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Entrégale a Dios tu amor, y él te dará lo que más deseas. Pon tu vida en sus manos; confía plenamente en él, y él actuará en tu favor. Salmo 37:4 BLS

martes, 22 de noviembre de 2011

Devocional Día 123

Devocional Día 123
Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración


El poder del nombre de Jesús

EL NOMBRE DE JESÚS

Veamos ahora cómo el énfasis bíblico del significado de los nombres—especialmente en el nombre de Dios—se aplica a orar en el nombre de Jesús. Puesto que el nombre de una persona representa sus atributos y características colectivas, los nombres de la segunda persona de la Trinidad se refieren a todo lo que Él es, tanto Hijo de Dios como Hijo del Hombre— toda Su naturaleza, poder y gloria.

Al igual que el Padre, el Hijo tiene una variedad de nombres que describen quién Él es. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento algunos de Sus nombres son "Simiente" (Génesis 3:15), "Renuevo" (Zacarías 6:12) y "Emanuel ['Dios con nosotros']" (Isaías 7:14). En el Nuevo Testamento, el Hijo tiene muchas designaciones, pero la primera que leemos es el nombre de Jesús.

Ninguno de los padres terrenales de Jesús le dio ese nombre porque Su nombre ya había sido dado por Dios, Su Padre celestial. El ángel Gabriel le dijo a María, "y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS" (Lucas 1:31). De la misma manera un ángel del Señor le dijo a José, "y [María] dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mateo 1:21).

Jesucristo es la revelación de Dios en forma humana.

¿Por qué Dios le dio el nombre a Jesús? Primero, para demostrar que Jesús era Su Hijo. Segundo, porque el nombre de Jesús tenía que reflejar quién Él era. El nombre Jesús quiere decir, "Salvador". Él fue llamado Salvador porque vino a la tierra como humano para lograr precisamente eso—la salvación del mundo. "Él salvará a su pueblo de sus pecados". Por consiguiente, Jesús es el nombre de Cristo en Su humanidad—como el Hijo del Hombre. Sin embargo, YO SOY es el nombre de Cristo en Su divinidad—como el Hijo de Dios. "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy" (Juan 8:58). Jesucristo es la revelación de Dios en forma humana. Debido a que Él es completamente divino, como también completamente humano, a Él se le atribuyen una variedad de nombres, al igual que a Dios.

En cierta ocasión, Jesús dijo: "Yo soy el pan de vida" (Juan 6:35). Poco después, indicó que también Él era el agua de vida: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (Juan 7:37). Al igual que el Padre, los atributos de Jesús manifiestan Su gloria y corresponden a las necesidades de Su pueblo. Él se refirió a Sí mismo como al "camino, y la verdad, y la vida" (Juan 14:6) porque Él nos permite tener acceso al Padre y recibir vida espiritual. Él se llamó a Sí mismo, "la vid verdadera" (Juan 15:1) porque sólo permaneciendo en Él podremos dar frutos espirituales.

He aquí la clave: Si queremos que Dios supla nuestra necesidad cuando oramos "en el nombre de Jesús", debemos orar basados en el divino nombre que suple nuestra necesidad particular en ese momento. Es así como nuestras oraciones serán contestadas. No recibimos respuesta a nuestra oración simplemente por pronunciar el nombre de Jesús, sino clamando a Su naturaleza y a Sus atributos, los cuales pueden suplir toda necesidad.

Veamos un ejemplo específico de esto en la Biblia: ¿Qué le instó a Jesús a decir, "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25)? Fue debido a que Él fue confrontado con un hombre muerto llamado Lázaro. Su nombre trató con la necesidad del momento.

Lázaro se había enfermado y murió. Sus hermanas, Marta y María, conocían a Jesús como su honorable amigo. Ellas respetaban grandemente a Jesús y le llamaban "Señor". Ellas creyeron que Él fue enviado por Dios, pero no entendían a cabalidad quién Él era. Él se había hospedado en su hogar muchas veces y había compartido el alimento con ellas, pero ellas no se habían dado cuenta que tenían a "la resurrección" bajo su propio techo. Por consiguiente, cuando Jesús le dijo a Marta, "tu hermano resucitará" (v. 23), Él quería que ella obtuviera un mejor entendimiento de quién era Él.

