Devocional Día 45
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración
DIEZ PASOS EN LA PREPARACIÓN PARA ORAR
4. Purificarse con la Palabra
"Son las santas vestiduras; con ellas se ha de vestir después de lavar su cuerpo con agua" (Levítico 16:4). Debemos estar limpios antes de entrar en la presencia de Dios. En Juan 15:3, Cristo le dijo a sus discípulos: "Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado". También Él oró al Padre: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad" (Juan 17:17).
Dice Efesios 5:25-26: "...Así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra".
Dios no quiere pensar de nosotros que cantando himnos en el servicio de adoración sea suficiente para entrar en Su presencia. Cristo dijo que estábamos limpios por las palabras que Él había hablado. ¿Qué es lo que nos limpia? La Palabra de Dios. Por eso es que necesitamos meditar continuamente en las Escrituras.
La limpieza de la Palabra cambiará su mente y corazón, y, transformará su vida.
En el Antiguo Testamento, Aarón tenía que limpiarse con agua corriente. Tenía que lavar todo su cuerpo y vestirse de lino, para que cuando fuera al lugar santísimo del tabernáculo estuviera limpio. Con el cumplimiento de la ley en el Nuevo Testamento, ya no tenemos que lavarnos con agua corriente. La Palabra de Dios es nuestra agua para la limpieza espiritual. David enfatizó esta verdad:
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti (Salmos 119:9-11).
Usted necesita asegurarse de estar en la Palabra cuando viene ante Dios—que usted ha leído la Palabra, que la Palabra está en usted y que usted está obedeciendo la Palabra. De lo contrario, usted entrará en la presencia de Dios con sus propias ideas y actitudes. No obstante, la Palabra le lavará completamente, lo que le traerá un cambio de corazón y mente, aún sin comprenderlo. Además, las cosas que usted podía pensar eran sin importancia, pero para Dios eran importantes, éstas serán transformadas dentro de usted. Por ejemplo, es muy fácil para nosotros olvidar el mandato: "No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despajado del viejo hombre con sus hechos" (Colosenses 3:9). Decimos pequeñas mentiras. Les decimos a las personas que nos encontraremos con ellos en cierto lugar. Cuando llegamos tarde, estamos en aprietos, así que decimos una mentira, justificando el por qué llegamos tarde. En una variedad de maneras nos cubrimos nosotros mismos, tratando de proteger nuestra reputación. La Palabra purificará nuestras actitudes y acciones.
Usted llega a ser lo que escucha. Usted llega a ser lo que piensa. Usted llega a ser lo que está en su mente. Si su mente está llena de la Palabra de Dios, entonces usted empezará a ser lo que ella dice. Ella le lavará.
Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.
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