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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

jueves, 10 de noviembre de 2011

Devocional Día 113

Devocional Día 113
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


El poder de la Palabra

DIOS MISMO HABLA EN LA PALABRA

Primero, debemos entender que Dios mismo habla en la Palabra, porque la Palabra es quien Él es: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan 1:1, el énfasis fue añadido). Por lo tanto, la presencia de Dios pasa a ser parte de nuestras oraciones cuando enunciamos Su Palabra en fe.

En 1ra de Reyes 19, leemos que Elías no encontró a Dios en el viento, en el terremoto o en el fuego, sino en "un silbo apacible y delicado" (v. 12). Aunque muchas personas quieren ver una manifestación del poder de Dios, ellos fallan en darse cuenta que la Palabra de Dios es el fundamento de ese poder—fallan en darse cuenta que ese poder es meramente un reflejo de la grandeza de Dios mismo. Fue su "silbo apacible y delicado" el que estaba detrás de las fuerzas de la naturaleza que Elias vio. El poder de la Palabra de Dios es tan grande que si nuestra fe fuera del tamaño de una semilla de mostaza, las montañas serían movidas (Véase Mateo 17:20).

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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