cual estamos viviendo nuestras vidas ante Dios. Por ejemplo, la Biblia dice: "No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre" (Hebreos 10:25). Esa es una orden. Supongamos que usted dice: "No me siento con ganas de ir a la iglesia hoy", y se queda en casa sin una buena razón para hacerlo. Cuando usted va a Dios en oración, en el fondo, lo que Dios dice es: "Tengo problemas con éste. Por un lado, estás tratando que Yo coopere contigo, pero por otro lado, Me has desobedecido. Si Yo contesto tu oración, estoy perdonando la desobediencia". Esto es asunto de la integridad de Dios.

Consideremos otro ejemplo. Pienso que será difícil para Dios contestar nuestras oraciones por bendiciones financieras cuando no estamos diezmando. Por un lado, estamos robándole a Dios lo que es de Él por derecho (Véase Malaquías 3:8-10), y por el otro lado, estamos diciendo: "Señor, paga mi hipoteca". Cuando no recibimos el dinero, decimos— injustamente—como lo hicieron los israelitas: "Dónde está el Dios de justicia" (Malaquías 2:17). En efecto, por esta causa es que Dios nos dice: "Ahora ustedes están tratando de ponerme en un dilema. ¿Cómo puedo Yo bendecirles en esto cuando ustedes Me han desobedecido? Están tratando que Yo los trate como si ustedes fueran santos, cuando en realidad no lo son".

Dios quiere bendecirnos y contestar nuestras oraciones. Por eso es que Él nos dice que nos despojemos del pecado. Necesitamos entender y aceptar el sacrificio de Cristo por nuestros pecados y arrepentimos de las maldades. Necesitamos limpiar el secreto más íntimo de pecado y desobediencia dentro de nosotros para que podamos ser eficaces en la oración. Se nos perdonan nuestros pecados cuando vamos a Cristo. Él nos cubre con Su sangre y somos limpiados. En 1ra Juan 1:9 las Escrituras dicen: "Si confesamos nuestros pecados, él fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad". Esta verdad fue escrita para creyentes que tenían una relación con Cristo. Necesitamos ser limpiados continuamente para que podamos vivir ante Dios en santidad—la santidad por la que Cristo murió para proveer para nosotros.

Esencialmente Dios nos está diciendo: "Si ustedes quieren que Yo haga trato con ustedes, ustedes deben despojarse de pecado, desobediencia y negligencia". "Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestro pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír" (Isaías 59:2). El caso no es andar con sentimiento de culpabilidad por estos pecados, sino más bien, pedir perdón y ser limpiado. Dios es misericordioso con nosotros. Podemos aún pedirle a Él que perdone nuestros pecados aunque no nos demos cuenta de que los hemos cometido. El rey David oró: "¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos" (Salmos 19:12). En la Palabra de Dios también tenemos promesas:

Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones (Salmos 103:11-12).

¿Cómo recibimos el perdón? Nosotros no traemos animales para sacrificio como necesitaban hacerlo los israelitas, pero necesitamos que nuestros pecados sean expiados por medio de sangre. No obstante, los principios del Antiguo Testamento, tienen efecto en el Nuevo. Pues el Nuevo Testamento revela su más profunda aplicación e importancia. Por ejemplo: "La ley [del Antiguo Testamento] requiere que casi todo sea purificado, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión" (Hebreos 9:22). La diferencia está en que el sacrificio se cumplió una vez por todas y para siempre en Cristo, el Cordero de Dios. "...Porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo" (Hebreos 7:27).

1ra Juan 1:7 dice:

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Este versículo está hablando de relaciones. Cuando usted es limpiado con la sangre de Jesús, todo está correcto porque no hay nada interfiriendo entre usted y Dios. Él sabe que usted está limpio. Cuando sus pecados son perdonados y usted está bien con Dios, puede tener un compañerismo sincero con Él y con otros creyentes—y eso le trae poder de convenir en la oración.

Dios es serio en cuanto a la santidad y la obediencia. No podemos vivir en pecado e incredulidad si queremos que nuestras oraciones sean contestadas. Si usted está luchando con un pecado en particular, entregúeselo a Dios, pídale a Él que lo purifique de ese pecado (1ra Juan 1:9) y busque el consejo de creyentes maduros para que no se corte su relación con Dios.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gracias por tu comentario

Create your own visitor map