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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

lunes, 8 de agosto de 2011

Devocional Día 38

Devocional Día 38
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


REVERENCIA A DIOS

El término "entrar en la presencia de Dios" se usa con frecuencia en la iglesia de hoy para referirse a la adoración y a la oración. Sin embargo, en nuestro cristianismo casual del Siglo XXI, la mayoría de nosotros no entendemos lo que realmente significa este concepto. Aun cuando intentemos hacerlo sinceramente, todavía no lo logramos. ¿Por qué? Francamente, es porque a menudo no tenemos una genuina reverencia a Dios. He aquí sólo un pequeño ejemplo. En mis años de crecimiento, si una persona llevaba puesto un sombrero cuando entraba a la iglesia, se quitaba su sombrero por respeto al lugar donde Dios era adorado. Por supuesto que hoy decimos: "Bien, eso es innecesario. Es la actitud lo que cuenta". Sin embargo, pienso que hemos perdido la actitud y también la costumbre. Necesitamos ser espiritualmente sensibles al hecho de que Dios es santo, poderoso y digno de ser reverenciado.

La gracia que recibimos en Cristo nos capacita para cumplir la ley de Dios.

Una de las ideas teológicas favoritas en muchas iglesias de hoy es que la gracia invalida la ley. Pero debido a que malinterpretamos la naturaleza de la gracia, somos negligentes a la obediencia que le debemos a Dios. Cometemos pecado y entonces apresuradamente pedimos perdón en nuestro camino a la iglesia o reunión de oración. Al momento de llegar a la puerta pensamos que estamos listos para unirnos en oración a los otros creyentes. Tratamos la preciosa sangre de Jesús, siendo que Él dio Su vida para librarnos, como si cubriera temporalmente nuestras inmundicias; para así pecar una y otra vez. Penosamente, realmente no amamos a Jesús. Hacemos uso de Él. Después nos preguntamos por qué Dios no contesta nuestras oraciones. La verdad es que la gracia traspasa la ley en el sentido de que solamente la gracia que recibimos en Cristo nos capacita para cumplir la ley de Dios. Jesús nos dijo que el más grande mandamiento de todos es: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22:37). En esencia, Dios le está diciendo a la Iglesia: "No Me obedezcan por causa de las cosas que ustedes quieren de Mí. Obedezcan porque Me aman. 'Si me amáis, guardad mis mandamientos' (Juan 14:15). Si ustedes Me aman, no necesitarán castigo y disciplina por hacer las cosas que les pido".

Dios no quiere que nosotros lo usemos a Él como un seguro de protección contra el infierno. Él quiere una relación, no una religión. Él quiere ser un Padre para nosotros. Él quiere comunión con nosotros. Comunión significa intimidad con nuestro Padre celestial por medio de lo cual expresamos nuestro amor por Él, descubrimos Su voluntad, y, entonces la hacemos. Es entrar en la mente y el corazón de Dios mismo, para llegar a ser uno con Él y Sus propósitos. En este sentido, acercarse más a Dios no es asunto sencillo como generalmente se piensa.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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