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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

sábado, 19 de noviembre de 2011

Devocional Día 121

Devocional Día 121
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


El poder del nombre de Jesús


NUESTROS DERECHOS EN EL PACTO

Dios no nos debe nada. No podemos reclamarle nada fuera de la obra de gracia de Cristo en nuestro favor. Cristo nos redimió de nuestros pecados o transgresiones (Efesios 1:7). Cuando usted comete una transgresión, usted hace algo ilegal. De manera similar, alguien que no conoce a Dios o no tiene la apropiada relación con Dios por medio de Cristo no puede legalmente tratar sus negocios con Dios. Con todo, por medio de Jesús podemos ser perdonados de nuestras transgresiones. Él canceló nuestro pecado por medio de Su sacrificio en la cruz y nos libró del poder del pecado, por eso ahora tenemos acceso legal a Dios por medio de Su nombre. Nadie puede reclamar el poder del nombre de Jesús sin tener derecho oficial como hijo de Dios. "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). Y recuerde que, debido a que Jesús ganó nuevamente el dominio del hombre sobre la tierra, ahora nosotros también podemos gobernar legalmente sobre la tierra por medio de Su autoridad.

La autoridad que tenemos, en el nombre de Jesús, es una autoridad en el pacto.

La autoridad que nos fue conferida en Su nombre por medio de la oración es una autoridad en el pacto; la cual está basada en nuestra relación de pacto con Dios por medio de Cristo. "Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas" (Hebreos 8:6). Podemos orar a Dios directamente por medio del nombre de Jesús porque Él nos ha dado autoridad para hacerlo basado en el nuevo pacto. En el Nuevo Testamento encontramos que siete veces Jesús hizo la siguiente declaración, dándonos derecho legal para usar Su nombre delante de Dios.

En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. Estas cosas os he hablado en alegorías; la hora viene cuando ya no os hablaré por alegorías, sino que claramente os anunciaré acerca del Padre. En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios (Juan 16:23-27).

Por consiguiente, la fuerza de las oraciones elevadas en el nombre de Jesús es una autoridad en el pacto. Oramos al Padre basados en nuestra relación con Cristo, quien es Señor del nuevo pacto. Filipenses 2:10 dice, "para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra". Debido a que Cristo restauró nuestra relación y nuestros derechos tanto con Dios como con la tierra, Su nombre es nuestra autoridad legal—ya sea que estemos tratando con "los cielos" (con Dios), "la tierra" (con los hombres) o "debajo de la tierra" (con Satanás).

En esencia, el nombre de Jesús es nuestra autoridad legal para llevar a cabo negocios espirituales con Dios. "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo" (1ra Timoteo 2:5-6).

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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