¿Conoce usted a Jesús como su Salvador? Entonces existe la posibilidad de que eso sea lo único que Él sea para usted. ¿Lo conoce usted como su Sanador? Entonces eso es lo único que Él será para usted. Marta estaba limitada en su conocimiento acerca de Jesús; por eso ella le contestó, "algún día, en el futuro, cuando Dios resucite a los muertos, mi hermano resucitará" (Véase Juan 11:23-24). Jesús respondió, "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?" (vv. 25-26, el énfasis fue añadido). Él estaba instando a Marta para que le llamara a Él por el nombre que se necesitaba, "Resurrección". En esencia, Él le estaba diciendo, "Dime, quién necesitas que Yo sea. Llámame así". Pero, ¿qué dijo ella? "Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo" (v. 27). Su palabra de fe en Cristo ayudó a traer el poder resucitador a la situación familiar y Lázaro fue levantado de entre los muertos.

¿Alguna vez ha escuchado usted a alguien decir, "si necesitas algo, llámame"? Usted puede depender de Jesús de esa forma cuando usted vive de la manera en que se supone usted debe vivir. La Biblia dice que, "el justo por la fe vivirá" (Romanos 1:17). Tenga fe en Jesús y en los muchos atributos que Sus nombres representan.

Si usted cree en Jesús como su Salvador y Redentor de pecados, eso es maravilloso porque es ahí donde todos debemos comenzar. Sin embargo, Él quiere revelársele a Sí mismo de una manera más profunda. Por ejemplo, ¿lo conoce usted como el Salvador de los demás, como el suyo propio? Si usted quiere que sus amigos o alguien de su familia sean salvos, entonces ore en el nombre del Salvador. Es así como usted necesita orar pidiendo por la persona que necesita salvación: "Jesús, Salvador, salva a Judy". Ore por los demás usando el nombre que designa a Jesús como Aquel que puede salvarlos. Las Escrituras dicen, "Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo" (Hechos 2:21). Coloqúese en el lugar de los demás y clame el nombre del Señor a favor de ellos.

El nombre de Jesús es dado para usarlo en relación a sus necesidades.

El vivir por fe algunas veces conlleva decir lo que nos parece la cosa más extraña. Por ejemplo, la Biblia dice, "diga el débil: Fuerte soy" (Joel 3:10). Somos débiles, pero Dios nos indica que debemos decir lo contrario. Él dice, "clama Mi fortaleza. Llámame Jehová, el Omnipotente". Él no solamente le dice que use Su nombre; Él nos llama a entender Su naturaleza y a apropiarnos de ella en fe. No está en la naturaleza de Dios el ser débil. Si usted experimenta debilidades, entonces usted deberá clamar al Señor, quien es su Fortaleza (Salmos 18:1). Si usted experimenta pobreza, usted debe clamar a Jehová Yiréh, Su proveedor (Véase Génesis 22:8). Si su cuerpo está enfermo, usted debe clamar a Jehová Rafa, el Dios que sana (Éxodo 15:26). Dios nos está diciendo que no debemos ahondar en el problema. Puesto que Él es el YO SOY, Sus atributos son tan numerosos como sus necesidades—¡y mucho más! Por ejemplo, en el reino de sus finanzas, ¿lo conoce usted a Él como el Pagador de su renta, como el Cancelador de sus deudas y el Proveedor de la matrícula de su escuela? Es así como debemos orar en el nombre de Jesús. Es importante entender que el nombre de Jesús nos es dado para usarlo en relación a nuestras necesidades.

En Juan 11:11, cuando Jesús le dijo a Sus discípulos, "Lázaro duerme", ¿estaba Él contradiciendo la verdad de que Lázaro había muerto? ¿Estaba Él mintiendo o viviendo en un nivel más alto de vida, sabiendo que Él sería la Resurrección? En ocasiones nos enfrentaremos a situaciones que parecen el fin, pero Dios las resucitará. Cuando parezca que su negocio está muerto, cuando el banco esté por anular su derecho a redimir la hipoteca e incautar todo lo que usted posee, Dios dice, "no digas que está muerto. Simplemente di que está durmiendo". Si está durmiendo, muy pronto despertará. Si su matrimonio está en problemas, si su cónyuge le dejó y usted dice, "se acabó"; Dios dice, "no se acabó, está durmiendo". Perdemos tantas cosas en la vida porque prematuramente las declaramos muertas.

Fuente: Munroe, M. (2005) Entendiendo el Propósito y el Poder de la Oración. Whitaker House. EE.UU.

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