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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

viernes, 26 de agosto de 2011

Devocional Día 54

Devocional Día 54
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


¿QUÉ ES LA FE?

Primero, ¿Cómo definimos la fe en términos generales? La palabra "fe" en el Nuevo Testamento viene de la palabra griega pistis, que simplemente significa "creencia" o "confianza". Tener fe significa creer y tener confianza en las palabras que usted oye. Es creer en algo que no se ha visto como si eso ya sea una realidad—y entonces hablar y esperar hasta que eso se manifieste. Todos viven por esta definición de fe, y, las personas generalmente reciben lo que exactamente ellos tienen por fe. ¿Por qué? Hombres y mujeres fueron creados a la imagen de Dios para operar de la misma manera que Él lo hace—por medio de las palabras de fe. "Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió" (Salmos 33:9).

Fuimos creados para operar de la manera que Dios lo hace—por medio de las palabras de fe.

Dios creó creyendo en la realidad de lo que Él crearía antes que Él viera su manifestación. "Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía" (Hebreos 11:3). Dios no sólo habló palabras para crear las cosas, sino que Él aún usó palabras para mantener el universo en movimiento. Hebreos 1:3, dice: "El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder". Dios sustenta todas las cosas por medio del poder de Su Palabra. Él habló, y el universo surgió. Él se mantiene hablando y el universo se mantiene en marcha. El principio es este: Cuando en oración pide por alguna cosa, usted debe comenzar a hablar de eso como si ya existe. Además, usted tiene que mantenerse hablando para ver su manifestación. Entonces, cuando le llega, no basta con recibirla de Dios. Usted debe ser capaz de cuidar eso con lo que Dios le ha bendecido. ¿Cómo va usted a cuidar lo que recibió? Hablando.

Cuando el diablo trate de robárselo, usted debe decir: "No. La fe me lo trajo. Por fe es mío. Esto me pertenece".

Es por esto que cuando usted pierde algo debido a las langostas (Véase Joel 2:25,26), usted puede recibirlo nuevamente. Cuando recibe algo de Dios, de acuerdo a Su promesa, usted obtiene el título de propiedad de ello. Si Satanás le roba lo que usted ha recibido de Dios, ¿quién tiene el título de propiedad? Usted. Eso significa que usted todavía es el dueño de la propiedad aunque él se haya posesionado de ella.

Piense en algo que usted sabe recibió de Dios pero que se le ha perdido. Usted puede apropiarse de la promesa que dice que todo lo que la langosta se comiere, Dios lo restaurará. Entonces, usted puede utilizar su fe para comenzar a esperarlo. Cada vez que usted hable de ello, estará más cerca de conseguirlo. Y cuando llegue de regreso, vendrá multiplicado, de una forma u otra. El diablo pierde si roba lo que Dios nos ha dado porque Dios nos lo multiplicará. Si usted espera lo que Dios ha prometido, lo recibirá. Si no lo espera, no le llegará.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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