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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Devocional Día 112

Devocional Día 112
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


El poder de la Palabra

Dios quiere usar Su poder en el mundo. Sin embargo, para que Él lo haga, nosotros debemos entender cómo apropiarnos de Su Palabra.

En los capítulos anteriores, hemos estudiado cómo acercarnos a Dios en oración, también vimos obstáculos e impedimentos que evitan que nuestras oraciones sean contestadas. Una vez que entendemos nuestra función como mediadores de Dios para el mundo y hemos tratado con las áreas de nuestra vida que bloquean nuestras oraciones, tenemos que asegurarnos de que entendemos el poder detrás de la oración: La Palabra de Dios, el nombre de Jesús, y, el Espíritu Santo. Exploraremos estos temas en los próximos capítulos.

En este capítulo, estudiaremos acerca del poder de la Palabra. Para entender completamente este poder, primero tenemos que recordar qué es la oración:

La oración es licencia terrenal para la interferencia celestial.

El núcleo de la oración es pedirle a Dios que intervenga en el mundo para cumplir Sus propósitos eternales para la humanidad. Entretejido a lo largo de este libro encontramos el principio de que debemos orar a Dios en base a Su Palabra— la revelación de quién Él es, cuál es Su voluntad y lo que Él ha prometido. Recuerde que cuando Dios le dio al hombre dominio sobre la tierra, Él le dio la libertad de legalmente funcionar como su autoridad. Él colocó Su voluntad para la tierra en la cooperación de la voluntad del hombre. Sin embargo, aunque al hombre se le ha dado libre albedrío y autoridad sobre la tierra, esto no quiere decir que él debe hacer lo que quiera con su vida y con los recursos del mundo. Ni el hombre ni el mundo funcionarán apropiadamente o alcanzarán todo su potencial fuera de la voluntad de Dios—porque ellos fueron diseñados para funcionar en alineación con los propósitos de Dios. Así como el creador de un producto sabe cómo él diseñó ese producto para que funcionara, Dios sabe cómo nosotros debíamos funcionar y ha provisto ese conocimiento en Su Palabra.


El propósito de Dios debe ser tanto la motivación como el contenido de nuestras oraciones.

Por consiguiente, cómo ya hemos visto, la clave para la oración eficaz yace en el entendimiento del propósito de Dios para su vida—como seres humanos en general y como individuos en particular. De esta forma, la voluntad de Dios llega a ser la autoridad de sus oraciones. La verdadera oración manifiesta lo que Dios ya ha propuesto y predestinado—el establecimiento de Sus planes para la tierra. Esto significa que lo que sea que nosotros le pidamos a Dios que haga en nuestras vidas, en la vida de los demás o en el mundo debe estar basado en Su voluntad. El propósito de Dios debe ser tanto la motivación como el contenido de nuestras oraciones. En otras palabras—

El propósito de Dios es la "materia prima" de la oración.

Es por medio de la Palabra de Dios que podemos, por medio de la fe, conocer, creer y estar de acuerdo con la voluntad de Dios. Sin la Palabra de Dios, nuestras oraciones no tienen fundamento. Éstas estarían basadas meramente en nuestras opiniones, deseos y sentimientos y no en "la palabra de Dios que vive y permanece para siempre" (1ra Pedro 1:23). Tales oraciones son insuficientes para efectuar un cambio.

No obstante, todo el poder de Dios está a la disposición de la persona que verdaderamente ora. Dios quiere usar Su poder en el mundo; Dios quiere usar Su poder en el mundo. Sin embargo, para que Él lo haga, nosotros debemos entender cómo apropiarnos de Su Palabra.

La oración en realidad es muy simple. Es enunciar la Palabra de Dios exactamente como Él nos la dio. No hay diferencia entre lo que se le dio a las personas de la Biblia como base para sus oraciones eficaces y lo que a usted y a mí se nos ha dado para trabajar. Ellos confiaban en lo que Dios le ha dado a toda la humanidad—Su Palabra.

Nuestro poder en la oración es la Palabra de Dios. Él ya nos ha dado esto. Nuestro trabajo es aprender cómo administrarlo apropiada y responsablemente (2da Timoteo 2:15). Puesto que nosotros recibimos la misma materia prima de la oración que otros creyentes han recibido, nuestra eficacia o ineficacia en la oración a menudo tiene que ver con la manera en que manejamos Su Palabra. Lo que hace la diferencia entre la oración contestada y la no contestada es nuestra manera de usar lo que Dios nos ha dado. Podremos usar correctamente la Palabra de Dios sólo cuando entendamos lo que es y cómo aplicarla.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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