Devocional Día 39
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración
SANTIDAD E INTEGRIDAD
Cuando no tenemos un santo temor de Dios o respeto por Sus mandamientos, somos incapaces de entrar verdaderamente en Su presencia. Es por eso que, cuando hablamos de buscar a Dios, debemos hablar de santidad. La santidad es crucial para la oración porque "sin santidad nadie verá al Señor" (Hebreos 12:14). Jesús enfatizó esta verdad cuando Él dijo: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8). No creo que estos versículos se refieran a ver a Dios en el cielo, sino a la vida cotidiana en la tierra. Se refieren a ver a Dios ahora, en el sentido de tener una íntima relación de amor con Él y de entrar en Su presencia para conocer Su mente y corazón.
La santidad es crucial para la oración porque "sin santidad nadie verá al Señora
Fue durante Su primera enseñanza pública que Jesús dijo que el de corazón puro verá a Dios, esto se encuentra en Mateo 5. Él enseñó al pueblo lo que ahora nos referimos como a "Las bienaventuranzas", y que a mí me gusta llamarlas "actitudes futuras"—las actitudes que definen quiénes se supone que seamos en Cristo. Jesús comenzó diciendo: "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque ellos heredarán el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" (Véase vv. 3, 4). Aquí llorar significa humillarse en ayuno. Por eso es que Jesús dijo: "Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación" (v. 4). Dios le satisfará si usted lo busca a Él con todo su corazón. Fue en este contexto que Jesús dijo: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (v. 8).
Cuando Jesús hizo esta declaración, Él no se estaba refiriendo a nuestra muerte y de ver a Dios en el cielo. Él estaba enseñándonos las actitudes con las que debemos vivir cada día—en esta tierra. Él nos estaba diciendo cómo permanecer en unidad con Dios.
¿Qué significa ser de limpio corazón? Limpio significa santo. En efecto, por eso Jesús estaba diciendo: "Bienaventurados son los de corazón santo, porque ellos verán a Dios". La palabra santo significa "santificar", o "apartar", o "depurar". "Bienaventurados son los depurados de corazón, porque ellos verán a Dios". Cuando usted es puro de corazón, su mente está puesta en Dios y en Sus caminos.
"Porque yo soy Jehová vuestro Dios, vosotros por tanto os santificaréis (pónganse aparte ustedes mismos) y seréis santos, porque yo soy santo" (Levítico 11:44). ".. Yo soy Jehová que os santifico" (Levítico 20:8). Quizás no hay palabra que describa mejor a Dios que la santidad. En estos versículos Dios está diciendo: "Apártense de la misma manera que Yo lo hago. Sean santos como Yo soy santo". Consagrarse quiere decir tomar una posición o situarse usted mismo de tal manera que pueda decir: "Voy a hacer un alto hasta que obtenga lo que persigo". Levítico 20:26, dice: "Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he apartado de los pueblos para que seáis míos". La santidad siempre tiene que ver con la separación. Ésta tiene que ver con que usted se sujete a Dios y no se deje influenciar por las personas que no se sujetan a Él y que tampoco creen en Su Palabra.
¿Qué significa "ver" a Dios en relación a la oración? Las Escrituras dicen: "...quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el Señor les dará" (Éxodo 14:13; 2da Crónicas 20:17, NVI). En esencia, lo que Dios dice es: "Si ustedes son santos, entonces Yo mismo Me manifestaré ante ustedes. Ustedes Me verán; verán Mi salvación en sus vidas". Si su mente está puesta en relación con su oración—es decir, si usted está convencido de que Él hará lo que Él le ha prometido, si usted es puro en lo que ha creído y en lo que hace—entonces lo verá a Él manifestado. En este sentido, la santidad es la clave tanto para ser persistente en la oración como para recibir respuesta a la oración. Santidad es estar convencido de que lo que Dios dice y lo que Dios hace es lo mismo.
Usted podrá orar todo lo que quiera, pero debe ser santo para ver la respuesta. Las Escrituras dicen:
Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos (Santiago 1:5-8).
