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viernes, 18 de noviembre de 2011

Devocional Día 120

Devocional Día 120
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


El poder del nombre de Jesús

Debemos poder usar legalmente la autoridad detrás del poder del nombre Jesús para así obtener resultados en la oración.

Uno de los elementos más importantes de la eficacia de la oración es usar el nombre de Jesús. Además de orar conforme a la Palabra, orar en el nombre de Jesús le da a nuestras oraciones un tremendo poder

¿ES UNA FÓRMULA MÁGICA?

Las oraciones de muchos creyentes no son contestadas porque ellos malinterpretan lo que significa orar en el nombre de Jesús. Tenemos la tendencia a pensar que podemos elevar cualquier tipo de oración y decir, "en el nombre de Jesús, Amén", creyendo que sólo la frase es lo que hace que nuestras oraciones tengan efectividad con Dios. No funciona de esa manera.

No deberíamos intentar de dignificar o santificar nuestras oraciones adhiriendo el nombre de Jesús al final. Como aprendimos en los capítulos anteriores, el nombre de Jesús no es una fórmula mágica o una contraseña que garantiza la aceptación automática de nuestras oraciones. Cuando la Biblia dice que debemos orar en el nombre de Jesús, ésta no se refiere a la palabra J-e-s-ú-s como tal, porque esa es simplemente una palabra española para identificar al Hijo de Dios; otros idiomas traducen Su nombre usando diferentes palabras. De manera que, no es la palabra, sino lo que el nombre representa lo que hace la diferencia. Si su nombre fuera Bill Gates, eso no quiere decir que usted tiene billones de dólares. Si usted se llamara Sarah Hughes, eso no quiere decir que usted ganó una medalla de oro en patinaje sobre hielo. Las palabras en sí no significan nada a menos que haya substancia y realidad detrás de ellas. De igual forma, nuestra oración no es eficaz solamente porque usamos la palabra Jesús, sino por entender el significado de quién Él es realmente y de apropiarnos de Su poder por medio de la fe en Su nombre.

En el libro de Hechos, vemos una clara demostración de esta verdad en el relato de los hijos de Esceva.

Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús (Hechos 19:13-17).

Esta historia revela que alguien puede usar el nombre de Jesús las veces que quiera, pero no tendrá autoridad sobre el diablo si (1) él no tiene una relación apropiada con Cristo, y (2) si él no entiende cómo usar el nombre de Jesús. Debemos poder usar legalmente la autoridad detrás del poder del nombre Jesús para así obtener resultados en la oración.

Piense en esto: ¿Qué dice la ley acerca de alguien que usa el nombre de otra persona sin tener autoridad legal para hacerlo? La ley le llama a esto fraude. Suponga que usted fue al banco y dijo que quería retirar dinero de su cuenta. El cajero le pedirá su identificación. En otras palabras, él no necesariamente le tomará la palabra, sino que requerirá algo más profundo—una prueba de identidad. Si usted le dijera, "Oh, dejé mi identificación en casa", él le contestará, "entonces usted tendrá que dejar el dinero en el banco". O suponga que usted se robó un cheque que estaba a mi nombre, lo endosó falsificando mi firma e intentó cambiarlo. El cajero revisará su escritura con un ejemplar de mi firma registrada. Cuando él vea que son diferentes, él llamará a seguridad y dirá, "detengan a esta persona hasta que llegue la policía".

La mayoría de nosotros no pensaría en cometer fraude en un banco, pero todo el tiempo hacemos algo similar en la oración. Oramos mucho diciendo, "en el nombre de Jesús". El Padre dice, "Muéstrame tu identificación. ¿Tienes una buena relación con Mi Hijo? ¿Oras basado en la rectitud de Cristo o en tus propios méritos? ¿Entiendes quién es mi Hijo y crees en Su autoridad y poder?" Al igual que los hijos de Esceva se dieron cuenta, no hay resultados si oramos en el nombre de Jesús sin saber quién es Él y sin orar en fe de acuerdo a ese conocimiento.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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