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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

miércoles, 10 de agosto de 2011

Devocional Día 40

Devocional Día 40
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


UN REINO DE SACERDOTES

Estas verdades concernientes a la naturaleza de nuestra relación con Dios nos dan un contexto para los principios que miraremos en Levítico 16. Necesitamos ver que los requisitos que Dios dio en el Antiguo Testamento son absolutamente válidos para nosotros los que vivimos bajo el nuevo pacto. La diferencia es que ahora ellos pueden ser cumplidos en Cristo.

Al libro de Levítico se le nombró así por los levitas, una tribu de Israel. Aarón, un levita y hermano de Moisés, fue el sumo sacerdote de Israel. Los descendientes de Aarón llegaron a ser el linaje sacerdotal. Cuando usted lee el libro de Levítico, usted está leyendo los mandamientos que Dios les dio a los sacerdotes.

Los sacerdotes levitas eran intercesores o mediadores entre Dios y el pueblo de Israel. Ellos eran un grupo selecto que tenía este llamado dentro de la nación. Sin embargo, la Biblia enseña que Dios le ha dado a la palabra sacerdote un significado más amplio que tiene implicaciones significativas para la oración.

En Éxodo 19, poco después de que Dios libró a los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto y antes de que instituyera el sacerdocio levítico, Él le dijo a Moisés: "Ve y dile al pueblo: 'Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa'" (v. 6, el énfasis fue añadido). ¿Quiénes iban a ser sacerdotes? Toda la nación, tanto hombres como mujeres—niños, adolescentes, adultos jóvenes, adultos de mediana edad y ancianos—iban a ser todos sacerdotes.

Dios quiere ganar al mundo por medio del sacerdocio de los creyentes.

En la perspectiva de Dios, el sacerdocio no iba a ser exclusivamente para un grupo especial, sino para todos aquellos que pertenecen a Él. Esto era verdad, comenzando desde la creación del hombre. Los propósitos de Dios son eternos y Su plan original para la humanidad, el cual empezó con Adán, fue heredado a las generaciones posteriores. Dios confirmó Su plan con Abraham, Isaac y Jacob, siendo los descendientes de Jacob los que llegaron a ser la nación de Israel.

Israel heredó la promesa de Dios a Abraham: "Habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra" (Génesis 18:18). Esta promesa corresponde al plan original de Dios para que el género humano ejerciera dominio y autoridad sobre la tierra. Además, cuando Dios llamó a los hijos de Israel "un reino de sacerdotes, y gente santa", Él estaba reflejando Sus propósitos para la humanidad desde Adán hasta Abraham, desde Jacob hasta los hijos de Israel y mas allá. El plan de Dios es que el hombre sea Su representante en la tierra. El primer hombre fue creado como un sacerdote—uno que sirviera como intermediario de Dios en la tierra. Todos los descendientes de Adán estaban destinados a ser sacerdotes. ¿Por qué, entonces, Dios instituyó el sacerdocio levítico?

Sabemos que Dios quería que Adán esparciera Su voluntad y Su naturaleza por toda la tierra, que administrara Su reino, llenando todo el mundo como una sencilla "nación" de gente llena del Espíritu. Adán falló y la tierra vino a ser poblada por muchas naciones que no conocieron a Dios. Fue entonces que Dios escogió a una de esas naciones—Israel—sacándola de entre todas para que sirvieran como sacerdotes para las otras naciones. Además, todo el pueblo de esta nación iba a ser sacerdote. Pero Israel también falló en cumplir el llamamiento de Dios. Por eso Dios escogió un pequeño grupo de la nación, la tribu llamada levitas para que sirvieran como sacerdotes. Dios instruyó a los levitas para que mediaran por la nación de Israel. Esto habilitaría a Israel para cumplir su llamado de ir a las otras naciones del mundo como representantes de Dios, para que, de esta manera, todas las naciones regresaran a Él. Ese era el propósito del sacerdocio levítico: restaurar el propósito de Dios para Israel.

No obstante, este sacerdocio también falló en seguir a Dios y se corrompió. Luego Dios envió a los profetas para le dijeran a los sacerdotes que regresaran a Él, pero Israel mató a los profetas o los ignoró. Por consiguiente, Dios tuvo que venir personalmente. Dios levantó un Sacerdote, no solamente del linaje de Abraham, sino de su propia casa. Uno que sería fiel, Jesús, la segunda Persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, nuestro Sumo Sacerdote:

Y nadie toma para siesta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón. Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo "Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy". Como también dice en otro lugar: "Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec" (Hebreos 5:4-6).

Este Sacerdote no falló. Sirvió a Dios perfectamente. Él supo cómo entrar en la presencia de Dios y cómo representar al hombre ante Dios y a Dios ante el hombre. Al hacerlo así, Él creó una nueva nación de personas que serían sacerdotes de Dios para el mundo. Esta nación se llama la Iglesia. ¿Qué le dijo Dios a la Iglesia? Lo mismo que le dijo a Israel. El apóstol Pedro escribió:

Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo...Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable (1ra Pedro 2:5, 9).

Dios creó una nueva nación de intercesores llenos del Espíritu.

Cuando Dios le dijo a Abraham que Él crearía una nación grande del linaje de Abraham y que por medio de él todas las naciones del mundo serían bendecidas, ¿cuál era Su intención? Era redimir al mundo entero. Para mantener Su Palabra, Dios creó una nueva nación del descendiente de Abraham, Jesús de Nazaret, y de su descendencia espiritual que creyera en Jesús—"aquellos que son de la fe de Abraham" (Romanos 4:16, el énfasis fue añadido).

Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe....Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia;—no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros. Como está escrito: "Te he puesto por padre de muchas gentes" delante de Dios, a quien creyó..." (vv. 13, 16-17).

Esta nueva nación está formada tanto de israelitas (judíos) como de gentiles (no judíos) quienes han puesto su fe en Cristo. También separa otras barreras entre los pueblos. Es una sola nación de personas llenas del Espíritu, lo cual fuera el propósito original de Dios. "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28). Cuando Dios escogió a los sacerdotes levitas, ese un pequeño grupo que formó con hombres solamente. Sin embargo, cuando en Éxodo 19 declaró que toda la nación de Israel iba a ser "un reino de sacerdotes, y gente santa" (v. 6), el sacerdocio incluyó a mujeres y hombres. Cuando el pueblo pecó, una de las consecuencias fue que ellos aislaron el sacerdocio para que sólo incluyera hombres. Ese no es el caso con los herederos espirituales de Abraham. El profeta Joel, dijo:

Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días (Joel 2:28-29).

Esto quiere decir que cuando el Señor mismo vino a la tierra como Dios, el Hijo, Su intención era crear una nueva nación en la cual todos recibieran el Espíritu Santo, por medio de esto ellos serían intermediarios de Dios para el mundo. En los días de Joel la idea de mujeres sacerdotisas era chocante. Nunca nadie había escuchado de una mujer recibiendo la unción de sacerdote. Sin embargo, Joel dice: "Viene el tiempo cuando los hijos y las hijas profetizarán, igualmente en jóvenes y viejos el Espíritu Santo se derramará sobre ellos". Las personas ya no serían más puestas en categorías. Si una persona se arrepintió y creyó en Cristo, Dios llenará a esa persona con Su Espíritu y hará de esa persona Su sacerdote.

Por consiguiente, como creyentes, usted y yo somos sacerdotes ante Dios. La Biblia le llama al sacerdocio una ordenanza eterna. (Véase Números 18:18, NVI). Esta es una ordenanza eterna.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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