Este versículo está diciendo que pedir no es suficiente. Usted puede pasar una hora en oración y aún no recibir nada. Una persona que es de "doble ánimo...inconstante en todos sus caminos" demuestra impiedad por qué hay una inconsistencia entre lo que dice y lo que realmente cree y hace. En efecto, Dios nos está diciendo: "Si ustedes Me piden algo y luego dudan de que lo haré, ni piensen que lo van a recibir". Si dudamos Dios no puede darlo, porque Él es santo y permanecer verdadero en lo que Él ha dicho en Su Palabra.
La santidad no es una presencia mística, nebulosa, misteriosa, humosa. Es muy práctica y real. Santidad significa "uno"—no el número uno, sino uno en el sentido de "íntegro". La santidad denota el concepto de ser integrado. Integrado viene de la misma raíz que integridad. Dios tiene integridad porque lo que Él dice, lo que Él hace y lo que Él es son lo mismo. Es exactamente eso lo que significa santidad. Dios hace siempre lo que Él dice que va a hacer porque Él es uno en Sí mismo. ¿Por qué es esto importante para la oración? Lo profano no puede permanecer en Su presencia. En el Antiguo Testamento, si alguien entraba a la presencia de Dios sin estar santificado, moría. De hecho, Dios advirtió a los sacerdotes: "No entren en Mi presencia a menos que estén santificados, porque Yo soy santo. Si vienen sin estar santificados, los destruiré". Aquellos que murieron de esa manera, no murieron porque a Dios le plazca matar a las personas. Murieron porque lo profano y la santidad no pueden convivir juntos. Dios dice: "Los limpios de corazón Me verán" (Véase Matero 5:8). Aquellos que están impuros no pueden ver a Dios.
Cuando vamos a Dios en oración, debemos tener la misma integridad entre lo que decimos y lo que Él hace, porque la santidad es decir la verdad y luego vivir la verdad. Dios dice: "Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón" (Jeremías 29:13). No podemos sólo decir que estamos buscando a Dios. Si queremos encontrarle a Él, debemos realmente buscarlo a El. En otras palabras, debemos ser claros en nuestros deseos de encontrarle a Él. Debemos decir como Jacob: "Dios, no te dejaré ir hasta que te vea" (Véase Génesis 32:24-30).
Si usted es santo, lo que usted dice, cree y hace también será santo.
¿Es de esa manera como usted se acerca a Dios? Si usted busca a Dios con todo su corazón, mente y conciencia; si usted le busca con todo lo que hay en usted, Él promete que usted le encontrará. Si usted no le busca a Él con todo su corazón, mente, pasión y atención, luego si Dios se presenta, significa que Él no está siendo fiel a Su Palabra—porque Él ha dicho que Él solamente vendrá si usted Le busca con todo su corazón.
Si Dios no fuera fiel a Su Palabra, entonces Él estaría actuando de manera impía. Si no contáramos contar con que Dios haga lo que Él dice que hará, no podríamos confiar nunca más en Él. Él tiene que ser fiel a Su Palabra, aun si esto significara no contestar las oraciones que hacemos sin entusiasmo y sin creer. Note que fue sino hasta que los seguidores de Jesús estaban todos en mismo acuerdo— cuando estaban con un mismo pensamiento—que les fue dado el Espíritu Santo (Véase Hechos 2:1).
Debido a que sabemos que Dios es santo es que podemos creer que Él cumplirá lo que ha prometido. Podemos creer que recibiremos de Él lo que hayamos pedido de acuerdo a Su Palabra. No obstante, Santiago dijo que si dudamos, somos de doble ánimo. Eso quiere decir que no tenemos integridad—no somos santos. Siendo que Dios es santo, nosotros también debemos ser santos si queremos recibir respuestas a nuestras oraciones.
Esto es un punto tan importante que quiero enfatizarlo una vez más: Indecisión es lo opuesto a santidad e integridad. Si usted está integrado, entonces, lo que usted dice, lo que usted cree, lo que usted hace y como usted responde, son la misma cosa. Si usted le dice a Dios que cree en Él pero actúa de manera opuesta cuando está en su trabajo, cuidando de los hijos o con sus amigos, entonces usted no está integrado, limpio, santo. Usted es indeciso. "No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor" (Santiago 1:7).
Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.
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